Existen muchas leyendas en Girona de este santo, estas son otras:
En la calle de las Moscas, de Girona hay una casa señorial donde, según la tradición, vivió Sant Narcis. Una vez, que le perseguían, saltó por la ventana y dejó, sobre de la piedra, la huella de su pie en sentido inverso, para desorientar a los perseguidores, los cuales creyeron que por aquella ventana había entrado en la casa y no que había salido, y todo fue buscar al santo en balde. Esta huella de un pie humano es conocida por la "pisada de San Narciso"
Un año, el día de la fiesta del voto de Sant Narcis, un panadero del Mercadal, que tenía panadería entre la plaza de este nombre y la del Molí, de la ciudad de Girona, escéptico e incrédulo, pastó. La levadura se le volvió sangre, y cuanto más mezclaba para ver si le hacía perder el color, más rojo se le volvía. Comprendió que el santo le castigaba, y, espantado y arrepentido, cerró la artesa y fue a pedir perdón al santo, delante de su sepulcro. Hasta después de tres días no se atrevió a abrir la artesa, donde encontró la pasta fresca y a punto de hornear. San Narciso, de la misma manera que lo había castigado, lo había perdonado.
fuente: ciutatdegirona.info
En la calle de las Moscas, de Girona hay una casa señorial donde, según la tradición, vivió Sant Narcis. Una vez, que le perseguían, saltó por la ventana y dejó, sobre de la piedra, la huella de su pie en sentido inverso, para desorientar a los perseguidores, los cuales creyeron que por aquella ventana había entrado en la casa y no que había salido, y todo fue buscar al santo en balde. Esta huella de un pie humano es conocida por la "pisada de San Narciso"
Un año, el día de la fiesta del voto de Sant Narcis, un panadero del Mercadal, que tenía panadería entre la plaza de este nombre y la del Molí, de la ciudad de Girona, escéptico e incrédulo, pastó. La levadura se le volvió sangre, y cuanto más mezclaba para ver si le hacía perder el color, más rojo se le volvía. Comprendió que el santo le castigaba, y, espantado y arrepentido, cerró la artesa y fue a pedir perdón al santo, delante de su sepulcro. Hasta después de tres días no se atrevió a abrir la artesa, donde encontró la pasta fresca y a punto de hornear. San Narciso, de la misma manera que lo había castigado, lo había perdonado.
La cofradía del santo poseía un campo de
manzanas, camino de Banyoles, y se destinaba toda la cosecha para
bendecirlas y repartirlas entre los fieles. Todo el mundo respetaba
aquellas manzanas con gran miramiento y habría sido considerado un
sacrilegio comerlas. La vigilia del día de la fiesta, se hacía una
cuestación para recoger dinero para ayudar en los gastos. En
agradecimiento de la limosna recibida, los cofrades les daban manzanas
bendecidas.
Estas manzanas las depositaban encima
del sepulcro del santo durante toda la función religiosa. Después, eran
repartidas entre los fieles. Se atribuía a estas manzanas la virtud de
hacer disminuir el nivel del río cuando había riadas y la ciudad
peligraba de inundarse. Se creía que si se tiraba una de estas manzanas
al agua, enseguida bajaba el nivel y el peligro quedaba conjurado.fuente: ciutatdegirona.info
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