lunes, 13 de junio de 2016

Historia de Catalunya (Los Condados [XXVII)

El Condado de Rosello [III]

El conde Guislabert del Rosello, trasladó su residencia condal desde Castellrosello hasta una villa llamada Perpignán, la cual inició un ascenso continuado hasta acabar convertida en la capital del Rosello, en detrimento de Elna, la sede episcopal rosellonesa.

A Guasfred II le sucedió su hijo Guislabert II (1074-1102) que pactó con el conde de Empúries sobre los derechos respectivos acerca de las posesiones militares y eclesiásticas. Gerard I (1102-1113), hijo y sucesor de Guislabert II, había marchado a Tierra Santa como cruzado y participó en las conquistas de Antioquía (1098) y Jerusalén (1099). En 1102, volvió al Rosello para hacerse cargo del condado, pero en 1109 marchó de nuevo a Tierra Santa donde murió asesinado en 1112, pasando el condado a su hijo Gausfred III.

Durante la época del conde Gausfred III (1113-1164) en el Rosello hubo períodos muy turbulentos a causa de los ataques de los piratas sarracenos, y a las malas relaciones mantenidas con el conde Hugo I de Empúries (1116-1154) motivadas por sus ambiciones territoriales sobre el Rosello. Por ello, en el conflicto empuriano-barcelonés de 1128, el conde del Rosello se puso de parte de Ramón Berenguer III; por otro lado, después de un breve período de tregua, en 1147, Gausfred I y Hugo I volvieron a enfrentarse por el dominio del castillo de Requesens.
La crisis política rosellonesa se acentuó con la sublevación de Gerard contra su padre, Gausfred III. Éste pudo conservar el condado gracias a la ayuda de Hugo III de Empúries (1154-1175), favorable, en contra de la opinión de Hugo I, al entendimiento con la dinastía del Rosello. En 1162, Gausfred III se reconcilió con su hijo y Gerard obtuvo el señorío de Perpignán siendo reconocido, nuevamente, como heredero del condado.
Gerard II de Rosello (1164-1172), enfermo y sin hijos, dejó el condado en herencia a Alfonso "el Casto" (Rey de Aragon), decisión tomada, según manifiesta el conde, de acuerdo con el consejo de sus súbditos. En su testamento Gerard II estableció que el Rosello "todo íntegramente lo doy a mi señor el rey de los aragoneses" por la fe depositada en su soberano Alfonso II, que fue inmediatamente reconocido como rey en Perpignán.1 En los círculos políticos roselloneses, ante la extinción del linaje condal parece que se juzgó más conveniente unirse al dominio real aragonés, cuyos monarcas eran descendientes directos de Guifré "el Pilós", en lugar de considerar los derechos de Hugo III de Empúries sobre el Rosello, por la descendencia de las dinastías condales empurdana y rosellonesa de un tronco común: el de los antiguos condes de Empúries-Rosello de los siglos IX y X. Sunyer II (862-915), Gausbert (915-931) y Gausfred I (931-991), a la muerte del cual, sus hijos, Hugo I de Empúries (991-1040) y Guislabert I de Rosello (991-1014), se habían repartido el dominio reconociéndose, sin embargo ciertos derechos comunes sobre la totalidad del antiguo patrimonio.

Contando pues con el apoyo de la aristocracia local en 1173, después de muerto Gerard II, Alfonso "el Casto" convoca una asamblea de nobles roselloneses en Perpignán, en la que estableció unos estatutos de paz y tregua válidos para todo el condado del Rosello y la diócesis de Elna.

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