viernes, 15 de enero de 2016

Asesinos en Serie (Ed Gein [IV])

Los médicos del hospital Central del Estado deciden que el asesino no está capacitado para ir a un juicio y es internado hasta los años 68, cuando después de un juicio que duraría una semana, se le declara culpable de dos asesinatos, pero al aducirse su locura, es de nuevo internado.
El caso de Ed Gein es, desde un punto de vista médico, uno de los más complejos de la Criminología. Voyerismo, fetichismo, travestismo y puede que necrofilia, integraban su personalidad.
Sin embargo, a medida que se iba conociendo su verdadera historia, se hizo evidente que esas perversiones eran meras manifestaciones de una psicosis profunda, un trastorno mental que tenía sus raíces en la relación anormal que tenía con la madre.
Cuando los psiquiatras comenzaron a considerar las posibles razones de su comportamiento patológico, supusieron que se trataba de un caso de “Complejo de Edipo”, que Gein estaba enamorado de su madre y que a raíz de su muerte se obsesionó en buscar a alguien que la sustituyera, pues se encontraron extraordinario parecido entre sus víctimas y su madre. De niño, buscaba el amor de su madre de manera obsesiva, que le era negado una y otra vez, fue así como en su mente se desarrolló una nueva personalidad, un Ed que odiaba a la mujer.
Gein murió por insuficiencia respiratoria el 26 de julio de 1984, tras décadas de reclusión en una unidad psiquiátrica, donde resultó ser un paciente modelo. En la actualidad, sus restos descansan en el cementerio de Plainfield, al lado de los de su madre…


Asesinos en Serie (Ed Gein [III])

Auténticos cráneos yacían en la cocina, partidos por la mitad para ser utilizados como cuencos. Una de las sillas del lugar estaba forrada con piel humana. Pero las lámparas, los mangos de los cuchillos o incluso un chaleco eran también del mismo material: Piel humana. En la habitación de Gein se descubrió la cabeza de Bernice Worden, rodeada de máscaras hechas también con piel (esta vez de la cara), y con pelo auténtico.
La única habitación de la casa que no parecía "decorada" dentro de aquel museo de los horrores, era la habitación de su madre, que según aseguró Gein posteriormente, quedó intacta tras su muerte debido a que pudo comunicarse con ella después de muerta durante un año.
 Gein declaró que tan sólo recordaba, muy confusamente, haber matado a Bernice Worden, y que los demás restos humanos que se habían hallado en la granja pertenecían a nueve cadáveres que había sacado del cementerio. Explicó que en los últimos años sentía de vez en cuando la necesidad de profanar tumbas, y que en algunas ocasiones incluso conocía a las víctimas en vida y se enteraba de sus muertes leyendo los periódicos. Luego, en la noche del entierro, se dirigía al cementerio, sacaba el cadáver y rellenaba de nuevo la tumba (eso lo pudo comprobar la Policía más tarde, cuando al exhumar las tumbas, algunas de las que Gein había dicho, se encontraban vacías).
Muchos de los objetos domésticos y muebles que se descubrieron a raíz del arresto de Gein, procedían de las profanaciones de tumbas. Unas veces arrastraba cadáveres enteros hasta su casa, otras cortaba las partes más interesantes y se las llevaba como recuerdo.
El 30 de marzo de 1958 la casa de Gein fue clausurada, después de correrse el rumor de que estaba destinada a convertirse en una atracción para turistas como la Casa de los Horrores. De todas formas, su camioneta Ford sobrevivió y se vendió en una subasta pública para ser utilizada en ferias locales con un letrero que anunciaba: "¡El coche de Ed Gein! ¡Vea el coche que transportó a los muertos de las tumbas!"
 

