Ese mismo año, al parecer apenas algunos días después de cometer su
primer asesinato, Cayetano sería denunciado ante la Policía por su padre
al descubrir que ha martirizado a algunas aves domésticas. Fiore
encuentra dentro de un zapato de su hijo un pájaro muerto y, debajo de
su cama, una caja en donde guarda los cadáveres de otras aves.
El 9 de septiembre de 1908 vuelve a las andadas, conduce a Severino González Caló, de 2 años, a una bodega ubicada frente al Colegio del Sagrado Corazón, ahí lo sumerge en una pileta para caballos cubriéndola después con una tabla para ahogar al pequeño. El propietario del lugar, Zacarías Caviglia, descubre la tentativa pero Godino se defiende diciendo que el niño había sido llevado hasta allí por una mujer vestida de negro de la que suministra señas particulares. Es conducido a la comisaría de donde es recogido al día siguiente.
El 9 de septiembre de 1908 vuelve a las andadas, conduce a Severino González Caló, de 2 años, a una bodega ubicada frente al Colegio del Sagrado Corazón, ahí lo sumerge en una pileta para caballos cubriéndola después con una tabla para ahogar al pequeño. El propietario del lugar, Zacarías Caviglia, descubre la tentativa pero Godino se defiende diciendo que el niño había sido llevado hasta allí por una mujer vestida de negro de la que suministra señas particulares. Es conducido a la comisaría de donde es recogido al día siguiente.
Seis días más tarde, el 15 de
septiembre, en Colombres 632, quema con un cigarrillo los párpados de
Julio Botte, de 22 meses de edad. Es descubierto por la madre de la
víctima, pero alcanza a huir.
El 6 de diciembre Fiore y Lucía Gordino,
cansados de los continuos problemas causados por Cayetano, vuelven a
entregarlo a la Policía, esta vez es enviado a la Colonia de Menores
Marcos Paz en donde permanece por tres años. Durante su encierro
concurre a clases en donde medio aprende a leer y escribir.
La estancia de Cayetano en Marcos Paz,
lejos de regenerarlo, le endurece. El 23 de diciembre de 1911 regresa a
las calles; ahora es un criminal frío y terriblemente potenciado.
Su liberación se da, al parecer, a
petición de sus padres con quienes regresa a vivir. En un fútil intento
por redimirlo de su secuela criminal se habían ocupado de conseguirle
trabajo en una fábrica, por desgracia solamente es capaz de mantener el
puesto por tres meses.
Nuevamente comienza a vagar por las
calles, pero esta vez no se circunscribe a los barrios conocidos, sus
vagabundeos le llevan a frecuentar lugares y personas del más bajo nivel
de moral de la pujante ciudad de Buenos Aires. Asimismo , comienza a
sufrir fuertes dolores de cabeza que se traducían en ganas de matar,
sobre todo después de tomar alcohol.
El 1912 es un año que marca hitos en más de
una historia, por un lado se desata la guerra en los estados balcánicos
y por otra el Titanic se lleva al fondo del mar toda la gloria y pompa
con que fue bautizado.
El 17 de enero del fatídico 1912
Cayetano, quién ya es conocido en las calles con el sobrenombre de "Petiso Orejudo", se introduce en una bodega de la calle de Corrientes y
da rienda a otra de sus grandes pasiones: el fuego. El incendio que
provoca tarda cuatro horas en ser sofocado por los bomberos. Después de
su arresto declararía:
"Me gusta ver trabajar a los bomberos… es lindo ver como caen en el fuego."
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