lunes, 12 de octubre de 2015

Leyendas en Catalunya (La Vella Quaresma)

La "Vella Quaresma" es, en los Países Catalanes, la representación gráfica de la Cuaresma, el tiempo que va de miércoles de ceniza hasta Semana Santa. El período penitencial, en la liturgia católica, es tiempo de ayuno y abstinencia, lo que popularmente se llama hacer magro. Todo ello es una preparación ascética para la Pascua. También está presente en otras zonas del Mediterráneo, en Grecia se le llama la señora Cuaresma (η κυρια σαρακοστη), donde se la representa sin boca y con una cruz sobre la cabeza.
Actualmente, a pesar de que el tiempo de Cuaresma ha perdido intensidad por la laicización de la sociedad, la Vieja Cuaresma continúa vigente y adopta nuevas formas de representación y de celebración. Son ejemplos s'Àvia Corema en Mahón o el Sierra la Vella de Ullastrell. En ambas poblaciones tienen una gigante que es la "Vella Quaresma", evolución que garantiza la supervivencia del personaje. También hay escuelas que han adoptado este personaje entre el carnaval y las vacaciones de Semana Santa para trabajar diversos aspectos del currículo educativo.
Tiene la forma de una vieja arrugada y xaruga, con siete piernas que va perdiendo de una en una a medida que van pasando las semanas de Cuaresma. Las singularidades que definen el personaje son que tiene siete piernas, a veces, siete arengades y que en la mano lleva un bacalao y una cesta de verduras, normalmente acelgas. En las manos lleva o bien dos bacalaos, o bien un bacalao y una parrilla.
Es muy representada en la imaginería popular impresa y tiene una función de calendario: por medio de las piernas nos lleva a Semana Santa. La ritualización y uso de la Vieja Cuaresma tiene variantes locales, pero con unos rasgos comunes. Cada semana le arrancamos o cortamos una pierna y cuando llega al final es quemada al igual que su predecesor, el Carnaval. De esta manera, el fuego destruye simbólicamente el período. En algunos lugares, cuando se llega a la mitad de la Cuaresma (en la cuarta semana), sierran la vieja por la mitad.


Leyendas en Catalunya (Les "Bubotes")

Según la mitología catalana, les "bobotes) (singular "bobota"), son fantasmas que rondan los cruces y cementerios de la isla de Mallorca para asustar a los vivos. Tienen la apariencia de personas incorpóreas y semitransparentes cubiertas totalmente por grandes sábanas blancas que los tapan la cabeza y los brazos. Normalmente permanecen invisibles, paradas en puntos concretos pero cuando se mueven para asustar a alguien, lo hacen levitando por el aire dejando un rastro que produce escalofríos en los seres vivos.Dicen en Andratx que hay "bubotes" de muchos tipos, aunque las más conocidas y temidas son las que pasean por los cementerios. También los hay pero que rodean los parajes que hay alrededor de las villas, las que rodean por calles concretos de ciudades o pueblos y las que permanecen cerradas en las casas.
Un tipo muy conocido en las Islas Baleares en general es la Bubotes Negra o Bubú, representada a los niños con un muñeco negro para asustarlos.Igualmente, en las islas se cuentan historias sobre contrabandistas de café, azúcar o tabaco que durante el tiempo de la posguerra española hacían pactos oscuros con las fantasmas para que estas ahuyentar a posibles guardias que los estuvieran persiguiendo o parando una emboscada. De esta manera el contrabandistas podían continuar con sus actividades de estraperlo sin temor a perder el saco o de ser detenidos.Las "bubotes" que se avenían a hacer este tipo de pactos, recibían el nombre de Bubotes de Contrabando y hoy en día son muy difíciles de ver, ya que el contrabandistas que conocían donde encontrarlas, ya hace tiempo que no están. De todas formas este tipo de fantasmas fueron frecuentemente suplantadas por personas que a cambio de una parte de la ganancia que sacaba el contrabandista, aceptaban disfrazarse de fantasmas para realizar con mayor o menor acierto la labor de las fantasmas auténticas.


