lunes, 12 de octubre de 2015

Leyendas en la Peninsula Iberica (El duende Martinico [I])

El "Duende" Martinico

Duende Martinico en el grabado "Duendecillos" de los Caprichos de Francisco de Goya. Crédito Wikipedia El duende castellano por excelencia. Ácrata, agitador profesional, que lleva el desorden y la subversión en las viviendas donde desarrolla sus actividades caseras, El más popular y extendido es este "Martinico", "Martinillo" o "Martín" al que se le ha descrito generalmente como rechoncho, rabón, algo diablejo, de estatura tirando a chaparro (casi aspecto simiesco). Bastante inestable emocionalmente (pues son legendarios sus cabreos cuando es importunado); generoso, solidario con los hombres y mujeres, a los que no duda en dar mano en caso de necesidad, como de gastarle las peores jugarretas. Tiene peligrosos y secretos poderes que utiliza para transmutarse en animal (motivo por el cual algunos autores los emparentan, en forma lejana, con las hadas). Su color preferido es el rojo.
Posee extrema debilidad por aparecer con hábitos de fraile. En un relato donde se presenta una familia de hidalgos preparándose para mudarse a Valladolid (debido a las "bromas" del Martinico) descubren como éste (descrito como "frailecillo pequeño"), se les aparece con el "equipaje" al hombro, uniéndose así a la comitiva. Por lo que se le puede relacionar con el duende "Motilón" o "Mochilón". Ser fantástico de la familia de los duendes vestido de frailón o frailuco, con grandes hábitos y cubierta la cabeza y parte del rostro con la capucha del hábito, donde en el fondo brillaban unos ojos terroríficos que despedían llamas y dejaban mudos de espanto.
El Martinico no es un duende malo, todo lo contrario, su aspecto es de un ser pequeño, regordete, narigudo y hay quien dice que hasta con una pequeña chepa, casi siempre va vestido con un hábito de monje de color rojo.
En Castilla estos duendes forman parte de determinadas casas, y cada vez que alguna familia se va a vivir a ella, se encarga de gastarle bromas continuamente, cambiándoles las cosas de sitio, escondiéndola, haciendo ruidos, apagando las luces (velas, candelabros, etc…) a pesar de ello, si ven que alguien de la familia tiene problemas hacen todo lo posible por ayudarlo. En ocasiones, se encariñan tanto de una familia que cuando estos se mudan, Martinico se hace un atillo y se traslada con ellos.
En Aragón es el encargado de los sueños, por lo que cuando los niños tienen ganas de dormir se suele decir "ya viene el Martinico"

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