viernes, 16 de octubre de 2015

Leyendas en Catalunya (Sant Narcis [I])

Sant Narcis y Sant Félix: los dos eran hijos de Girona; el primero era el obispo, y el segundo, el diácono. Sant Narcis sobretodo, se dedicó con especial celo a la predicación y a la conversión de gentiles.
Para eludir la persecución de los cristianos, Sant Narcis y su diácono Félix huyeron a Alemania, se pararon en Augsburg y hicieron posada en casa de una gran dama, llamada Afra, de la cual algunos dicen que era una mujer pública, y otros, que toda su casa era un burdel. Cuando oscureció, los candelabros no estaban preparados y la dama Afra riñó a sus sirvientas, pero el huésped Narcis le dijo que no hacia falta que las amonestase; bendijo los candelabros y, sin haber de poner ni una gota de aceite, se encendieron solos y dieron una luz fortísima, como nunca no se había visto. Ante aquel prodigio, Afra se conmovió y quiso seguir la religión de los huéspedes. Pasado el tiempo de peligro, Sant Narcist y su diácono regresaron a Girona, y el primero consiguió el solio obispal. Afra profesó el cristianismo y convirtió a mucha gente, tanta, que les autoridades la tomaron por cristiana y la quemaron viva en medio de la plaza. El día de su martirio, Narcis llegó otra vez a Augsburg, para verla. Pasado el suplicio, recogió el cuerpo de su conversa, procuró que ésta fuese enterrada, y se quedo un huesecillo, como reliquia, y lo llevó a Girona, donde ha sido venerado como la mejor reliquia y, como que ha obrado muchos milagros, se le tiene gran devoción. 
De vuelta a Gerunda, fue martirizado junto a su diácono y a otros muchos fieles en el mismo lugar donde posteriormente se levantó la iglesia de Sant Félix.

Leyenda.

Cuando el rey de Francia, Felipe "El Ardit", entró en nuestras tierras al frente de un potente ejército, protegido por la ayuda moral del Papa, arrasándolo y quemándolo todo, llegó hasta Girona y la sitió. Esta situación de sitio fue muy difícil de sostener por parte de los gerundenses e imposible de romper por las fuerzas de nuestro rey Pedro. Pero, he aquí que un buen día, del sepulcro de Sant Narcis, cerrado con una losa muy grande y muy pesada, salieron, no se sabe por donde, unas grandes bandadas de moscas muy virulentas, las cuales pasaron por encima de las murallas de la ciudad y se echaron como lobos encima de los franceses, y, francés que picaban, moría al momento, preso de terribles dolores. Un pánico terrible se apodero de los enemigos, que huyeron, a la desbandada, otra vez a Francia. Al pasar el Collado de Panissars, toparon con el rey Pedro y su gente, que les dieron batalla, la cual fue terrible, y los franceses murieron a miles, entre ellos, su rey. Los pocos que quedaron con vida huyeron hasta París, cargados con el cadáver de su rey. De este hecho memorable, se considera a Sant Narcis abogado de las moscas, y se cree que los días cercanos a su fiesta las moscas son más insistentes, molestas y ponzoñosa


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