Sant Narcis y Sant Félix: los dos eran hijos de Girona; el primero era el
obispo, y el segundo, el diácono. Sant Narcis sobretodo, se dedicó con
especial celo a la predicación y a la conversión de gentiles.
Para eludir la persecución de los
cristianos, Sant Narcis y su diácono Félix huyeron a Alemania, se
pararon en Augsburg y hicieron posada en casa de una gran dama, llamada
Afra, de la cual algunos dicen que era una mujer pública, y otros, que
toda su casa era un burdel. Cuando oscureció, los candelabros no estaban
preparados y la dama Afra riñó a sus sirvientas, pero el huésped
Narcis le dijo que no hacia falta que las amonestase; bendijo los
candelabros y, sin haber de poner ni una gota de aceite, se encendieron
solos y dieron una luz fortísima, como nunca no se había visto. Ante
aquel prodigio, Afra se conmovió y quiso seguir la religión de los
huéspedes. Pasado el tiempo de peligro, Sant Narcist y su diácono
regresaron a Girona, y el primero consiguió el solio obispal. Afra
profesó el cristianismo y convirtió a mucha gente, tanta, que les
autoridades la tomaron por cristiana y la quemaron viva en medio de la
plaza. El día de su martirio, Narcis llegó otra vez a Augsburg, para
verla. Pasado el suplicio, recogió el cuerpo de su conversa, procuró que
ésta fuese enterrada, y se quedo un huesecillo, como reliquia, y lo
llevó a Girona, donde ha sido venerado como la mejor reliquia y, como
que ha obrado muchos milagros, se le tiene gran devoción.
De vuelta a Gerunda, fue martirizado junto a su diácono y a otros muchos fieles en el mismo
lugar donde posteriormente se levantó la iglesia de Sant Félix.
Leyenda.
Cuando el rey de Francia, Felipe "El Ardit", entró en nuestras
tierras al frente de un potente ejército, protegido por la ayuda moral
del Papa, arrasándolo y quemándolo todo, llegó hasta Girona y la sitió.
Esta situación de sitio fue muy difícil de sostener por parte de los
gerundenses e imposible de romper por las fuerzas de nuestro rey Pedro.
Pero, he aquí que un buen día, del sepulcro de Sant Narcis, cerrado con
una losa muy grande y muy pesada, salieron, no se sabe por donde, unas
grandes bandadas de moscas muy virulentas, las cuales pasaron por encima
de las murallas de la ciudad y se echaron como lobos encima de los
franceses, y, francés que picaban, moría al momento, preso de terribles
dolores. Un pánico terrible se apodero de los enemigos, que huyeron, a
la desbandada, otra vez a Francia. Al pasar el Collado de Panissars,
toparon con el rey Pedro y su gente, que les dieron batalla, la cual fue
terrible, y los franceses murieron a miles, entre ellos, su rey. Los
pocos que quedaron con vida huyeron hasta París, cargados con el cadáver
de su rey. De este hecho memorable, se considera a Sant Narcis abogado
de las moscas, y se cree que los días cercanos a su fiesta las moscas
son más insistentes, molestas y ponzoñosa
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