viernes, 13 de mayo de 2016

Presidents de La Generalitat (Lluis Compayns i Jover [XV])

La presencia de Lluis Companys en París había suscitado reticencias por parte de las autoridades francesas, que lo querían fuera de la capital por su radicalismo y por agitar a las masas de refugiados. Debido a ello Companys abandonó París en junio de 1939. Gracias a las gestiones de Joan Casanelles, antiguo diputado y amigo de Companys, el presidente y su esposa se establecieron en la localidad bretona de La Baule-les-Pins (Loire-Atlantique). Desde allí se desplazaba frecuentemente a París, tanto para estar al corriente de los asuntos gestionados en la oficina parisina de la Generalitat, como para visitar a su hijo Lluís, que estaba internado en un sanatorio debido a su grave enfermedad mental. En mayo su hija Maria, junto con su marido, Hèctor Gally, habían partido hacia México. A pesar de los ruegos de su hija, Companys decidió quedarse en Francia para no perder el contacto con su hijo. Con la derrota francesa ante la Alemania nazi y la firma de la capitulación, el matrimonio Companys quedó en la zona ocupada. Nada más ocupado París por los alemanes (14 de junio), el embajador español en Francia, José Félix de Lequerica, solicitó a las nuevas autoridades de la zona ocupada que todas las organizaciones de exiliados españoles e instituciones políticas fueran disueltas. Con la colaboración de las autoridades alemanas, el personal de la embajada pudo incautarse de todo el patrimonio de dichas organizaciones. Tras la firma del armisticio, Ramón Serrano Súñer, ministro de la Gobernación, envió a Francia al secretario general de la Dirección General de Seguridad, con el objetivo de localizar a los dirigentes republicanos que aún estaban en Francia, conseguir su captura y entrega a España. Gracias a la documentación incautada, el 8 de agosto las autoridades de la zona de ocupación alemana recibieron una lista con 800 nombres para su detención y entrega a las autoridades franquistas. El 13 de agosto agentes alemanes de la Gestapo detuvieron a Companys en Bretaña y lo entregaron a las autoridades franquistas el 29 de agosto de 1940.
La entrega al gobierno del general Franco la realizó el policía español Pedro Urraca Rendueles a través de la frontera de Irún. Fue trasladado a la Dirección General de Seguridad en Madrid, donde permaneció hasta el 3 de octubre de 1940, siendo torturado. Desde ahí fue enviado al Castell de Montjuïc, que servía de prisión. Allí fue juzgado en consejo de guerra el 14 de octubre. Su defensor de oficio fue el capitán de Artillería Ramón de Colubí. Como había sido juzgado en rebeldía en aplicación retroactiva de la Ley de Responsabilidades Políticas por un tribunal especial de Barcelona, sólo fue juzgado y sentenciado por "Adhesión a la rebelión militar", en una única jornada por un tribunal militar sumarísimo sin garantías. Tras un juicio que duró unas pocas horas, fue sentenciado a morir fusilado. El dictador Franco dio el "enterado", por lo que el fusilamiento tuvo lugar al alba del día siguiente, 15 de octubre de 1940, en el foso de santa Eulalia del castillo de Montjuic. No quiso que se le pusiera una venda en los ojos y murió diciendo: "Per Catalunya!"

Presidents de La Generalitat (Lluis Compayns i Jover [XIV])

