miércoles, 9 de marzo de 2016

Asesinos en Serie (Richard Ramirez [II])

En este momento Richard  Ramírez experimenta ya las típicas fantasías del asesino serial que son abstracciones salpicadas de muerte, sangre y violencia que le producen gratificación erótica y sexual. El contexto vital de Ramírez es una década impregnada del miedo y a la vez culto al satanismo. En el subconsciente colectivo permea este miedo a Satanás y sus vicarios de la tierra. Psicólogos, investigadores de lo paranormal y demás personajes avalan la existencia de cofradías y ritos secretos de satanistas donde se sacrifican humanos y se glorifica al maligno. En el ambiente musical proliferan bandas irreverentes como AC/DC que cantan apologías del Diablo y del infierno. Obvio que Richard  Ramírez es fanático de estos fulanos y es Satánico de hueso colorado. Toda su apariencia y actitud están enfocadas en esa dirección. Como pasa los días alimentándose con comida chatarra y dulces ya tiene los dientes podridos y ha perdido varias piezas. Su aliento es verdaderamente diabólico. Esto es un punto en favor al objetivo de ser cada vez mas como el diablo.
Así va pasando su vida, hasta que las fantasías, las drogas y su insana vida ya no dan para más. Las emociones y la gratificación sexual que busca tienen que encontrar satisfacción con acciones más concretas, como golpear, violar y asesinar. Entonces el vehículo perfecto para justificar y dar cauce a sus impulsos es nada más y nada menos que el satanismo. Pero regresemos un poco a la infancia de Ramírez para escarbar un poco en los antecedentes. Ahora se sabe que ha padecido de moderados episodios epilépticos lo cual lo aísla de las actividades que los demás chicos realizan para esparcimiento e integrarse a los de su edad. En la escuela es tímido, retraído y de aspecto delgado y afeminado. A la par de sentirse rechazado por los demás, alberga grandes ambiciones, anhela ser reconocido por lo que es, y generalmente este tipo de personas se siente superior e incomprendida. Es este el típico cóctel de personalidad que fermenta criminales, extorsionistas, violadores y asesinos seriales. Sujetos como el 'Mad Bomber' y el 'Unabomber' caben perfectos en esta descripción. En su momento siendo escolares nadie los vio hablar, reír ni relacionarse con mujeres de una manera plena y normal. Pasaron como se dice 'de noche y en patines' sin que nadie pudiera recordarlos con precisión. Este tipo de aislamiento produce resentimientos que acompañarán toda la vida al criminal, provocando en buena medida sus actos de venganza y reivindicación ante la sociedad. Luego toma como modelo a seguir a su torcido primo y descubre la existencia de un movimiento satánico en el que sus desviaciones y temperamento parecen hallar una vía de entendimiento y doctrina. Podemos decir que el escenario de la tragedia esta puesto con todo en su lugar.
El 28 de Junio de 1984 el diablo hizo su aparición: Jeannie Vincow de 79 años fue atacada en su pequeño departamento de la calle Glassel Park en Los Ángeles, el hijo de la pobre mujer descubrió el cadáver a la mañana siguiente. La policía descubrió que el asesino había entrado por una ventana que había sido dejada abierta y la mujer había sido violada y apuñalada varias veces, las heridas infringidas en el cuello eran tan profundas que casi se le desprende la cabeza. En ese momento los oficiales no pudieron hacer nada al respecto. Casi un año después, el 17 de Marzo de 1985 casi a la medianoche, la señorita María Hernández llegaba de su trabajo exhausta y estaciono su auto frente a la puerta de la cochera de su condominio y al abrir la portezuela se encontró con Richard Ramírez quien apuntó su arma directo a la cara, a pesar de las suplicas de la mujer este le dio un tiro. Afortunadamente para ella el reflejo de protegerse con la mano hizo que la bala rebotara en las llaves del carro. Ella cayó herida pero haciéndose la muerta, Ramírez subió al departamento y asesinó a sangre fría a la amante de Hernández, Dayle Okazaki de 33 años que fue hallada por María tendida en un charco de su propia sangre. El balazo al cráneo había sido fulminante. Ramírez se esfumó del lugar, para continuar su racha homicida. Casi a la hora, Tsai-Lian Yu halló su destino a manos de Ramírez quien en la calle, paro su auto, abordó a la pequeña mujer forzándola a abrir la puerta y la acribilló a plomazos. Rápido y sin mediar ninguna explicación, la mujer nacida en Hong Kong solo resistió algunos minutos, el oficial que la asistió llamó una ambulancia pero murió en su Chevrolet color amarillo a los pocos minutos. De este cruento episodio la policía se dio cuenta que tenían un grave problema entre manos. Hernández aportó los primeros detalles del sospechoso: alto, oscuro, de aspecto intimidante y de origen hispano. Días después del doble asesinato, Richard Ramírez atacó de nuevo. El matrimonio Zazzara fue el blanco esta vez. El modus operandi comenzaba a tomar una forma definida. Al señor Vincent Zazzara lo liquidó instantáneamente de un tiro en la cabeza, pero Maxine Zazzara sufrió la furia diabólica del asesino en toda su maldad. Se dice que los primeros oficiales en ver la escena quedaron impactados por la violencia con que fue asesinada la pobre mujer: el cadáver presentaba los ojos sacados de sus orbitas, varias heridas profundas en cuello, abdomen y área perineal, así como una gran herida en el pecho izquierdo en forma de T. Esta vez se encontraron algunas huellas, la impresión de un zapato tenis y la certeza de que el intruso había sido el mismo responsable de las muertes de la señora Vincow y las señoritas Okazaki y Yu. Se dieron cuenta que la sed de sangre del sospechoso iba en aumento y que su atrevimiento iba in crescendo por lo que temían que atacaría de nuevo muy pronto. La espera no duró gran cosa y el 24 de Mayo de ese año, Ramírez hacía de las suyas en la residencia de los señores Wu. La señora Jean Wu despertó violentamente ante el plomazo que Richard Ramírez propinó a su esposo en la cabeza. Procedió a golpearla sin misericordia para luego amarrarla y se puso a revisar los cajones y las pertenencias de los viejos. Al no encontrar nada de valor y siempre diciendo maldiciones tomó a la señora de 63 años y la violó para abandonar el lugar. Al recuperarse la señora informó a la policía que el atacante había sido un sujeto alto, oscuro y de origen hispano. Información que ya esperaban escuchar los detectives angelinos.


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