martes, 1 de diciembre de 2015

Leyendas en Catalunya (El Dragon de Sant Llorenç de Munt)

 En el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac, próximo a Bar­celona, hay muchos refugios y cuevas; entre ellas, una de las más conocidas es la cueva del Dragón. Natural­mente, a nombre tan sugestivo tiene que corresponderle una leyenda. Y, en efecto, así es.
En tiempo de los moros, viendo éstos la valentía y bravura de los cristianos y cuán difícil iba resultando la conquista de la Península, decidieron traer de Áfri­ca, para ayudarse, un monstruo pequeñito, especie de dragón, "que corría como un buey y volaba como un ave de rapiña". Lo subieron por el río Llobregat y lo dejaron en las cuevas de la montaña de Sant Llorenc de Munt.
Mientras fue pequeño, los mismos moros se encar­garon de llevarle ovejas, con las cuales se alimentaba; pero conforme se hizo mayor, comenzó primero a diez­mar los rebaños, y después a atacar y devorar perso­nas, sembrando el terror en la comarca. En vista de ello, el conde Guifré mandó al caballero Spes, acom­pañado de varios jinetes, para que fuera a la busca y captura de semejdnte monstruo.
Cuando llegaron, estaba devorando a un hombre; pero rápidamente, soltó su presa y arremetió contra el escuadrón, volando, bramando y lanzando silbidos que asustaron a los caballos, los cuales se precipitaron por una sima, que desde aquel momento se llamó "la Si­ma de los Caballos".
La empresa fue un completo fracaso, y los caballe­ros se vieron precisados a volver a pie, asustados y derrotados.
Ante tal hecho, fue el mismo conde el que se deci­dió a matar al dragón.
Armado con su lanza y espada, y provisto de una gruesa rama de árbol, se presentó en la cueva del mons­truo. Allí le provocó, empujándole y golpeándole con la rama; pero el dragón la cogió y la rompió en dos pedazos. Entonces comenzó a bramar y silbar como acostumbraba. Con sus movimientos, los dos trozos de la rama de árbol quedaron colocados en forma de cruz. Esto fue interpretado por el conde como feliz pre­sagio, y arremetiendo con toda su fuerza, le atacó con la espada. Le dio algunos golpes, pero sin conseguir apenas herirlo; aquel animal repugnante parecía ser in­vulnerable. Comenzó a volar, y cogiendo al conde Gui­fré con sus garras, se lo llevó.
Todo parecía perdido. Sin embargo, el conde, sin de­jar de encomendarse a Dios y mirando aquella cruz he­cha por el mismo dragón, y que seguía esgrimiendo en­tre sus tentáculos, le atacó con su lanza al corazón y lo mató.
Fue a morir en un monte próximo, que desde enton­ces se llamó "el Cerro de la Cruz". Le quitó la piel al dragón, y, rellenándola con pa­ja, fue llevada a Barcelona, donde todos pudieron con­templar el terrible animal y alabar la valentía del conde.

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Leyendas en Catalunya (Fundación del Monasterio de Ripoll)

