lunes, 25 de abril de 2016

Leyendas sobre las flores (El Azahar)

Cuenta la leyenda que el sultán de la medina de Granada, Alkabul "el Privilegiado", posó sus ojos en la incipiente gracia de la hija de una pareja de sus esclavos, Al- Azhar. El sultán, prendado de los luminosos encantos de la doncella, mató a sus padres y la llevó a vivir con él; con el propósito de desposarla el mismo día que la joven cumpliría trece años. Semanas antes de celebrarse el casamiento, Xurán, un joven calígrafo y arquitecto de la Granada nazarí, recibió de Alkabul el encargo de decorar la cámara nupcial. Apenas traspasó el dintel de la puerta y se encontró con la princesa, descubrió en sus grandes ojos negros el misterio del amor y del deseo. Una tarde poco después, cuando los señores y los esclavos dormitaban al placido descanso de la tarde, se encontraron a solas y Xurán le declaró su amor.
Xurán también le contó a Al-Azhar que una vez hubiera acabado el encargo del sultán sus ojos serían cegados para que no volviera a crear una obra similar. Esa misma noche se volvieron a encontrar y los amantes abrasaron sus deseos entre las palmeras de la medina. Justo eran los días en los que los naranjos amargos estaban en flor. Entre jadeo y jadeo, la Alhambra se iba llenando del perfume de la flor del naranjo. Sería su última noche. Al amanecer se despidieron entre lágrimas.
Ciego de ira y loco de dolor cómo sólo un déspota es capaz de estarlo, el sultán Alkabul mató a la bella Al-Azhar y después de quemar su fino cuerpo dispersó sus cenizas entre los rosales del palacio. A pesar del olor de las cenizas y de la fragancia de los rosales no consiguió aplacar el aroma que los amantes habían dejado la noche anterior ni el rastro que en el aire permanecía de la fragancia amorosa creada con la mezcla de sus cuerpos.
Arkabul, guiado por el perfume que Al-Azhar había impregnado en Xurán, le persiguió y persiguió hasta acorralarlo en el promontorio del Veleta, donde se quitó la vida. Desde entonces, acaba la leyenda, cuando la brisa sopla sobre los jardines de la Alhambra, un aroma penetrante e inolvidable a se extiende por Granada.


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