Isimud (Ismuz o Ismud), fue un dios mensajero en la antigua Mesopotamia, que era reconocido por poseer dos caras. Era mensajero y ministro o visir del dios Enki. Generalmente se le representaba con las dos caras, mirando hacia lados opuestos. Cuando Enki le consulta si puede tener relaciones con sus bellas hijas, él aconseja que haga el amor a Ninsar, luego a Ninkurra y luego a Uttu, y le lleva a ver a cada una de éstas en una embarcación, según relata el Mito de Enki y Ninhursag.



Ishkur o Iskur en sumerio, y Adad en acadio, es un dios de las tormentas y las lluvias de los pastores, adorado aproximadamente del 3500 a. C. al 1750 a. C. en la antigua Mesopotamia. Su centro de culto estaba en Karkara. Es descrito como hermano del dios sol Utu. En la mitología de la creación Enki puso a su cargo los vientos y "el dique de plata en el corazón del cielo". Otros autores lo describen como un toro o un león, y sus rugidos eran como truenos. En un texto figura como hijo de An y hermano gemelo de Enki.



Kapta, en la historia mitológica de la mesopotamia, fue una deidad menor de las obras, los picos, palas y moldes de ladrillos. Fue puesto en ese cargo por Enki.

Kingu, fue un demonio que se convirtió en el segundo consorte de Tiamat, después de que muriera su primer consorte Apsu. Tiamat, convencida de que tenía que vengar la muerte de Apsu, entregó a Kingu las "tablillas del destino", estas detentaban el poder, y así lo convirtió en Príncipe de los dioses. No de todos, sino en jefe de los jefes que apoyaron a Tiamat en la contienda. En la batalla Tiamat, murió a manos de Marduk, y Kingu, por ser el cabecilla (había sido nombrado Príncipe) de la rebelión, fue condenado a morir y a que con su sangre se amasara la arcilla, base de la materia prima que originó a los hombres. En realidad la creación del hombre en este mito tenía por fin el servicio por parte de éstos a los dioses (los hombres están al servicio de los dioses, y de aquéllos depende la alimentación de éstos mediante el sacrificio). Kingu es uno de los personajes del poema épico Enuma Elish, aunque su papel es secundario.

Kishar o Kisar, fue una diosa primigenia en la mitología mesopotámica. Es mencionada, una sola vez, en el poema épico Enuma Elish como madre de Anu y consorte de su hermano Anshar, hija de Apsu y Tiamat. Kishar representa a la tierra, y es vista como una diosa madre y contraparte de Anshar, el cielo.

En otras ocasiones, aparece como hija de Lahmu y Lahamu, siendo esta última la primogénita hija nacida de Tiamat y Apsu.

Es mencionada, a veces, como madre de Ki/Ninhursag (pero ésta, en otros textos figura como hija de Nammu).

Lahar, es una diosa del ganado, que inicialmente vivió en Duku. Enki y Enlil, por urgencia de Enki, crean campos y granjas para él y la diosa de los granos Ashnan. En esta área había suficiente espacio para que Lahar criara ganado, y para que Ashnan cultivara. Pero un día se emborrachan y se pelean, recayendo en Enki y Enlil la resolución del conflicto. En una de las tablillas se relata como Lahar y Ashnan fueron creados y diseñados en la "cámara de creación" en el Montículo Sagrado. Más tarde los Anunnaki decidieron beneficiar a los humanos con el aprendizaje de la crianza de ganados y cultivos

Marduk fue el nombre de un dios de la última generación de Mesopotamia y la deidad patrona de la ciudad de Babilonia. Cuando esta ciudad se convirtió en el centro político de los estados unificados del valle de Éufrates en los tiempos de Hammurabi (siglo XVII a. C.), se levantó como cabeza del panteón de dioses Babilónico. Existen particularmente dos dioses (Ea y Enlil) cuyos poderes y atributos fueron heredados por Marduk. En el caso de Ea la transferencia procedió pacíficamente y sin opacar al dios más viejo, por lo tanto, Marduk es visto como un hijo de Ea. El padre reconoce voluntariamente la superioridad del hijo y le entrega el control de la humanidad. Esta asociación de Marduk y Ea, aunque indica la supremacía una vez gozada por Eridu como centro político y religioso de Babilonia, también puede reflejar una temprana dependencia de Babilonia sobre Eridu, no necesariamente de carácter político, sino, en vista de la difusión de la cultura en el valle de Éufrates desde el sur hacia el norte, el reconocimiento de Eridu como el centro más antiguo por parte del más joven.