 La ciudad de Ripoll, en otro tiempo rica y florecien­te, había sucumbido a mano de los moros, que incen­diaron sus casas, sus templos e incluso sus campos, y cuando Carlomagno volvió a entrar en ella, vencedor, sólo encontró un montón de ruinas.
Apenado, el emperador paseaba silencioso por en medio de tanta devastación, cuando vio a un viejecito superviviente de la gran tragedia, que con otros veci­nos, también ancianos ya, cultivaban un rinconcito de tierra y rendían culto a una imagen de María. Se apro­ximó el emperador, para ver de cerca la imagen, y, en­cantado con ella, prometió a los ancianitos ayudarles en sus trabajos de reconstrucción; pero no levantarían una ciudad, sino un monasterio, donde una orden re­ligiosa diera culto para siempre a aquella hermosa imagen.
Pero los moros volvieron a entrar en Ripoll y deshi­cieron aquel principio de fundación que allí había, pa­sando a cuchillo a los cinco viejecitos; pero antes ellos habían tenido tiempo de tapiar en lugar seguro la ima­gen de la virgen:
Pasaron los años. Las armas cristianas se habían he­cho ya dueñas dé aquel territorio; el recuerdo de los viejos fundadores de Ripoll perduraba en el ánimo de todos, y se fundó un monasterio, que se entregó a una orden religiosa. Pero había una gran pena. ¿Y la vir­gen? ¿Dónde estaba escondida la virgen? La imagen venerada no llegó a aparecer, por más que se la buscó.
Corrían los tiempos de Guifré el Pelós. El esforza­do conde se durmió aquella noche con la preocupación de todos: hallar la imagen. Inquieto se revolvía en el lecho, cuando he aquí que soñó...
Vio ante sí una dama bellísima, que le hacía señas para que la siguiera.
La obedeció y caminó tras ella por un sendero aro­mado de flores, mientras una dulcísima música reso­naba en el aire.
La dama llegó a una cueva y se colocó sobre un mu­ro bajo; a sus pies había un hombre en oración: era Carlomagno, que al ver al recién llegado, le conminó para que cumpliera su promesa de que fuera honrada y venerada aquella imagen. El conde dijo que lo cum­pliría, y más aún: que regalaría a la imagen una joya de valor que le iban a entregar. Y cuando se volvía a buscar la joya prometida, despertó. ¡Todo había sido un sueño!
Muy preocupado quedó el conde Guifré por tal sue­ño, y así se lo contó al obispo Gotmar; pero éste no supo entenderlo, y, por otra parte, el conde no encon­tró en los alrededores de Ripoll camino alguno pareci­do al que viera en sueños siguiendo a la señora.
Unos días después salió una vez más a pasear por el campo, con la secreta esperanza de encontrar el sen­dero de su sueño; cuando un grupo de monjes se le acer­có: al derribar una tapia, había aparecido una imagen de la virgen en una cueva cercana.
Guifré salió corriendo detrás del monje; reconoció el camino, y allí, en la tapia, ¡por fin!, la anhelada ima­gen de la Virgen de Ripoll, tal como él la viera en sue­ños, parecía sonreírle.
Cayó el conde de rodillas y en ese momento fue avi­sado de que su hijo, Radulf, acabado de llegar al mo­nasterio, se encaminaba hacia allá.
En efecto, el joven llegó montado en su caballo y, después de abrazar a su padre, le enseñó lo que traía: una riquísima joya, cogida a los musulmanes en la úl­tima refriega. Y ambos de acuerdo, la entregaron a la Virgencita de Ripoll.
El monasterio se engrandeció con la ayuda del con­de de Barcelona.
Y añade la leyenda que Radulf, el hijo de Guifré, se hizo monje benedictino y quedó en Ripoll, donde fue modelo de sabiduría, prudencia y santidad.

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Asesinos en Serie (Kennet Bianchi [III])