Asesinos en Serie (Ed Gein [II])

Sin embargo, no lo tomó en serio ya que Ed Gein era una persona excéntrica que solía contestar a todo con ironías y salidas de tono. El sábado 16 de noviembre de 1957, cuando Bernice Worden se dispuso a abrir la ferretería del pueblo, de la que era propietaria, no sabía que su vida cambiaría radicalmente desde aquel día.
Ed Gein, el vecino del que nadie sospecharía, entró por la puerta y pidió un anticongelante. Bernice lo apuntó en el libro de contabilidad, se introdujo en el almacén para buscar dicho material, cuando salió solo fue consciente de una cosa. Ed Gein la apuntaba con su viejo rifle de caza. Y sin tener tiempo para gritar o pedir auxilio, la bala salió del cañón y quedó incrustada en la cabeza de Bernice Worden.
Ed Gein se metió en el mostrador, cargó con el cuerpo de la propietaria y lo metió rápidamente en su furgoneta, tratando de no ser vista por ningún testigo. Entonces se marchó del luga. Pero su astucia de lobo quedó nublada por el error que cometió. En el libro de contabilidad quedaba constancia de que él había sido el último cliente. El auténtico terror comienza entonces para los dos oficiales de policía que realizan un registro en la casa del asesino, mientras otros dos se encargan de arrestarlo y llevárselo del lugar.
Cuando uno de los policías entra en la casa, queda marcado para siempre por lo que ve y siente en ese lugar. Desde el primer momento un olor horrible acompaña a estos dos agentes. Además, una cantidad exagerada de moscas rompe el silencio de la casa. Cuando uno de los dos policías continúa avanzando, siente cómo algo choca contra su hombro. Y al darse la vuelta, al girar sobre sus pasos, se arrepentiría para siempre de haber entrado en el lugar ya que colgado de un gancho del techo por los pies, decapitado y abierto en canal yacía el cadáver de quien posteriormente sería reconocida como Bernice Worden, propietaria de la ferretería, y última víctima de Ed Gein.
Los dos agentes salieron del lugar con rapidez, para no vomitar en el escenario de un crimen. Y tras recuperarse del shock, pidieron ayuda por radio. Cuando llegó el resto de patrullas, se descubrió que solo aquel sería habitable para una persona enferma. Basura, excrementos, revistas pornográficas y de anatomía, o tazas con chicles pegados en ellas eran parte del macabro escenario. Pero aquello no era nada comparado con lo que verían después.

 

Asesinos en Serie (Ed Gein [I])

Ed Gein, nació en  en el condado de La Crosse (Wiscosin) el 27 de agosto de 1906, hijo de una mujer austera y fanática religiosa que despreciaba a su débil y borracho marido. Cuando ambos discutían, que solían hacerlo con frecuencia, el hombre se emborrachaba y pegaba a sus dos hijos.
Desde el primer momento, la vida de Ed estuvo completamente dominada por su madre, quien se había prometido a sí misma que su hijo no sería nunca como esos hombres lascivos, ateos y alcoholizados que veía a su alrededor. Seguía una disciplina muy dura castigando a sus hijos, era incapaz de darles el consuelo y el amor de una madre.
Gein no tubo contacto con otros niños, pues todo el mundo suponía ante los ojos de esa madre una amenaza para la pureza moral de su hijo. Así fue durante treinta y nueve años hasta que la mujer murió víctima de un ataque al corazón, dejando tras ella un hombre dependiente, reprimido y sólo, en un mundo que apenas comprendía.
Gein vivía solo desde la muerte de su madre en 1945 y se ganaba la vida haciendo toda clase de trabajos a los vecinos de Plainfield. Fue su habilidad en este tipo de trabajos, por la que este hombre de complexión débil, mediana edad, pelo rubio y ojos azules empezó a ser conocido entre las gentes del lugar como una persona trabajadora, cumplidora, fiable pero excéntrica. 
El propietario del aserradero no se llevaba muy bien con Gein. Encontraba extremadamente difícil hablar con él porque a veces éste comenzaba a reír con nerviosismo sin motivos como un desequilibrado, o por sus comentarios inoportunos que dejaban a la otra persona sin saber qué decir.

Pero el caso, criminológicamente hablando, comienza en 1954, cuando un granjero de Plainfield (Wisconsin) entró en la taberna de los Hogan, topándose con la gran sorpresa de que el suelo de madera estaba encharcado de algo que parecía ser sangre.  Mary Hogan, la propietaria, había desaparecido.
Cuando el sheriff llegó al lugar comenzaron los interrogantes. Para empezar, la caja registradora estaba llena, por lo que no se trataba de un robo. Además, no había señales de lucha como podrían indicar vasos rotos, o taburetes por el suelo. Cuando unos días más tarde, Ed Gein se acerca al aserradero, el propietario de este le comenta a Gein que habían raptado a Mary Hogan, y que
estaba desaparecida, este respondió: "No está desaparecida. La tengo en mi granja".