Su pensamiento político era republicano y catalanista. Siempre defendió
la cultura catalana desde un prisma no separatista que no vulnerara los
derechos lingüísticos y culturales de los castellanohablantes.
Afirmaba que Catalunya debía ser autocrítica, entender al pueblo español e integrarse en España. En su tarea política siempre pretendió establecer la conciliación y la concordia entre Catalunya y el resto de España, alejarse de los victimismos y los prejuicios nacionalistas hacia el Estado español, y no culpar a éste de los problemas que padece el pueblo catalán. Abogó por los gobiernos de unidad en Catalunya con el propósito de que ésta fuese más fuerte, así como del diálogo positivo y constructivo con Madrid.
Su actitud contraria a la independencia y al concepto de unos "Països Catalanes" hizo que fuese criticado por parte de diversos sectores nacionalistas e independentistas, que lo tacharon de traidor a Catalunya, de mal político y de vendido a la monarquía española. Uno de los personajes más críticos fue el historiador Josep Benet. Sin embargo, por parte del catalanismo moderado y de sectores no nacionalistas, Tarradellas es considerado un gran político, avanzado a su tiempo e incluso un visionario de hacia dónde se dirigiría la política catalana.
Fue muy crítico con Jordi Pujol, llegando a afirmar en 1985 que La gente se olvida de que en Catalunya gobierna la derecha; que hay una dictadura blanca muy peligrosa, que no fusila, que no mata, pero que dejará un lastre muy fuerte.
Afirmaba que Catalunya debía ser autocrítica, entender al pueblo español e integrarse en España. En su tarea política siempre pretendió establecer la conciliación y la concordia entre Catalunya y el resto de España, alejarse de los victimismos y los prejuicios nacionalistas hacia el Estado español, y no culpar a éste de los problemas que padece el pueblo catalán. Abogó por los gobiernos de unidad en Catalunya con el propósito de que ésta fuese más fuerte, así como del diálogo positivo y constructivo con Madrid.
Su actitud contraria a la independencia y al concepto de unos "Països Catalanes" hizo que fuese criticado por parte de diversos sectores nacionalistas e independentistas, que lo tacharon de traidor a Catalunya, de mal político y de vendido a la monarquía española. Uno de los personajes más críticos fue el historiador Josep Benet. Sin embargo, por parte del catalanismo moderado y de sectores no nacionalistas, Tarradellas es considerado un gran político, avanzado a su tiempo e incluso un visionario de hacia dónde se dirigiría la política catalana.
Fue muy crítico con Jordi Pujol, llegando a afirmar en 1985 que La gente se olvida de que en Catalunya gobierna la derecha; que hay una dictadura blanca muy peligrosa, que no fusila, que no mata, pero que dejará un lastre muy fuerte.
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