Durante los siguientes diez años de su
vida, Phoolan alternaría entre periodos fuera y dentro de la aldea.
En esos años, cuando era adolescente, se casó con su primo Kailash,
quien ya estaba casado y en consecuencia la unión no duró mucho. Para
ser aceptada por su propia familia, Phoolan cortaba la hierba y daba de
beber al búfalo. Paralelamente, y en parte debido a que su reputación ya
era mala desde que abandonó a su primer marido, Phoolan se volvió
promiscua y, a causa de ello, fue aún más marcada por el desprecio
público, pero en lugar de cambiar por ello, Phoolan se bañaba desnuda en
el río Yamuna, quizá como una forma de provocación…
Paralelamente a todas esas peripecias,
Phoolan continuó la batalla legal contra Maiyadin, su primo y enemigo
desde la infancia. Lejos de ser la fuerza su primera opción, Phoolan usó
la inteligencia y logró llevar el caso de su padre (al que injustamente
le habían quitado casi toda la herencia) ante el Tribunal Superior de
Allahabad, donde un taquígrafo, en su vejez y tras retirarse, habría de
recordarla como una chica vehemente y animada, con los ojos brillantes
de vida y una cierta actitud dramática aparentemente premeditada.
En 1979, cuando Phoolan tenía 21 años,
fue detenido en base a la falsa acusación de haber robado en casa de su
primo Maiyadin. Entonces pasó un mes bajo custodia policial, donde fue
golpeada y violada al igual que muchas mujeres en la India. Muchos de
los policías que la agredieron eran amigos de su primo. Fue un mes
traumático, al cual Phoolan se refiere diciendo: "fui un pedazo gimiente de basura en la esquina de una sucia habitación, con ratas mirándome fijamente a los ojos".
Tras salir, todo cambiaría en el día de
la festividad de Sawan Dui, a principios de julio de ese año. Para aquel
entonces Phoolan, al igual que casi todos en la aldea, había escuchado
rumores sobre una pandilla de bandidos liderada por un tal Babu Gujar,
famoso por su crueldad.
Antes del suceso clave, se rumorea que Phoolan había recibido, tras ser
vista bañándose en el río, una carta de amenaza por parte de la banda,
en la cual se la atemorizaba con cortársele la nariz, castigo no poco
frecuente en India, donde suele usarse para sancionar la indiscreción de
las mujeres. Sea como fuere, lo determinante sucedió cuando, pasada la
medianoche de aquel Sawan Dui, Phoolan dormía en casa de su familia y de
pronto escuchó unos pasos de botas y percibió, escurriéndose en la
habitación, unos rayos de luz que, poco después, sabría que eran de las
antorchas que cargaban los miembros de la banda de Babu Gujar, cuyas
siluetas no tardaron en revelarse en las sombras que se proyectaron en
la pared, segundos antes de un episodio que, en parte por las propias
discrepancias surgidas de las veces en que Phoolan ha contado lo
sucedido, permanece parcialmente sin esclarecer.
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