martes, 25 de agosto de 2015

Religiones y Cultos (Cap. Grecia [XVIII])

Tantalo

 Tántalo  era un hijo de Zeus y la oceánide Pluto, rey de Anatolia. Se convirtió en uno de los habitantes del Tártaro, la parte más profunda del Inframundo, que estaba reservada para castigo de los malvados. Fue padre de Pélope, Niobe y Broteas con la pléyade Dione, claro que para no ser menos que su padre tuvo amores con: Euritemista (una hija del dios-río Janto), Eurianasa (una de las hijas del dios-rio Pactolo) o Clitia (hija de Anfidamante) .
Se conoce a Tántalo por haber sido invitado por Zeus a la mesa de los dioses en el Olimpo. Jactándose de ello entre los mortales, fue revelando los secretos que había oído en la mesa y, no contento con eso, robó algo de néctar y ambrosía y lo repartió entre sus amigos.
Tántalo quiso corresponder a los dioses y les invitó a un banquete que organizó en el monte Sípilo. Cuando la comida empezó a escasear, decidió ofrecer a su hijo Pélope. En lo que constituye un arquetípico rito de iniciación chamánica, descuartizó al muchacho, coció sus miembros y los sirvió a los invitados. Los dioses, que habían sido advertidos, evitaron tocar la ofrenda.
Un último crimen terminó por colmar la paciencia de los dioses: cuando Pandáreo robó el mastín de oro -que le había hecho Hefesto a Rea para que cuidara del recién nacido Zeus -y se lo dio a Tántalo para que lo ocultara. Una vez pasada la alarma inicial sin que se supiera nada del perro, Pandáreo le pidió que se lo devolviera, pero Tántalo le juró por Zeus que nunca había oído hablar de él (otra versión invierte los papeles y hace de Tántalo el ladrón y de Pandáreo el ocultador). Escandalizado Zeus por el perjurio o por el robo aplastó a Tántalo con una roca que pendía del monte Sípilo y arruinó su reino.
Después de muerto, Tántalo fue eternamente torturado en el Tartaro por los crímenes que había cometido.
Pélope.

El padre de Pélope era Tántalo y de Dione (hija de Atlas). Un día fue al Monte Sípilo en el hacer una ofrenda a los Olímpicos, Tántalo descuartizó a Pélope y cocinó un estofado con su carne, que entonces sirvió a los dioses. Demeter profundamente apenada tras el rapto de su hija Perséfone por Hades (Dios del Inframundo), distraídamente aceptó el ofrecimiento y se comió el hombro izquierdo. Sin embargo los demás dioses advirtieron la trama y evitaron comer el cuerpo del muchacho, trayéndolo de vuelta a la vida y reemplazando su hombro con uno de de márfil que fabricó para él Hefesto. Tras su resurrección, Pélope era más bello que antes: Poseidón (Dios de los mares)  se enamoró de él, llevándolo al Olimpo, haciéndolo su amante y enseñándole a conducir su divino carro. Más tarde Zeus expulsó a Pélope del Olimpo, enfadado porque su padre, Tántalo, había robado la comida de los dioses, dándosela a sus súbditos en la tierra y revelando los secretos que había oído.
Pélope, ya un hombre, quiso casarse con Hipodamía, que era hija de Enómao (Rey de Pisa) este había había matado a treinta pretendientes de la joven tras vencerlos en una carrera de carrros. Había hecho esto porque la amaba para sí o, alternativamente, porque una profecía afirmaba que moriría a manos de su yerno. Pélope fue a pedir la mano de Hipodamía y se preparó para competir con Enómao. Preocupado por si perdía, Pélope fue a la orilla del mar e invocó a Poseidón, su antiguo amante, y, recordándole su amor (los "dulces regalos de Afrodita"), le pidió ayuda. Sonriendo, Poseidón hizo aparecer un carro tirado por caballos alados.
Aún inseguro de sí mismo, Pélope (o la propia Hipodamía) convenció al auriga de Enómao, Mirtilo, para que le ayudase a ganar, prometiéndole la mitad del reino y la primera noche en el lecho de Hipodamía.
La noche anterior a la carrera, al montar el carro, Mírtilo cambió las pezoneras de bronce que sujetaban las ruedas al eje por unas falsas fabricadas con cera de abeja. La carrera comenzó y discurrió durante mucho tiempo. Pero justo cuando Enómao estaba alcanzando a Pélope y preparándose para matarlo, las ruedas se soltaron y el carro se rompió. Mírtilo sobrevivió, pero Enómao fue arrastrado por sus caballos hasta morir.
Pélope mató entonces a Mírtilo, porque éste había intentado violar a Hipodamía. Cuanto moría, Mírtilo maldijo a Pélope por su traición, y la maldición se cumplió: dos de los hijos de Pélope e Hipodamía, Atreo y Tiestes, mataron a un tercero, Crisipo, que era su favorito y que iba a heredar el reino. Atreo y Tiestes fueron desterrados junto con Hipodamía, su madre, quien entonces se ahorcó. La maldición también alcanzó a sus hijos, nietos y bisnietos, incluyendo a Agamenon, Egisto, Menelao y Orestes.
Más tarde, Pélope controló todo el Peloponeso (término que significa "isla de Pélope").
Durante la Guerra de Troya, los huesos de Pélope fueron llevados a esa ciudad por los griegos, pues un oráculo había dicho que serían capaces de ganar si lo hacían.

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