Tanto la Generalitat como el exilio catalán atravesaron graves dificultades económicas pues el gobierno catalán, presionado por orden ministerial de Negrín, entregó sus fondos de tesorería al gobierno central de la II República. Ello lo realizó el consejero de Hacienda Josep Tarradellas el 2 de febrero antes de cruzar la frontera. Al no tener recursos propios, el exilio catalán estuvo supeditado a la ayuda económica del SERE presidido por Negrín o de la JARE de Prieto.
Tras pasar por Perpignan se trasladó a París, donde ya se encontraba su esposa, Carme Ballester, instalándose en el Boulevard de la Seine cerca de la modesta representación que la Generalitat había establecido en la Rue Pepinière. Su situación allí distaba de ser cómoda. Companys se había convertido en el blanco de las críticas por parte de todos los sectores del catalanismo (tanto de los que se exiliaron tras el estallido de la guerra como de aquellos que llegaron a Francia tras la caída de Catalunya). Le acusaban de ser el culpable de todos los males que había sufrido Catalunya. A Companys le responsabilizaban de no hacer frente a los revolucionarios que tomaron virtualmente el poder en Catalunya tras el fracaso de la sublevación, de haberles dejado hacer y, por tanto, de forma indirecta, de ser corresponsable de las víctimas de la violencia revolucionaria y de la mala imagen que tales desmanes habían proyectado en el exterior. También se le achacaba no haber podido mantener su papel como presidente y el de su partido como fuerza dominante en Catalunya y haberse convertido en un títere primero de los anarquistas y luego de los comunistas, con lo que habría paralizado el proceso de recuperación política y cultural catalanes iniciado con la Renaixenca. Companys confesó a Rafael Tasis que le preocupaba la actitud de muchos exiliados catalanes hacia él atribuyéndole la culpa de muchas cosas, considerándolo poco catalanista y más asociado al republicanismo español, así como culpándolo de haberse dejado engañar por falsas promesas.
Una de sus primeras decisiones en el exilio fue formar la Fundación Ramón Llull para proteger la lengua y la cultura catalana en marzo de 1939. Fue dirigida por prestigiosos exiliados como el catalán Pompeu Fabra, y el andaluz Pablo Picasso como presidente de honor de la sección de artes plásticas.
Al declarase la Segunda Guerra Mundial, el único órgano político representativo de Catalunya y su único símbolo era la Presidencia de la Generalitat pues el gobierno catalán se había disuelto y el parlamento no se podía reunir al estar dispersos sus diputados. Con el catalanismo dividido y las autoridades francesas imponiendo restricciones a las actividades políticas, Companys decidió constituir el CNC (Consejo Nacional de Catalunya). Este debía ser un organismo nacional representativo en el exilio. Consultados las personalidades más relevantes, estos propusieron que no participase ningún político que hubiese tenido un cargo oficial en Cataluña y que Companys renunciara a la Presidencia de la Generalitat. Companys optó por una vía intermedia constituyendo un Consell con cinco personalidades culturales. Pero este organismo no tuvo transcendencia pues tres meses después Companys fue detenido y fusilado otros dos meses más tarde

Presidents de La Generalitat (Lluis Compayns i Jover [XIII])

