jueves, 15 de septiembre de 2016

Historia de Catalunya (El Feudalisme en Catalunya [XII])

Los acuerdos de este convenio, a pesar de que se enmarcaba en el movimiento de la cruzada, eran fundamentalmente económicos: para catalanes y pisanos significaba la libre circulación por el Mediterráneo occidental, y, además, los mercaderes pisanos obtuvieron la protección del conde barcelonés y ventajas comerciales para desarrollar sus actividades en territorio catalán. El éxito de la cruzada (saqueo de Ibiza en 1114, y de Palma de Mallorca en 1115) fue efímero, puesto que, obligados por los almorávides que amenazaban la frontera catalana, los guerreros catalanes abandonaron pronto el archipiélago

Para la Casa de Barcelona, Occitania fue otro campo de acción. Aun así, la empresa occitana de Ramon Berenguer III empezó con un fracaso: la pérdida del condado de Carcasona y del condado de Rasez del linaje de los Trencavell. Con todo la actitud despótica de Roger Ató, hijo del vizconde Bernat Ató, propició que los carcasonenses, se sublevaran contra su autoridad y pidieran ayuda a Ramon Berenguer III, a quién prometieron entregar la ciudad y jurar fidelidad. El regreso de Bernat Ató y la lucha por Carcasona enfrentó entonces el conde de Barcelona con el vizconde de Besiers, que no dudó a buscar la ayuda del conde de Tolosa. La alianza se concretó por el sistema del feudo de reanudación: Trencavell entregó la ciudad de Carcasona y su condado al conde de Tolosa a cambio de recuperarlo en feudo.

En aquellas circunstancias, los problemas peninsulares de Ramon Berenguer III, enfrentado a los almorávides, le impidieron reaccionar, y Bernat Ató, sostenido por el conde de Tolosa, pudo consolidar su dominio sobre Carcasona. A partir de este momento empezó una larga lucha por la hegemonía en Occitania entre la Casa de Barcelona y la de Tolosa de Languedoc.

Restablecida la paz en Catalunya, Ramon Berenguer III se sirvió de las "convinences" o pactos feudovasalláticos como lo firmado con su hermanastro, el vizconde Eimeric II de Narbona, hijo de Mafalda de Pulla-Calabria, que se había casado en segunda boda con el vizconde de Narbona. Pero, el éxito más grande procedió de la estrategia matrimonial: el conde de Barcelona, viudo por segunda vez, se casó con Dulce de Provença (1112). Por este matrimonio, todos los dominios de la Casa de Provença se incorporaron en la Casa de Barcelona, que consiguió la sumisión por vasallaje de los principales linajes provenzales, posición hegemónica que permitió a Ramon Berenguer III recuperar la superior autoridad feudal sobre los Trencavell, señores de Carcasona. A partir de estos momentos, la potestad feudal del conde de Barcelona sobre sus vasallos occitanos pasó a ser para estos una garantía de protección frente a cualquier tentativa de incorporación de sus territorios por parte del conde de Tolosa

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