martes, 23 de agosto de 2016

Historia de Catalunya (La "Bullanga" de Barcelona [II])

Tras el motín del 25 de julio y de la madrugada del 26 no volvió la calma a Barcelona. Uno de los responsables fue el capitán general Manuel Llauder que encrespó los ánimos del sector más radical de los liberales y de las capas populares cuando en una aparición fugaz en Barcelona publicó una proclama en la que amenazaba con castigar a los culpables de los asaltos a los conventos. El 5 de agosto los acontecimientos se precipitaron cuando el nuevo gobernador militar de Barcelona, el general Bassa, fue asesinado por unos amotinados, sin que la milicia urbana ni la tropa hicieran nada por defenderlo. Luego su cadáver fue arrojado desde un balcón, arrastrado por las calles y quemado. También fue destruida la estatua de Fernando VII que había erigido en la Plaça del Palau el anterior capitán general, el Conde de España y asimismo fueron quemadas las casetas de los consumos. Al día siguiente fue incendiada la fábrica "El Vapor", instalada hacía poco en la calle de Tallers por la sociedad Bonaplata, Vilaregut, Rull y Cía. Parece que el incendio de la fábrica fue un acto de "ludismo" como así lo advirtió un observador de la época en un artículo aparecido en "El Vapor" seis meses después: "No sé yo que en los movimientos populares se dirija la plebe a las tesorerías ni casas de bancos, haciéndolo con mucha frecuencia a los establecimientos de producción cuyas máquinas hacen innecesario el trabajo personal"
Días después de los incendios de Barcelona fueron asaltados e incendiados otros conventos de Catalunya, como el de los capuchinos de Sabadell, Mataró, Arenys de Mar y Villafranca del Panadés, los de los jerónimos de El Valle de Hebrón y el de Murtra, el de carmelitas descalzos de Cardó, así como las cartujas de Montalegre y Scala Dei, los benedictinos de Sant Cugat y Santa María de Ripoll y los cistercienses de Poblet y Santes Creus. Tampoco se libró el monasterio de Montserrat de ser saqueado tras haberlo abandonado los monjes el 30 de julio
En total fueron asesinados 22 religiosos y 8 sacerdotes seculares, que sumados a los asesinados anteriormente en Reus y Barcelona ascienden a 67, distribuidos del siguiente modo: 3 benedictinos, 2 cartujos, 2 trinitarios calzados, 3 carmelitas, 18 franciscanos, 4 dominicos, 3 mercedarios, 5 agustinos, l capuchino, 12 carmelitas descalzos, 1 trinitario descalzo, 1 paúl, 4 de otras órdenes religiosas y 8 sacerdotes. Durante los primeros días de agosto se repitieron diversas asonadas anticlericales en Murcia. Fruto de tal persecución y violencia contra los religiosos, y en menor grado contra los sacerdotes, algunos curas párrocos abandonaron las iglesias de sus pueblos y buscaron refugio seguro en otros lugares

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