miércoles, 6 de enero de 2016

Asesinos en Serie (Phoolan Devi [II])

Durante los siguientes diez años de su vida, Phoolan alternaría entre periodos fuera y dentro de la aldea. En esos años, cuando era adolescente, se casó con su primo Kailash, quien ya estaba casado y en consecuencia la unión no duró mucho. Para ser aceptada por su propia familia, Phoolan cortaba la hierba y daba de beber al búfalo. Paralelamente, y en parte debido a que su reputación ya era mala desde que abandonó a su primer marido, Phoolan se volvió promiscua y, a causa de ello, fue aún más marcada por el desprecio público, pero en lugar de cambiar por ello, Phoolan se bañaba desnuda en el río Yamuna, quizá como una forma de provocación…
Paralelamente a todas esas peripecias, Phoolan continuó la batalla legal contra Maiyadin, su primo y enemigo desde la infancia. Lejos de ser la fuerza su primera opción, Phoolan usó la inteligencia y logró llevar el caso de su padre (al que injustamente le habían quitado casi toda la herencia) ante el Tribunal Superior de Allahabad, donde un taquígrafo, en su vejez y tras retirarse, habría de recordarla como una chica vehemente y animada, con los ojos brillantes de vida y una cierta actitud dramática aparentemente premeditada.
 En 1979, cuando Phoolan tenía 21 años, fue detenido en base a la falsa acusación de haber robado en casa de su primo Maiyadin. Entonces pasó un mes bajo custodia policial, donde fue golpeada y violada al igual que muchas mujeres en la India. Muchos de los policías que la agredieron eran amigos de su primo. Fue un mes traumático, al cual Phoolan se refiere diciendo: "fui un pedazo gimiente de basura en la esquina de una sucia habitación, con ratas mirándome fijamente a los ojos".
Tras salir, todo cambiaría en el día de la festividad de Sawan Dui, a principios de julio de ese año. Para aquel entonces Phoolan, al igual que casi todos en la aldea, había escuchado rumores sobre una pandilla de bandidos liderada por un tal Babu Gujar, famoso por su crueldad.
Antes del suceso clave, se rumorea que Phoolan había recibido, tras ser vista bañándose en el río, una carta de amenaza por parte de la banda, en la cual se la atemorizaba con cortársele la nariz, castigo no poco frecuente en India, donde suele usarse para sancionar la indiscreción de las mujeres. Sea como fuere, lo determinante sucedió cuando, pasada la medianoche de aquel Sawan Dui, Phoolan dormía en casa de su familia y de pronto escuchó unos pasos de botas y percibió, escurriéndose en la habitación, unos rayos de luz que, poco después, sabría que eran de las antorchas que cargaban los miembros de la banda de Babu Gujar, cuyas siluetas no tardaron en revelarse en las sombras que se proyectaron en la pared, segundos antes de un episodio que, en parte por las propias discrepancias surgidas de las veces en que Phoolan ha contado lo sucedido, permanece parcialmente sin esclarecer.


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