martes, 10 de mayo de 2016

Leyendas sobre las flores (Echinopsis Mirabilis)

Cuentan que en un humilde ranchito de Santiago del Estero, en el límite con Córdoba, zona de salinas y pobreza, miserias y dignidad, orgullo y desnutrición,  se hallaba una familia típica de esas desgarradas tierras ,casi olvidada del paso del tiempo.  El padre y hermanos mayores, tratando de cazar una vizcacha, o una liebre, para festejar la Navidad. La madre, moliendo grano, o preparando una mazamorra con maiz y leche de cabra.
Los mas niños ya habían regresado desde varios kuilómetros, desde la Ruta, tratando de vender a los viajeros unos pequeñas tortuguitas. En la inhóspita caminata, al rayo me sol, solo pensaban en tener un arbolito de navidad. Era su pequeño sueño.
Caía el sol, y el rancho estaba triste. Y en la tierra yerma y calcinada, resquebrajada como las curtidas manos de sus habitantes, solo crecía un puequeño cactucito. Castigado por el sol impiadoso, oscuro y flaco por la abundancia de miseria, se resistía a ni siquiera ser tenido en cuenta. Los niños, con sus sueños de navidades postergadas, ya ni lo miraban.
En el atardecer del 24 de Diciembre, María, desde lo alto, se apiadó de esos niños, y con su inefable poder, tomo en su mano el Lucero, y lo colocó, rutilante, en la punta del cactucito.
Y fue durante la oración que los niños apreciaron el milagro.... Tenían, aunque pequeñito, su soñado arbolito navideño.
Pero estas cosas no son tan fáciles. San Pedro advirtió la falta del lucero, y él, poseedor de las llaves, sabía que alguien de mucho poder lo había quitado de su cielo. María, advertida del enojo de Pedro, tomó una estrella de su manto, y la puso en el lugar del lucero.
La leyenda no cuenta como se las arreglaron en el cielo, pero si que los niños tuvieron el árbol de navidad mas bello jamás soñado. El cactus de la oración, el "lucerito", el Setiechinopsis mirábilis, cuya efímera belleza se apaga cuando se oculta el Lucero.



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