Durante toda la guerra encabezó el Gobierno de Catalunya tratando de mantener la unidad entre los partidos y sindicatos que le apoyaban. Ello fue muy difícil por las tensiones entre comunistas y socialistas agrupados en el  PSUC (Partido Socialista Unificado de Catalunya) con los anarquistas de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), apoyados estos últimos por el POUM (Partit Obrer d'Unificació Marxista). A partir de octubre de 1937 se sucedieron sus enfrentamientos con el Gobierno republicano de Juan Negrín, instalado en Barcelona, y en abril de 1938, tras la ocupación de Lleida, escribió una amarga carta al presidente del Gobierno español, quejándose de las arbitrariedades que estaba cometiendo y de la marginación que sufría el Gobierno catalán. Casi al mismo tiempo, la nueva administración franquista acordaba, mediante una ley promulgada en Burgos el 5 de abril, con las firmas del ministro del Interior Ramón Serrano Súñer y del general Franco, la derogación formal de l'Estatut de Catalunya
Después del triunfo franquista en la batalla del Ebro, la ofensiva sobre Catalunya comenzó el 23 de diciembre de 1938. El 3 de enero, las tropas franquistas pasaron el Ebro en un movimiento crucial para la suerte de la ofensiva. Desde entonces, las tropas republicanas se batieron en retirada, sin lograr establecer ninguna línea de resistencia efectiva. El 15 de enero cayó Tarragona y a partir de entonces, la aviación franquista bombardeaba día y noche Barcelona. El 18 de enero se celebró un consejo de ministros en Barcelona al que también asistieron el presidente de las Cortes, Martínez Barrio y Companys, en el que se decretó, más de dos años después del inicio de la guerra, el estado de guerra. Ante la petición del presidente del Consejo, Negrín, y a pesar de saber ya que la guerra estaba perdida, el 20 de enero Companys dirigió un mensaje radiofónico al pueblo catalán pidiendo una postrera resistencia ante las tropas franquistas que avanzaban sobre Barcelona. El día siguiente, Negrín convocó a Companys a una reunión urgente. En ella, le comunicaba que Barcelona era indefendible y que en pocas jornadas sería ocupada irremisiblemente por el ejército franquista. Por ello, le comunicaba que la Generalitat debía evacuar Barcelona. El día 22, Negrín ordenaba que los organismos estatales abandonaran Barcelona y se dirigieran a Girona y Figueres. Al día siguiente, Companys se preparó para partir. Aunque había considerado permanecer en Barcelona y esperar en su despacho a las nuevas autoridades, Companys salió de Barcelona a las tres de la madrugada del día 24. La noche anterior cenó con su amigo Josep Andreu i Abelló, presidente del Tribunal de Casación de Catalunya. Ambos recorrieron en coche las calles desiertas de Barcelona. Andreu narró ese último paseo nocturno de Companys en la capital de Catalunya
El día 26, la vanguardia franquista tomó Barcelona. Decenas de miles de refugiados se dirigían, junto las tropas republicanas en retirada, a la frontera. Tras pasar por San Hilario Sacalm y Darnius, acompañado por los consejeros Tarradellas, Sbert y Pi i Sunyer, así como por Andreu i Abelló, Companys llegó el 30 de enero al mas Perxés en Agullana, apenas a cinco kilómetros de la frontera por una carretera de montaña (evitando la aglomeración de refugiados en La Junquera). Allí se reunió con él, el 4 de febrero, el lehendakari Aguirre, amigo de Companys, que se había desplazado desde París a Catalunya para organizar la evacuación de las oficinas del Gobierno de Euzkadi en Barcelona y de los refugiados vascos y que le había hecho a Companys la promesa de acompañarle en su salida al exilio. El 5 de febrero abandonaron el país Azaña y Martínez Barrio, acompañados por Negrín. Inicialmente se había acordado que los cinco presidentes partieran al mismo tiempo, pero finalmente Azaña y Negrín se adelantaron. Horas después les siguió una comitiva formada por Companys, Aguirre y altos cargos de la Generalitat y del Gobierno Vasco. En el Km 8 de Agullana hacia La Bajol se desviaron escoltados por el comandante Escofet y sus hombres por un camino de cabras ascendiendo el collado de Lli y luego descendieron hacia Les Illes. En el descenso se cruzaron con Negrín que regresaba a España después de acompañar a Azaña a Francia. José Antonio Aguirre, rememoró después en sus escritos: Pocas personas han conocido como yo momentos de intimidad de Companys, que es cuando se descubren los hombres tal como son...aquel hombre estaba sumido en un profundo abatimiento...yo le animaba diciendo que los pueblos no mueren como los hombres y que llegaría la hora de nuestro triunfo..."no es eso..., me contestó, mi preocupación en estos momentos está concentrada en todos esos compatriotas mios que huyen sin amparo y en mi hijo enfermo"...me confió que todos sus ahorros no llegaban al equivalente a dos mil dólares y añadió..."ese dinero no es para mí, lo tenía fuera para atender la curación de mi pobre hijo que está en un sanatorio de Bélgica...yo me moriré de hambre si es preciso, pero mi hijo no, no". Aguirre escribió que llevó el asunto a la primera reunión del gobierno vasco en París acordándose ayudar económicamente a Companys en los primeros momentos en Francia

