sábado, 26 de septiembre de 2015

Leyendas en Catalunya (Senterada [III])

El Puente del Diablo

El Puente del Diablo de Sarroca de Bellera es un puente románico que unía el monasterio de Sant Genís de Bellera con el pueblo de la Bastida de Bellera salvando el barranco de Sant Genís, de notable profundidad en este sitio. El puente tiene su arranque este en término de Senterada, dentro del enclave de Larén, y el oeste en el de Sarroca de Ballera, ambos términos del Pallars Jussà.
 Es accesible desde la Bastida de Bellera; desde este pueblo abandonado a seguir un camino que baja hacia el sureste, paralelo al barranco de Sant Genís, y no abandonarlo nunca hasta encontrar el puente, a pesar de que el camino más trillado abandona la orilla del río para trepar hacia la ermita de Santa María de Bellera.
El puente, posiblemente construido por los monjes de Sant Genís, se yergue 46,7 metros por encima del cauce del barranco, es de un solo ojo. Hace 2 metros de ancho, 15,6 de largo, y la luz del arco único es de 7 metros. El ojo está formado por una gran arcada semicircular. Las dovelas que forman el arco son grandes, bien trabajadas y escuadradas. Los sillares que forman el resto del puente son más pequeños y menos trabajados, muy bien dispuestos en hileras. Estas hileras son más perfectas junto meridional, y menos, con espacios rellenados con piedras que hacen de cuña, en el septentrional. También en el lado norte hay un trozo de puente reconstruido, seguramente en una época muy cercana a la nuestra. Los estudiosos que han desarrollado trabajos sobre el puente en sitúan la construcción en el siglo XI.

 Su uso no estaba restringido, pero, en el monasterio: era un paso frecuente para carboneros, ganaderos, arrieros y viajeros en general que quisieran llegar a Senterada desde las montañas del noreste, por donde discurrían los caminos que unían ambos Pallars

La Leyenda 

Como todos los puente del diablo, tiene una leyenda que explica la construcción. Cuentan que una pastora de la Bastida de Bellera llevaba a pastar su rebaño en las montañas del Bando de Larén, en la vertiente meridional del cual se encuentra el monasterio de Sant Genís. Para poder llevar el rebaño, tenía que hacer una considerable vuelta. Un buen día, por el camino se le presentó un joven de aspecto muy agradable, el cali le ofreció hacer el puente si ella se avenía a ciertas condiciones, que los libros obvian. La chica se avingué, pero poniendo ella también una condición: que primero, el puente tenía que ser construido. El diablo disfrazado de chico galán aceptó sin pensarlo, y puso manos a la obra. Cuando a media llevaba la última piedra para el puente, arranque del castillo de Sarroca, un monje del monasterio consiguió pasar por aquel lugar. Sorprendido de la obra, de la rapidez con que se había hecho y de la osadía de la construcción en ese lugar, se persignarse, convencido de que aquello era obra del diablo. Dicho y hecho: hubo un terremoto, se sintió un fuerte olor a azufre, y el diablo huyó torrente abajo, dejando el puente inacabado y liberando así la pastora de la Bastida de sus compromisos, que habrían sido la perdición de su cuerpo y de su alma.

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