miércoles, 16 de septiembre de 2015

El sexo en la Historia (Roma [IV])

Valeria Mesalina (Messalina, en latin) nació en el 25 d.C y fallecio el 48 d.C. era hija del Cónsul Romano Marco Valerio Mesala Barbado y de Domicia Lépida Menor. Tuvo un hermano llamado Marco Valerio Mesala Corvino, que fue cónsul, y un hermanastro materno llamado Fausto Cornelio Sulla Félix.
Mesalina llegó a ser la tercera esposa del emperador Claudio, de quien tuvo dos hijos: Británico y Claudia.

Pese a estar emparentada con la familia imperial, Mesalina no gozaba de la condición económica que debía tener: su hogar estaba en decadencia, su padre no era un político prominente y su madre era una mujer poco virtuosa que había derrochado la fortuna familiar.
Al no poseer una dote digna de atraer a un funcionario de renombre, Mesalina tuvo que conformarse en aceptar el cortejo del hazmerreír de la corte: Claudio, tío del entonces emperador Calígula, cuya atención había captado por su juventud y belleza. Ella decía amarlo y esto bastó para que Claudio, quien había tenido dos fracasos matrimoniales anteriormente, reconsiderara su posición respecto al matrimonio.
Seguidamente se arregló el enlace que, a ojos de su madre Domicia, era ventajoso para su familia, en lo cual no se equivocó, pues después de la caída de Calígula, Claudio fue proclamado emperador, de modo que Mesalina y su familia recobraron su condición. El nuevo emperador estaba ciegamente enamorado de su esposa, lo que motivaba que se dejara manipular por ella. Mesalina se valió de este poder que ejercía sobre su esposo para lograr sus objetivos personales que iban desde simples caprichos hasta ejecuciones.

Mesalina dio rienda suelta a su "ninfomania". Según narra el poeta Juvenal, incluso llegó a prostituirse en el barrio de Subura bajo el apodo de Lycisca.
Orgullosa de su legendaria lascivia, lanzó un reto al gremio de las prostitutas de Roma: las instaba a participar en una competición, que ella organizaría en palacio, aprovechando la ausencia de Claudio, quien estaba en Britania.
Dicho desafío consistía en saber quién podía atender a más hombres en un día. El certamen daría inicio por la noche, y a él asistirían muchos hombres importantes de la corte, además de otras damas a las cuales Mesalina había convencido de participar.
Las prostitutas aceptaron el reto y enviaron a una representante, la prostituta más famosa de Roma, por aquellos días, una siciliana llamada Escila.
Aquella noche, después de haber sido poseída por 25 hombres, Escila se rindió y Mesalina salió victoriosa, pues superó la cifra al llegar al amanecer y seguir compitiendo. Según se dice, aun después de haber atendido a 70 hombres no se sentía satisfecha, llegando hasta la cifra increíble de 200 hombres. Cuando Mesalina pidió a Escila que regresara, ésta se retiró diciendo: "Esta infeliz tiene las entrañas de acero"

Pero no todo era felicidad en ella. Cayo Apio Junio Silano, fue su amor platónico, desde su adolescencia. A pesar de sus múltiples insinuaciones, Apio nunca correspondió a los deseos de Mesalina. Pero, ya una vez siendo emperatriz, Mesalina convenció a Claudio de hacerlo regresar a Roma desde Hispania, adonde había sido relegado y, para tenerlo más cerca, lo obligó a desposarse con su madre. Aun así, Apio no cedió, por lo que Mesalina, viéndose despreciada, tramó una conspiración que terminó con la muerte de su padrastro, acusado de traidor. Al igual que Apio, Valerio Asiático corrió con la misma suerte, ya que osó despreciar a la emperatriz, pues amaba a la madre de Sabina Popea.

El Fin de Messalina

Mientras Claudio estaba fuera de Roma, en la isla de Ostia, Mesalina aprovechó para casarse con su amante, el cónsul Cayo Silio, y así tramar una conjuración en contra del emperador. Con la ayuda de su liberto Narciso, Claudio descubrió la bigamia de su esposa y la condenó al suicidio, pero no pudiendo hacerlo fue decapitada con una espada por un centurión.


Incluso el nombre de Messalina ha pasado a la historia. En principio Mesalina era la forma femenina del nombre Mesala, pero debido a la emperatriz romana y su fama, el nombre de Mesalina adquirió etimológicamente un nuevo significado: llegó a representar la idea de mujer libidinosa, hasta ser usado como un sinónimo de prostituta, similar a adjetivos como "ramera" o "meretriz". Esto en alusión a las anécdotas de la legendaria lujuria que de ella se contaban.

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