martes, 26 de enero de 2016

Asesinos en Serie (Simo Häyhä [II])

La invasión soviética a Finlandia se produjo en invierno (con temperaturas de -20º a -40º), a fines de noviembre, y Simo entró a combatir como francotirador del Regimiento Jaeger 34, que habría de desempeñarse a lo largo del río Kolla, frente a un enemigo cuya superioridad numérica era a veces de 100 a 1, ya que Finlandia tan solo había conseguido reclutar unos 180000 hombres para hacer frente al inmenso ejército invasor.
Sin embargo, pese a su inferioridad numérica, los finlandeses conocían mejor el terreno, estaban mucho mejor adaptados al clima, y sus estrategias militares eran ingeniosas y concordantes con la geografía y la naturaleza del desafío bélico que representaba la Unión Soviética. No podían darse el lujo de enfrentar al enemigo a campo abierto, ya que eso sería un suicidio militar. Entonces… ¿Por qué no atormentarlo?, ¿por qué no sembrar el terror en las líneas enemigas, atacar el sistema de suministro y emplear recursos económicos frente a armas costosas como los tanques soviéticos? En esa línea, los finlandeses usaron cosas como: tácticas de guerrilla, con pequeños y rápidos ataques sorpresa, muchas veces efectuados con tropas entrenadas para pelear en esquíes; invisibilidad en combate, posibilitada por trajes de camuflaje especialmente diseñados para el conflicto, y ejercida en gran parte por francotiradores; cocteles molotov, con los cuales podían volar en pedazos a los tanques y otros vehículos del enemigo; ataque a las líneas de suministro, ya sea con grupos de asalto o francotiradores.
Por su parte, la arrogancia militar de los soviéticos, al menos al inicio del conflicto, rayaba en lo vergonzoso. En efecto, se cuenta que, cuando la guerra empezó, los soviéticos iban con bandas sonoras, marchando como si de un desfile de victoria se tratase. También llevaron vehículos que no habían sido probados en un frío tan extremo, y que tuvieron que mantener prendidos todo el tiempo para que el combustible no se congelase; además, algunos oficiales utilizaban técnicas obsoletas de la Primera Guerra Mundial. Pero, al menos lo último, no debería sorprender si se tiene en cuenta que gran parte de los oficiales soviéticos eran elegidos por razones meramente políticas: ahora, en medio de la nieve, habrían de sufrir las consecuencias militares de esa corrupción.
Muy diferente al estereotipo de gran combatiente militar que existe en el imaginario social, Simo no era alto, ni musculoso, ni pronto a la ira: era pequeño (medía apenas 1.60 metros), delgado, calmado y cerebral, incluso cuando las balas silbaban a su alrededo.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario