viernes, 29 de enero de 2016

Leyendas en Catalunya (Jaume Melantia)

Jaume Melianta (o Melianta), "El Fadrí de Sau", fue un bandolero catalán que, por razón del lugar de nacimiento fue llamado así. Formó parte de la cuadrilla de Juan de Serrallonga, del que fue lugarteniente. Ante una ofensiva organizada por el duque de Feria, lugarteniente de Cataluña (1630), pasó a Francia, donde fue detenido en 1631 con otros bandoleros - entre los que su hermano Rafael - por Oliver de Gleu, señor del castillo de Durban, quien recibió 900 libras por la captura de los bandoleros.
Fue entregado a las autoridades reales y condonó la pena capital por su envío a galeras gracias a las confesiones que hizo sobre la actividad de Serrallonga, los hombres de la cuadrilla y los fautores y colaboradores del bandolero.

Leyendas en Catalunya (Joan Pons)

Joan Pons  no se sabe la fecha de su nacimiento - fallece 1573. Fue un bandolero del siglo XVI que operó especialmente entre los años 1571 hasta 1573 por la zona de la Conca de Barberà.
Este bandolero que asoló los alrededores de las villas de Montblanc y Sarral consiguió reunir una cuadrilla de cerca de una centena de hombres con los que atemorizan la zona norte de la veguería de Montblanc especialmente entre los años 1571 y 1573.
El nuevo virrey de Cataluña, el noble castellano Fernando de Toledo, propone una guerra total al bandolerismo y consigue formar grupos de rebato para luchar contra los bandoleros. Joan Pons se ve obligado a abandonar la Conca de Barberà y huye hacia las montañas del oeste de la comarca, donde es perseguido sin tregua por los veguers de Cervera y Vilafranca. Capturado, fue condenado a muerte y lo ejecutaron en 1573

Asesinos de Leyenda (Javed Iqbal [III])

Su abogado defensor, Najeeb Faisal Chuadhry, declaró a la Prensa que pensaba apelar a la sentencia y si fuera necesario llevaría el caso ante el Tribunal Supremo. En este caso, la ejecución se podría demorar durante años.
La sentencia fue criticada duramente por grupos de derechos humanos e incluso por el Concilio de Ideología Islámica, pero la corte de Lahore no dio paso atrás.
Como quiera que sea la sentencia jamás llegó a cumplirse. La mañana de 8 de octubre de 2001, apenas cuatro días antes de que la Sha’aria rindiera su veredicto final, las autoridades de la prisión de Kot Lakhpat hicieron pública la muerte de Javed Iqbal y su cómplice Sajid Ahmad, ambos fueron encontrados en sus celdas ahorcados, al parecer, con sus sábanas.
Las autopsias revelaron que ambos habían sido golpeados y algunas declaraciones de guardias y custodios no parecían ser del todo verdad, pero a fin de cuentas las autoridades dictaminaron “suicidio

Asesinos de Leyenda (Javed Iqbal [II])

Las primeras investigaciones policiales acerca de este caso de desaparición de menores condujeron pronto a la casa que el ingeniero compartía con sus cómplices. Allí se encontraron unas fotografías de 100 niños muertos y las ropas que muchos de ellos llevaban cuando desaparecieron. Asimismo se hallaron los restos de dos cadáveres en una tinaja azul.
Casi todas las víctimas procedían de familias muy pobres o eran mendigos, y en algunos casos habían pasado meses de la desaparición hasta que las familias presentaron las denuncias. La gran mayoría fueron identificadas por sus familias a las que fueron mostradas las fotografías. El presunto asesino afirmó que las fotografías eran tomadas por sus dos cómplices que, según añadió, eran homosexuales, aunque negó que él lo fuera.
Durante el juicio, el ingeniero negó la versión de los hechos relatada en la carta que había enviado a la Policía, y afirmó que había sido detenido por error.
En el trascurso del mismo un total de 105 testigos de la acusación prestaron declaración ante el tribunal, mientras, la defensa no presentó ninguno.
Al final, la sentencia emitida por el juez de acuerdo con la "Sha’aria", (tradicional ley islámica) lo ha hallado culpable y ha solicitado el "ojo por ojo y diente por diente". La sentencia del tribunal de Lahore es que el asesino deberá ser ejecutado en el parque público más popular de la ciudad de la misma manera que él ejecutó a sus víctimas. Con 100 niños asesinados por las manos de Iqbal, el juez dictaminó: "Morirá estrangulado delante de los padres de los niños a los que ha matado, y su cuerpo será cortado en cien pedazos que serán depositados en ácido, como usted hizo con los niños"
 no de los cómplices de Iqbal, Sajid Ahmad, de 17 años, fue también condenado a muerte porque participó en cada uno de los asesinatos. También Mamad Nadeem de 15 años fue hallado culpable de los crímenes de trece de las víctimas y ha sido condenado a 182 años de prisión (14 por cada uno de ellos), al igual que Mamad Sabir, de 13 años, a 63 años de cárcel.
Tras oír la sentencia en una sala abarrotada de público, Iqbal juró por su honor que era inocente, luego firmó el fallo y fue conducido a la prisión.


Asesinos de Leyenda (Javed Iqbal [I])

Javed Iqbal nació en 1956 en Lahore (Pakistán), y era el cuarto de los seis hijos de un prominente empresario - fallece el 8 de octubre de 2001. Cursó estudios en los mejores colegios de pago de Pakistán, y cuando los acabó, su padre le compró una gran casa en el campo. Allí estableció una fundición de acero y vivía rodeado de sus empleados, chicos jóvenes a los que daba alojamiento a parte de la paga. Era todo un referente para sus vecinos y amigos por su caridad, pues normalmente sus empleados eran huérfanos, o niños de la calle.
Javed Iqbal fue detenido en diciembre de 1998 después de que en un acto de exhibicionismo enviase una carta a la Policía en la cual confesaba haber estrangulado a un centenar de jóvenes. Además de mofarse de la incapacidad de las autoridades de atraparlo y ponerlo entre rejas, en ella explicaba cómo había cortado en pedazos los cuerpos de sus víctimas, de las que abusaba sexualmente antes de asesinarlas, y luego depositaba los restos en una tinaja con ácido para hacer desaparecer los cadáveres.
Esta carta desencadenó una auténtica caza al asesino, que se prolongó durante un mes y concluyó con la captura de un ingeniero químico de 42 años llamado Javed Iqbal, que se convirtió así en el criminal más buscado en los 53 años de historia independiente de Pakistán, donde son muy raros los casos de asesinatos en serie.
El 30 de diciembre, en otro acto de exhibicionismo típico de este tipo de criminales, Iqbal se había presentado en las oficinas de “The News”, un periódico de la ciudad paquistaní de Lahore. En la redacción de dicho periódico declaró que no sentía remordimientos por haber matado a 100 niños, pero que podría haber matado a 500 y que si sólo asesinó a 100 fue porque no quiso ir “más allá”. Confesó a los periodistas que había actuado así en protesta por los malos tratos que sufrió de las Fuerzas de Seguridad, y que temía por su vida si se entregaba directamente a la Policía, por ese motivo había acudido al periódico local