Presidents de La Generalitat (Lluis Compayns i Jover [XII])

Tras la intervención militar dirigida por el comandante en jefe de la IV División Orgánica, el general Batet, Companys fue detenido junto con el gobierno catalán en pleno y encarcelado en el buque Uruguay, fondeado en el puerto de Barcelona, que fue requisado para ser utilizado como prisión. Companys y sus consejeros permanecieron recluidos en el Uruguay hasta el 7 de enero de 1935, cuando fueron trasladados a la cárcel Modelo de Madrid para ser juzgados por el Tribunal de Garantías Constitucionales.
Las consecuencias para la autonomía catalana fueron desastrosas. El 7 de octubre, con el país aún bajo el estado de guerra, el general Batet designó al coronel de Intendencia Francisco Jiménez Arenas presidente accidental de la Generalitat. El 2 de enero, las Cortes aprobaban una ley por la que se suspendía el estatuto de autonomía, nombrándose a un Gobernador General de Catalunya que asumía las funciones del presidente de la Generalitat y de su consejo ejecutivo. En noviembre, Amadeu Hurtado, presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Catalunya había tratado de buscar una solución que salvase el autogobierno catalán del procesamiento de sus dirigentes, proponiendo que la presidencia de la Generalitat, en ausencia de su presidente, y del presidente del parlamento, fuese ocupada por el vicepresidente, Antonio Martínez Domingo, de la Lliga. Sin embargo, Companys desautorizó cualquier posible arreglo, impidiendo cualquier colaboración por parte de Esquerra Republicana.
Companys y sus consejeros fueron juzgados por rebelión por el Tribunal de Garantías Constitucionales. El 6 de junio de 1935 por diez votos a favor y ocho en contra, Companys y los miembros de su gobierno fueron condenados a treinta años de reclusión mayor e inhabilitación absoluta. Posteriormente Companys y los consejeros Comorera y Lluhí fueron trasladado al penal de El Puerto de Santa María (Cádiz), en tanto que el resto de consejeros eran internados en la cárcel de Cartagena. A pesar de ello, fue candidato del Front d'Esquerres en las elecciones de febrero de 1936 por la circunscripción de Barcelona-ciudad, resultando elegido diputado. Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones celebradas el 16 de febrero, no tardó en llegar la amnistía. Tras la dimisión de Portela, Azaña formó gobierno el 19 de febrero. Ante los continuos tumultos y manifestaciones exigiendo que los presos de octubre fuesen liberados, el presidente del Consejo propuso a la Diputación Permanente de las Cortes un decreto de amnistía. El 21 resultaba aprobado el decreto-ley y se dieron las instrucciones para que se produjese urgentemente la liberación de presos. Esa noche, Companys y sus compañeros del penal del Puerto de Santa María, Comorera y Lluhí, fueron liberados y trasladados hacia Madrid, pasando por Córdoba, donde pernoctaron. Al día siguiente, se reunieron en Ocaña con los otros cuatro consejeros, que venían de Cartagena y con todo el grupo de amigos y familiares que se había desplazado desde Barcelona para recibirlos. Esa noche llegaron a Madrid
Liberado en 1936 tras la victoria del Frente Popular, en previsión de un posible golpe militar nombró al capitán Frederic Escofet como Comisario General de Orden Público de Catalunya.
Tras el fracaso del golpe de Estado del 18 de julio y la toma virtual del poder en Catalunya por las milicias anarquistas, el presidente Companys hizo lo que pudo para limitar el efecto de la violencia desatada en la retaguardia republicana, que acabó con varios miles de personas. El 11 de septiembre de 1936, La Vanguardia recogía unas declaraciones suyas con los titulares "el Presidente condena los actos de terrorismo" y "hay que terminar con los actos que se cometen al margen de la Justicia". Pero no solo se trató de declaraciones públicas, enmarcadas en la pugna del gobierno de la Generalitat con el Comité Central de Milicias Antifascistas: Companys fue una pieza fundamental, dado el cargo que ocupaba, en una tarea que involucró a muchas más personas, y cuyos rostros más visibles fueron los consejeros Ventura Gassol y Josep Maria Espanya, el presidente del Parlament de Catalunya, Joan Casanovas, y el rector de la Universidad de Barcelona, Pedro Bosch Gimpera. En conjunto, salieron de los puertos catalanes 9206 personas (incluyendo entre ellos al cardenal y arzobispo de Tarragona Vidal y Barraquer, capturado por milicianos de la FAI y salvado in extremis de ser asesinado) hacia Marsella y Génova, la mitad de ellos durante 1936, utilizando pasaportes, visados y salvoconductos, muchas veces falsos, expedidos por la Generalitat de Catalunya. En su calidad de presidente, Companys firmó con el delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja un convenio que preveía que cualquier persona pudiese abandonar la zona de España en la que se encontrase, el cual no fructificó al negarse las autoridades franquistas a firmarlo también

