Por otro lado, las calaveras y los 
huesos eran también aprovechados por los hechiceros del castillo, 
convencidos que sólo un sacrificio humano podía dar buenos resultados 
para realizar sus experimentos alquímicos.
Durante once años, los campesinos 
aterrados veían el carruaje negro con el emblema de la Condesa Báthory 
rastrear el pueblo en busca de jóvenes, que desaparecían misteriosamente
 dentro del castillo y que nunca volvían a salir.
Los cuerpos sin vida eran sepultados en 
las inmediaciones del castillo, hasta que finalmente, sea por pereza o 
descuido, tan sólo los arrojaban al campo para que las alimañas acabasen
 con ellos.
Algunos aldeanos no las tenían todas 
consigo por los gritos estremecedores que se oían salir del lugar, y se 
empezaron a extender rumores por todo el pueblo de que algo raro sucedía
 en el castillo.
Finalmente estos pueblerinos empiezan a 
rondar por las inmediaciones, en dónde se encuentran con los restos de 
más de una docena de cuerpos sin vida. Éstos armaron una revuelta 
insistiendo que el castillo estaba maldito y era además una residencia 
de vampiros, quejándose ante el propio soberano.
Atacar a una familia de poder en esa 
época era algo verdaderamente difícil, y sobre todo si como en este 
caso, el acusado además de ser una persona distinguida entre la nobleza 
tenía amigos igual de poderosos por todas partes. Por ese motivo, el 
emperador comienza por no prestar atención a las quejas de su pueblo, 
pero finalmente envía una tropa de soldados que irrumpen en el castillo 
en 1610.
Al entrar, los soldados encuentran en el gran salón del castillo un cuerpo pálido y desangrado de una mujer en el suelo, otra aún con vida pero terriblemente torturada, que había 
sido pinchada con un objeto para extraerle la sangre, y una última ya 
muerta tras ser salvajemente azotada, desangrada y parcialmente quemada.
 En los alrededores del castillo, desentierran además otros cincuenta 
cadáveres.
En los calabozos, se encuentran a gran 
cantidad de niñas, jóvenes y mujeres aún en vida a pesar que algunos de 
ellos tenían señales de haber sido sangrados en numerosas ocasiones. Una
 vez éstos liberados, sorprenden a la Condesa y a algunos de sus brujos 
en una de las habitaciones del castillo en medio de uno de estos 
sangrientos rituales. Rápidamente son detenidos y conducidos a la 
prisión más cercana.
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