lunes, 26 de octubre de 2015

Leyendas en la Peninsula Iberica (El soldado encantado de Granada)

Cuenta la leyenda que Vicente un joven estudiante de Salamanca que junto con su guitarra interpretaba canciones para conseguir dinero y continuar sus estudios, en los periodos de vacaciones le gustaba viajar.
Era la noche de San Juan cuando llegó a Granada, en donde se encontró con un personaje de extrañas vestimentas y al que nadie parecía ver, salvo él.
Se acerco con cierto temor y le preguntó que quién era y que es lo que hacía allí, entonces aquel personaje le dijo que era un soldado que había caído prisionero hacía más de trecientos años en un ataque a Granada, y al que habían encantado con un hechizo que le obligaba a custodiar el tesoro de los moros de manera que no cayera en manos cristianas, y solamente una vez cada 100 años, en esa misma noche, era liberado de su hechizo.
Aquel soldado le indicó a Vicente que era esa noche cuando el tesoro estaba totalmente desprotegido y que con su ayuda se podían hacer con él, con la única condición de que se lo repartieran al cincuenta por ciento.
Vicente acepto, y el soldado le dijo que era necesario encontrar un cura en ayunas y una muchacha casta, uno lo liberaría de su maldición y la otra haría posible que se pudiera abrir la sala que contenía el tesoro.
Vicente buscó por la ciudad hasta que dio con un sacerdote gordinflón que nunca estaba harto de comer pero que había realizado penitencia de ayuno, y a una joven pura, los tres se dirigieron en busca del soldado, nada más llegar junto a él, aparecieron dentro de una gran sala llena de maravillosas joyas y ricos manjares, la alegría de todos fue incalculable.
Vicente comenzó a llenarse los bolsillos con todo aquello de valor que estaba a su alcance.
El cura no pudo resistirse ante la estupenda y fresca fruta que tenía delante de sus narices y nada más dar el primer bocado, todo se desvaneció y volvieron a aparecer en la calle, en el mismo lugar en que momentos antes se encontraba el soldado.
Justo en ese momento, las campanadas de una iglesia cercana indican que la noche de San Juan ya había terminado, y no se había podido romper el hechizo.
"Algunas lenguas" dicen que a pesar de todo, Vicente salió ganando ya que con lo que había conseguido guardar en sus bolsillo fue suficiente para vivier el resto de su vida, y que aquella doncella pura acabó siendo su esposa.
Según la misma leyenda aquel soldado sigue apareciéndose cada 100 años esperando que alguien pueda romper su hechizo.

fuente: http://leyendasyfabulas.com

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