Los
apestados juntaron a otro colectivo terriblemente marginado de la vida
social como era el de los leprosos (que iban de pueblo en pueblo usando
una campanilla o un cencerro para advertir de su presencia). No sólo la Peste Negra afectó los subconscientes colectivos de una manera tan acusada; de
otros fenómenos de carácter más bien psicológico contribuyeron a
desatar una incontrolable sugestión de integrismo religioso que llegaba a
límites de paroxismo místico. Muchas
regiones del continente se vieron inundadas de puñados de fieles que se
suicidaban colectivamente o se tiraban a predicar una nueva cruzada
liberadora para redimir sus pecados. Un
buen ejemplo es la Cruzada de los Niños de 1212, originada por las
prédicas de algunos religiosos fanáticos que llegaron a influir
completamente las masas de niños y adolescentes haciendo que miles de
ellos se movilizaran tras un ideal exaltado que prometía la reconquista
de tierra Santa de manos de los infieles musulmanes. Allí
donde los caballeros cruzados no habían podido triunfar, aseguraban que
los niños y jóvenes lograrían una victoria definitiva sin ni siquiera
tomar las armas. A
pesar de que la Iglesia católica condenó aquella locura, el Papa
Inocencio III se vio impotente a la hora de evitar que hasta un total de
dos expediciones infantiles y juveniles salieran de Francia y Alemania
encabezadas por dos niños (Nicolau y Esteve) que eran considerados directamente interlocutores con Dios.Aparte
de ser una posible causa de la leyenda (que derivó en cuento popular)
del flautista de Hamelin (el recuerdo quedó muy marcado en Alemania)
unos 15.000 niños y niñas murieron de frío y hambre por los caminos ... o
acabaron convertidos en esclavos cuando fueron capturados por comerciantes egipcios que aprovecharon la ocasión para hacer un jugoso negocio. Años
más tarde también se hizo tristemente famosa la Cruzada de los
Pastorets (1251), de grupos de adolescentes de 15 años comandados por el
oscuro monje Jacob que, después de muchas atrocidades, acabaron para
saquear y predicar una nueva religión basada en la amor, en la tradicional zona herética de Occitania -influïda por catarisme-. Condenados
también por la iglesia, fueron perseguidos y exterminados
progresivamente para garantizar el orden y eliminar aquella subversión
que discutía el feudalismo y la jerarquía eclesiástica (los últimos
pastorcillos fueron liquidados por las tropas de Enrique III de
Inglaterra).
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