Leyendas en la Peninsula Iberica (El duende Martinico [II])

En Andalucía se encuentras distintas historias:
En Córdoba, se dice que habitaba una casa y que se enamoró de la dueña a la que pretendía sin obtener sus favores. El hermano de la dueña quería heredar todo lo de esta y durante muchos años intentó asesinarla, Martinico cada vez que veía al hermano acercarse a la casa, provocaba un gran estruendo haciendo que todos los vecinos salieran a la calle.
La dueña cansada de Martinico y de su insistencia se cambia de casa, un día mientras salía de misa el hermano la asesinó. Nunca se pudo saber quién había sido el asesino, por lo que heredó todo lo de su hermana y se trasladó a vivir a la casa en la que estaba Martinico, esa noche, mientras dormía, notó que le faltaba el aire y como algo le oprimía el cuello, poco a poco su cuerpo se iba incorporando  hasta quedar colgado de una viga. Al día siguiente cuando los vecinos y autoridades entraron en la casa, lo encontraron muerto y en un rincón de la habitación al Martinico que les esperaba para decirles que por fin había habido justicia, y que no había sido un suicidio, sino una ajusticiamiento. Martinico desapareció.
En Granada, en el Albaicín, cuentan que el duende Martinico era el guardián de los aljibes y de los depósitos de agua, y con él se asustaba a los niños para evitar que ensuciaran el agua que servía para beber en la ciudad. 
También en Granada, en Benamaurel, en un documento de la Biblioteca Virtual de Andalucía (1) en formato vídeo, nos cuenta la leyenda de Martinico, así como que cada vez que fallecía un niño sin bautizar este se convertía en el Martinico de la casa, y que la única manera de poder hacer desaparecer al duende en la casa era pagando una bula a la iglesia.
En Baza, también de Granada, se cuenta una historia idéntica.

fuente:  http://leyendasyfabulas.com/el-duende-martinico/


Leyendas en la Peninsula Iberica (El duende Martinico [I])

El "Duende" Martinico

Duende Martinico en el grabado "Duendecillos" de los Caprichos de Francisco de Goya. Crédito Wikipedia El duende castellano por excelencia. Ácrata, agitador profesional, que lleva el desorden y la subversión en las viviendas donde desarrolla sus actividades caseras, El más popular y extendido es este "Martinico", "Martinillo" o "Martín" al que se le ha descrito generalmente como rechoncho, rabón, algo diablejo, de estatura tirando a chaparro (casi aspecto simiesco). Bastante inestable emocionalmente (pues son legendarios sus cabreos cuando es importunado); generoso, solidario con los hombres y mujeres, a los que no duda en dar mano en caso de necesidad, como de gastarle las peores jugarretas. Tiene peligrosos y secretos poderes que utiliza para transmutarse en animal (motivo por el cual algunos autores los emparentan, en forma lejana, con las hadas). Su color preferido es el rojo.
Posee extrema debilidad por aparecer con hábitos de fraile. En un relato donde se presenta una familia de hidalgos preparándose para mudarse a Valladolid (debido a las "bromas" del Martinico) descubren como éste (descrito como "frailecillo pequeño"), se les aparece con el "equipaje" al hombro, uniéndose así a la comitiva. Por lo que se le puede relacionar con el duende "Motilón" o "Mochilón". Ser fantástico de la familia de los duendes vestido de frailón o frailuco, con grandes hábitos y cubierta la cabeza y parte del rostro con la capucha del hábito, donde en el fondo brillaban unos ojos terroríficos que despedían llamas y dejaban mudos de espanto.
El Martinico no es un duende malo, todo lo contrario, su aspecto es de un ser pequeño, regordete, narigudo y hay quien dice que hasta con una pequeña chepa, casi siempre va vestido con un hábito de monje de color rojo.
En Castilla estos duendes forman parte de determinadas casas, y cada vez que alguna familia se va a vivir a ella, se encarga de gastarle bromas continuamente, cambiándoles las cosas de sitio, escondiéndola, haciendo ruidos, apagando las luces (velas, candelabros, etc…) a pesar de ello, si ven que alguien de la familia tiene problemas hacen todo lo posible por ayudarlo. En ocasiones, se encariñan tanto de una familia que cuando estos se mudan, Martinico se hace un atillo y se traslada con ellos.
En Aragón es el encargado de los sueños, por lo que cuando los niños tienen ganas de dormir se suele decir "ya viene el Martinico"