viernes, 29 de abril de 2016

Leyendas sobre las flores(El Toloache)


Una noche, cuando el rey dormía tranquilamente en su tienda, fue despertado por los lamentos de una niña que, desnuda y hambrienta, había llegado, nadie sabía de dónde, al lugar dónde el rey descansaba. Conmovido éste por su extraordinaria belleza, la adoptó y educó con el cariño de un padre.
La niña crecía , y su maravillosa belleza aumentaba, llegando a convertirse en una criatura tan fascinadora que los siete hijos del rey se enamoraron de ella apasionadamente. Desde entonces, la paz dejó de reinar en el palacio y entre los hermanos se desencadenaron los celos y el odio. La joven, aunque los quería a todos, no amaba a ninguno, y los príncipes, para decidir cuál se casaría con ella, acordaron citarse para un combate fratricida del que sólo pudiera sobrevivir uno de ellos. Cuando el rey se enteró de lo acordado , y creyendo que no había otro medio para impedirlo, ordenó a sus servidores que quitasen la vida a la hermosa doncella. Siguiendo éstos las órdenes de su señor, se la llevaron al monte y allí, creyéndola muerta, la abandonaron malherida.
Cuando la joven recobró el sentido, atemorizada, corrió sin rumbo fijo a través de la selva. Sus pupilas se dilataban intentando ver en la oscuridad, y sus párpados se ennegrecieron por el terror. Entonces salió la luna llena y el toloache abrió sus flores. Una de ellas habló, ofreciendo refugio a la fugitiva, y ésta, reduciéndose prodigiosamente de tamaño, se introdujo en el seno de la flor. Allí vive desde entonces, y allí sanaron sus heridas y encontraron alivio sus dolores. A cambio, el toloache adquirió sus facultades maravillosas. Su jugo ensombrece los párpados y dilata las pupilas; aplicado a la piel, calma los dolores, y tomada la hierba en infusión puede hacer dormir e incluso matar. Desde entonces, para ocultar a su protegida sólo abre sus flores las noches de plenilunio, y ni los príncipes, sus siete enamorados que la buscaron transformados en mariposas, pueden encontrarla, porque los insectos nunca se acercan al toloache, pues saben que el aroma que sus flores despiden es mortal.


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