sábado, 21 de noviembre de 2015

Asesinos en Serie (Donato Bilancia [I])

Bilancia nació en Potenza (Italia) el 10 de julio de 1951. En 1956 su familia se trasladó a Génova. Creció con la dificultad de las relaciones con su familia y se dedicó al robo. En 1975, fue arrestado por hurto y, en 1976, entró en la prisión, de la cual escapó meses después.
En 1982 su hermano se suicidó, junto con su hijo, lanzándose a las vías del tren de la estación de Génova. Este episodio marcó a Donato, lo que provocó que sus desórdenes mentales no volvieron a su sitio nunca más. A ello, se le añadió un accidente de coche en 1990, que le provocó un coma profundo durante varios días. Una vez recuperado del coma, comenzó a aficionarse al juego, ganando grandes sumas de dinero, aunque cuando perdía mantenía su palabra de pagar todo lo que debía. En los lugares clandestinos de juego era conocido como Walter.
Italia tuvo conciencia de que estaba en presencia de un nuevo asesino en serie, el número 39 desde los años cincuenta, lo que le ha dado el quinto puesto en el mundo, tras Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Alemania y Francia. El retrato hablado y las dos primeras letras del coche Mercedes oscuro que utilizaba, que fueron vistos por testigos, cerraron el cerco sobre Donato Bilancia, un individuo violento, con antecedentes de robo y agresiones.
Empedernido jugador en casinos de Italia y el extranjero, contrajo deudas millonarias que le llevaron a robar a gente conocida, a las que luego mató para que no lo denunciaran. Algunos de los crímenes los habría realizado también como sicario a sueldo de la filial genovesa de un clan mafioso de Cosa Nostra. Otros crímenes de mujeres habrían sido sólo para calmar la ira que le provocaba perder jugando al póker o a la ruleta.
El asesino, de 49 años, comenzó su cadena de crímenes con el homicidio de una prostituta el 24 de octubre de 1997 y sembró durante seis meses el pánico en Liguria, Italia, especialmente entre las mujeres, que fueron su principal objetivo. Al principio se atribuyeron los homicidios a reyertas entre bandas rivales en el mundo de la prostitución y las drogas, pero más adelante se comprobó que el homicida seguía unas pautas muy concretas. Sólo cuando dos mujeres jóvenes aparecieron muertas en sendos lavabos de trenes de la zona, también arrodilladas y con un tiro en la nuca disparado por la misma arma, cundió la alarma.


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