A las dos semanas fue asesinada Nina
Nichols, de 68 años. La mujer había sido estrangulada con sus medias y
tenía síntomas de haber sido asaltada sexualmente. El lugar del crimen
presentaba un aspecto similar al de la primera víctima: cada cajón
estaba revuelto y todas las cosas esparcidas por el suelo a modo de
robo, pero la Policía encontró varios dólares y algunos objetos de valor
en el suelo, que el "ladrón"no se había molestado en lleva
La Policía hizo sonar la alarma
advirtiendo a todas las mujeres en el área de Boston de cerrar con llave
todas sus puertas y ser extremadamente cautas con los extraños,
mientras se daba comienzo a una dura investigación. Los detectives de Boston comenzaron a
interrogar a todos los hombres con antecedentes en el ámbito sexual:
exhibicionistas, violadores, agresores, mirones… Lo que buscaban era una persona con
trastornos mentales, posiblemente con un complejo de Edipo o que odiase a
su madre (o a su mujer), y que por sus agresiones a hembras de edad
considerada tratase de borrar la imagen de esa madre temida.
Ese muy mismo día, a unas quince millas, Helen Blake, de 65 años, encontró una muerte similar. Su apartamento también había sido "saqueado". Mientras la investigación se llevaba a cabo, siguieron apareciendo más
cadáveres, todos ellos extrangulados y con salvajes muestras de
violación. Pero no todas las víctimas eran mujeres blancas de edad
avanzada. Las siguientes víctimas eran estudiantes de 20 y 30 años,
entre las cuales también se hallaba una chica de color. En esta ocasión,
el asesino dejó restos de semen en una alfombra cerca del cuerpo, y una
vecina afirmó haber visto un hombre extraño en el edificio, que
describió así: "de unos 30 años, estatura media, pelo ondulado, chaqueta
oscura y pantalón verde oscuro de trabajo".
No mucho después, la Policía encontró un
nuevo cadáver con 22 puñaladas, además del estrangulamiento típico,
pero no mostraba signos de violación. El cuchillo de la agresión fue
hallado en la cocina. Los meses pasaban y la Policía de Boston
comenzaba a desesperarse. El asesino no dejaba pistas considerables
para poder atraparle, y las mujeres seguían abriendo las puertas de sus
casas a desconocidos a pesar de las advertencias de los agentes. El Fiscal General de Boston (USA),
incluso acudió a Peter Hurkos (en la foto), un sensitivo con capacidades de videncia,
en 1961, para pedir su colaboración en la búsqueda del Estrangulador de
Boston.
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