En su juicio, Bianchi no mostró ningún signo de culpabilidad al alegar ser inocente y tener defensa por demencia, acusando que una personalidad alterna, un "Steve Walker" había cometido los crímenes. Había incluso convencido a algunos psiquiatras profesionales que sufría de desorden de personalidad multiple, por lo que los investigadores decidieron traer sus propios psiquiatras, donde se involucró principalmente Martin Theodore Orne. Cuando Orne le mencionó a Bianchi que los que sufren el desorden de personalidad multiple tienden a tener de tres a más personalidades, Bianchi creó otro alias, este llamado "Billy".
Eventualmente los investigadores descubrieron que el nombre "Steve Walker" provenía de un estudiante a quien Bianchi había intentado robar su identidad para propósitos de prácticas fraudulentas de psicología. La policía también descubrió una pequeña biblioteca en la casa de Bianchi donde poseía libros sobre psicología moderna, indicando una fuerte explicación sobre cómo Bianchi había podido fingir el desorden. Una vez que las evidencias se habían presentado, Kenneth admitió haber fingido el desorden. Fue diagnosticado de poseer desorden de personalidad antisocial con sadismo sexual
Para adquirir clemencia, Bianchi aceptó testificar contra Bouno, pero a pesar de los esfuerzos de Bianchi de evitar ser racional y cooperativo, mantenía la esperanza de que su testimonio no fuese el último eslabón que mandara a Bouno a la cárcel. Sin embargo, sus esfuerzos fueron inútiles; Bouno fue encerrado y sentenciado a cadena perpetua.
En 1980 Bianchi comenzó una relación con Veronica Compton, una mujer que conoció mientras se encontraba en prisión. Durante su juicio, ella testificó en su defensa, diciéndole al jurado una falsa y vaga historia sobre los crímenes en un intento de inculpar a Bianchi. También admitió querer comprar un depósito de cadáveres con otro asesino convicto para el propósito de la necrofilia. Después fue encerrada y encarcelada por intentar estragular a una mujer que había seducido en un motel con la intención de convencer a las autoridades que "los estranguladores de la colina" seguían sin ser atrapados. Bianchi le había dado un poco de semen de contrabando para hacerlo parecer una violación cometida por "los estranguladores de la colina".
En 1992 demandó a Catherine Yronwode por 8.5 millones de dólares por haber puesto una imagen de su rostro representado en una tarjeta de colección; alegó que su rostro era su marca registrada. El juicio falló en contra de él diciendo que, si Bianchi usaba su rostro como marca cuando mataba, él no lo habría ocultado de la policía
Bianchi está pasando su sentencia en la Penitenciaría del estado de Washington en Walla Walla, Washington.
Se le negó libertad condicional el 18 de agosto del 2010 por una junta estatal en sacramento, de acuerdo al vocero del fiscal de distrito de Los Ángeles, Sandi Gibbons. Podrá solicitar la libertad condicional de nuevo en el 2025.

Asesinos en Serie (Kennet Bianchi [II])

Bianchi y Buono viajaron alrededor de Los Ángeles en el carro del primero y usaron insignias falsas para seducir a las mujeres fingiendo que eran policías encubiertos. Sus víctimas fueron del genero femenino desde los 12 a 28 años y de diversa clase social y ocupación. Llevaban a las chicas en su cache policía y las llevaban a su casa donde las torturaban y luego asesinaban.
  • Yolanda Washington, edad: 19 – 17 de Octubre de 1977.
  • Judith Lynn Miller, edad: 15 – 31 de Octubre de 1977
  • Lissa Kastin, edad: 21 – 6 de Noviembre de 1977
  • Jane King, edad: 28 – 10 de Noviembre de 1977
  • Dolores Cepeda, edad: 12 – 13 de Noviembre de 1977
  • Sonja Johnson, edad: 14 – 13 de Noviembre de 1977
  • Kristina Weckler, edad: 20 – 20 de Noviembre de 1977
  • Lauren Wagner, edad: 18 – 29 de Noviembre de 1977
  • Kimberely Martin, edad: 17 – 9 de Diciembre de 1977
  • Cindy Lee Hudspeth, edad: 20 – 16 de Febrero de 1978
  • Karen Mandic, edad: 22 – 11 de Enero de 1979
  • Diane Wilder, edad: 27 – 11 de Enero de 1979
Ambos abusaban sexualmente de sus víctimas antes de que las estrangularan. Además de este método, experimentaban con otros, como inyecciones letales, choques eléctricos, envenenamiento con monóxido de carbono. Mientras Bianchi cometía los asesinatos, también había buscado empleo en el departamento de policía de Los Ángeles (LAPD) e incluso patrullaba con los policías que intentaban buscar a "los estranguladores del campo" (Bianchi y su primo).
Una noche, justo después de fallar en obtener a su víctima número 11, Bianchi le reveló a Buono que él había estado con la policía haciendo un poco de patrullaje, y que había sido interrogado en múltiples ocasiones sobre el caso del estrangulador. Después de oír sobre ello, Bouno estaba furioso. La discusión llegó a un punto donde Bouno le dijo a Bianchi que si no huía a Bellingham Washington, éste lo mataría. En Mayo de 1978, Kenneth huyó a Bellingham.
El 11 de enero de 1979 mientras trabajaba como guardia de seguridad, Bianchi sedujo a dos estudiantes y las llevó a la casa que estaba vigilando. Las 2 mujeres fueron Karen Mandic Y Diane Wilder, de 22 y 27 años respectivamente; ambas estudiantes de la Universidad de Western Washington. Forzó a la primer estudiante por la escaleras enfrente de él y luego la estranguló. Asesinó a la segunda mujer de una manera particular, y al no haber tenido ayuda de su secuaz, Kenneth dejó muchas pistas y fue aprendido al día siguiente. La licencia de conducir de California y sus antecedentes de rutina lo conectaron a los domicilios de dos víctimas que habían sido asesinadas por "los estranguladores de la colina" "