Presidents de La Generalitat (Lluis Compayns i Jover [XI])

El conflicto entre los gobiernos central y autónomo siguió durante el verano. El 26 de junio, el gobierno de Samper anunciaba que declaraba la nueva ley catalana nula y sin efecto, al tratarse de la misma ley que había sido declarada anticonstitucional y que estaba considerando legislar por decreto en relación con los conflictos de competencias entre los gobiernos estatal y autónomo. Ante la oposición parlamentaria, el gobierno Samper renunció a sus pretensiones de legislar por decreto, sometiéndose a un voto de confianza el 4 de julio con el objeto de resolver el conflicto de acuerdo a la Constitución y l'Estatut. El 10 de julio, la Generalitat aprobaba varios decretos para aplicar la ley objeto de la polémica pero, al mismo tiempo, ambos gobiernos buscaban un acuerdo que pusiera fin al conflicto. No ayudaba a la resolución el hecho de que, a diferencia de Macià, Companys no tenía las mismas relaciones personales con Alcalá Zamora. Durante el mes de julio, el consejero de Justicia de la Generalitat de Catalunya, Joan Lluhí, se reunía con Samper, en tanto que el ejecutivo catalán declaraba oficialmente que era su intención hacer que la legislación sobre contratos de cultivo se ajustase a las "leyes básicas" de la IIª República. Mientras tanto, seguía el proceso de traspaso de competencias a la Generalitat de Catalunya. El 13 de septiembre, la Generalitat publicó unos nuevos decretos que modificaban los iniciales siguiendo lo requerido por el gobierno estatal. A pesar de otros desencuentros entre ambas administraciones (que produjeron incluso una nueva denuncia del ejecutivo Samper contra el catalán por injurias y desacato a cuenta de unas declaraciones de Companys contra una ley que regulaba la jurisdicción de la Generalitat sobre el personal de la administración de justicia, se llegó a un acuerdo el 21 de septiembre, pero este acuerdo no fue aceptado por la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), de forma que cuando Samper presentó el acuerdo, declarando que las modificaciones introducidas eliminaban la anticonstitucionalidad de la ley original, Gil-Robles, líder de la CEDA, anunció que retiraban su apoyo al gobierno, por lo que este dimitió. Tres días después se anunció la creación de un nuevo gobierno, bajo la presidencia de Alejandro Lerroux y la presencia de tres ministros de la CEDA. Los partidos republicanos (salvo el radical) expresaron inmediatamente su rechazo a dicha fórmula.
Tras la entrada en el gobierno de la República de tres ministros de la CEDA y al desatarse la huelga revolucionaria convocada por los socialistas en octubre en diversos puntos del país, el 6 de octubre de 1934 Companys, tras acusar al nuevo gobierno español de "monarquizante" y "fascista", proclamó el "Estado Catalán" dentro de la República Federal Española, invitando a los republicanos de izquierda de toda España a establecer un gobierno provisional de la República en Barcelona. Según declararía Companys durante su posterior juicio, el 5 de julio Joan Lluhí le habría pedido en nombre del ejecutivo catalán a Azaña, que se encontraba en Barcelona tras asistir al entierro de su antiguo colaborador Jaume Carner, que encabezase un gobierno provisional de la República en la capital catalana, pero este no habría aceptado.
Companys contaba con el apoyo de las fuerzas catalanistas de izquierda y con los partidos y organizaciones obreras, agrupados en la Alianza Obrera. Con la importante salvedad de la CNT que se había negado a secundar la huelga.
Este hecho es uno de los más controvertidos de la Segunda República y especialmente de los protagonizados por Companys. Existen innumerables interpretaciones del hecho. Stanley G. Payne, en La primera democracia española (1995), afirma que "Companys era un hombre básicamente sensato que llevaba meses sometido a presiones extremas de los catalanistas radicales". Pere Anguera, en La España de los nacionalismos y las autonomías (2003) señala a la radicalización social del independentismo y a la catalanista de los partidos marxistas, en un clima de crisis política entre los gobiernos de distinto signo en Madrid y Barcelona. En este contexto, Companys habría tratado de frenar una revolución social, desencadenando un movimiento político a cuyo frente se situaba, con el propósito de desactivar la revuelta social. También habría pretendido no perder el control de la Unió de Rabassaires y habría influido los posicionamientos crecientemente radicales y catalanistas de independentistas y partidos obreros. Josep Sánchez Cervelló, en el capítulo dedicado a Companys en En el combate por la Historia (2012), interpreta que con el desencadenante formal de la entrada de la CEDA en el ejecutivo, fueron las tensiones dentro de su gobierno entre los partidarios de mantener una alianza estrecha con las fuerzas de la izquierda republicana del resto de España (postura defendida por Joan Lluhí, consejero de Justicia), los independentistas (con Josep Dencàs, consejero de Gobernación, a la cabeza), y los que fundamentalmente promovían una revolución socialista (Joan Comorera, líder de la USC y consejero de Economía y Agricultura), los que llevaron a Companys a la radicalización y a la proclamación del 6 de octubre, con la que pretendía asumir un perfil catalanista del que según sus críticos habría carecido hasta entonces

