Auténticos cráneos yacían en la cocina,
partidos por la mitad para ser utilizados como cuencos. Una de las
sillas del lugar estaba forrada con piel humana. Pero las lámparas, los
mangos de los cuchillos o incluso un chaleco eran también del mismo
material: Piel humana. En la habitación de Gein se descubrió la cabeza
de Bernice Worden, rodeada de máscaras hechas también con piel (esta vez
de la cara), y con pelo auténtico.
La única habitación de la casa que no
parecía "decorada" dentro de aquel museo de los horrores, era la
habitación de su madre, que según aseguró Gein posteriormente, quedó
intacta tras su muerte debido a que pudo comunicarse con ella después de
muerta durante un año.
Gein declaró que tan sólo recordaba, muy
confusamente, haber matado a Bernice Worden, y que los demás restos
humanos que se habían hallado en la granja pertenecían a nueve cadáveres
que había sacado del cementerio. Explicó que en los últimos años sentía
de vez en cuando la necesidad de profanar tumbas, y que en algunas
ocasiones incluso conocía a las víctimas en vida y se enteraba de sus
muertes leyendo los periódicos. Luego, en la noche del entierro, se
dirigía al cementerio, sacaba el cadáver y rellenaba de nuevo la tumba
(eso lo pudo comprobar la Policía más tarde, cuando al exhumar las
tumbas, algunas de las que Gein había dicho, se encontraban vacías).
Muchos de los objetos domésticos y
muebles que se descubrieron a raíz del arresto de Gein, procedían de las
profanaciones de tumbas. Unas veces arrastraba cadáveres enteros hasta
su casa, otras cortaba las partes más interesantes y se las llevaba como
recuerdo.
El 30 de marzo de 1958 la casa de Gein fue clausurada, después de
correrse el rumor de que estaba destinada a convertirse en una atracción
para turistas como la Casa de los Horrores. De todas formas, su
camioneta Ford sobrevivió y se vendió en una subasta pública para ser
utilizada en ferias locales con un letrero que anunciaba: "¡El coche de
Ed Gein! ¡Vea el coche que transportó a los muertos de las tumbas!"
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