Después de su arresto, Bianchi reveló que él y Bouno en 1977, mientras pretendían ser oficiales de policía, detuvieron a una joven con el nombre de Catherine Lorre con las intenciones de secuestrarla y asesinarla, pero después de descubrir que era la hija del actor Peter Lorre, la dejaron ir. Solo tiempo después, Catherine descubrió la identidad de los captores que la habían detenido.

Asesinos en Serie (Kennet Bianchi [I])

Kenneth Alessio Bianchi, nacio el 22 de mayo de 1951 en Rochester (New York)  es un asesino en serie, secuestrador y violador. Bianchi y su primo Angelo Buono fueron en conjunto conocidos como los "estranguladores de la colina". Se encuentra actualmente recluido con cadena perpetua en la penitenciaria de Walla Walla en Washington. Bianchi también es sospechoso de ser el "asesino del alfabeto", autor de cuatro asesinatos sin resolver que sucedieron en su ciudad natal.
Bianchi era hijo de una madre prostituta que lo dio en adopción a las dos semanas de haber nacido. A los tres meses de su adopción fue adoptado por Frances Scioliono y su esposo Nicolás Bianchi en Rochester.
Bianchi se encontraba perturbado gravemente a temprana edad, y su madre adoptiva lo describió como un patológico y compulsivo mentiroso. Siempre le preocupó por su afición a quedarse en transe mientras "dormía despierto". A pesar de tener un coeficiente intelectual arriba del promedio, fue un alumno de bajo rendimiento que perdía rápidamente el temperamento. Fue diagnosticado con crisis de ausencia cuando tenía cinco años, y de comportamiento pasivo agresivo a los 10 años. Después del fallecimiento de su padrastro a causa de neumonía en 1964, Frances debía trabajar mientras su hijo atendía la preparatoria, aunque fue conocido que ella mantenía a su hijo en su casa en lugar de que éste asistiera a la escuela por largos periodos de tiempo.
Bianchi hacía vjajes frecuentes al doctor a causa de problemas para orinar. Los doctores examinaban sus genitales en busca de encontrar algún problema, esto ocasionó en Bianchi un poco de humillación
Poco después de haberse graduado de la preparatoria Gates-Chili en 1971, se casó con su novia de la preparatoria; dicha unión duró 8 meses. Supuestamente Kenneth fue abandonado sin ninguna explicación. De adulto, abandonó el colegio por un semestre, yendo de un trabajo de medio tiempo a otro, hasta que finalmente terminó como guardia de seguridad en una joyería. Esto le dio una gran oportunidad de robar objetos que posteriormente daba a sus novias o prostitutas para comprar su lealtad.
Se mudó a Los Ángeles en 1977 y comenzó a pasar tiempo con su primo mayor Angelo Buono, quién impresionó a Bianchi por su elegante vestimenta, joyería y el talento de darle a cualquier mujer lo que quisiera. Comenzaron a trabajar juntos como proxenetas, y para finales de 1977, comenzaron a asesinar. Habían violado y asesinado a diez mujeres para el momento en que fueron arrestados en 1979.