María
e Isabel, no solo eran primas, sino que se querían entrañablemente. Con
el tiempo llegarían a ser madres de Jesús y de San Juan, pero ellas aún
no lo sabían.
Compartían sus trabajos y al acabarlos, paseaban y hablaban incansables de sus ilusiones y de lo que deseaban para el futuro. Ambas anhelaban casarse y traer al mundo preciosos niños que las colmaran de felicidad.
Compartían sus trabajos y al acabarlos, paseaban y hablaban incansables de sus ilusiones y de lo que deseaban para el futuro. Ambas anhelaban casarse y traer al mundo preciosos niños que las colmaran de felicidad.
Llegó el tiempo de
contraer matrimonio y las jóvenes, siguiendo a sus esposos, tuvieron de
separarse, no sin prometer que, en cuanto tuvieran un hijo, se lo
comunicarían de inmediato. Para ello, encenderían una gran hoguera, que
avisara a la amiga de tan feliz acontecimiento.
Y
cumpliendo su promesa, cuando Isabel dio a luz a su hijo Joan, rogó a
sus familiares que subieran al monte cercano y allí encendieran un gran
fuego que hiciera saber a María la feliz noticia. Y es en conmemoración
de este nacimiento que se siguen prendiendo las hogueras de Sant Joan.fuente: http://leyendasytradiciones.blogspot.com.es
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