jueves, 28 de julio de 2016

Leyendas en Catalunya (Nicolau Aymerich [II])

La enemistad de Pere IV hacia Aymerich se intensificó en 1366, cuando Aymerich comenzó a atacar póstumamente las obras de Ramón Llull y a acosar a sus seguidores, conocidos como lulistas. El rey prohibió a Aymerich predicar en la ciudad de Barcelona. Aymerich desobedeció de forma escondida y seguidamente apoyó la revuelta de la diócesis de Tarragona contra el monarca. El conflicto terminó cuando en 1376 el gobernador local tomó a 200 caballeros y rodeó el monasterio dominico en el que residía Aymerich. Aymerich huyó a la corte papal de Gregorio XI en Avignon.

Durante su estancia en Avignón, Aymerich completó su obra más famosa, el "Directorium inquisitorum". En 1377 acompañó a Gregorio IX a Roma, donde permaneció hasta la muerte del papa en 1378. En el Cisma de Occidente que surgió tras la muerte de Gregorio IX, Aymerich estuvo del lado del antipapa Clemente VII y volvió a Avignon en 1378. Allí entró en conflicto con Vincente Ferrer, porque creía que Ferrer había empezado a simpatizar con el papa Urbano VI, el opositor de Clemente VII.
Aymerich volvió a la Corona de Aragón en 1381, descubriendo que en su ausencia Bernad Ermengaudi había asumido las funciones de Inquisidor General. Aymerich se negó a reconocer a Ermengaudi y en 1383, actuando como Inquisidor General, notificó a los habitantes de Barcelona que había prohibido las obras de Ramón Llull. Furioso, Pere IV ordenó que Aymerich fuera ahogado, pero la intercesión de la reina, Leonor de Sicilia, consiguió que se cambiara la sentencia a exilio permanente. De nuevo, Aymerich ignoró la sentencia y permaneció en Aragón, en gran parte gracias al apoyo del hijo de Pere, Joan I "el Caçador"

Pere IV murió en 1386 y fue sucedido por su hijo, Joan I, que reconoció la autoridad de Aymerich como Inquisidor General. Al principio, Joan I favoreció la represión de los lulistas, pero sólo hasta 1388, cuando Aymerich decidió investigar a toda la ciudad de Valencia por herejía. Joan I intervino para liberar al secretario de municipio, que había sido encarcelado. El rey pidió a la Iglesia que controlase la violencia de Aymerich y que las obras de Ramon Llull fuesen examinadas de nuevo.
 Después de la violencia en Valencia, Aymerich buscó refugio de las represalias de Joan I en una iglesia, pero dos años más tarde, se retiró a Avignón, donde permaneció hasta la muerte de Joan I. En Avignón Aymerich se dedicó a la defensa de la legitimidad de Clemente VII como papa. Permaneció en Avignón tras la muerte de Clemente VII en 1394, apoyando por escrito al sucesor el antipapa Benedicto XIII. Tras la muerte de Joan I en 1396, Aymerich retornó al monasterio dominico en Girona, donde permaneció hasta su muerte el 4 de enero de 1399. Su epitafio lo describe como praedicator veridicus, inquisitor intrepidus, doctor egregius.

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