Presidents de La Generalitat (Lluís Companys i Jover [X])

Tras su toma de posesión, y a diferencia del gobierno saliente, creó un gobierno de concentración republicana, en el que participaban consejeros no sólo de su partido, de la Unió Socialista de Catalunya o de Acció Catalana Republicana, sino también del Partit Nacionalista Republicà d'Esquerra, el partido creado por los disidentes de L'Opinió. De los siete consejeros de que constaba su gobierno solo tres ocupaban el mismo puesto en el gobierno presidido por Macià. Durante todo su mandato como presidente, Companys presidiría gobiernos de amplia base política.
Una de las primeras medidas impulsadas por el nuevo gobierno fue la Ley de Contratos de Cultivo, que pretendía sustituir los "contratos de rabassa morta" por otros más favorables para los arrendatarios de viñedos, de forma que los rabassaires pudiesen acceder a la propiedad de la tierra que cultivaban según unas condiciones menos restrictivas que las existentes entonces (los arrendatarios podrían comprar la tierra que trabajaban tras un periodo de cultivo ininterrumpido de quince años; también se estipulaba que los contratos de arrendamiento tuvieran una duración de seis años). Se trataba de la primera ley importante de carácter socioeconómico promovida por la Generalitat de Catalunya y fue aprobada por el Parlament de Catalunya, por unanimidad (la Lliga se había retirado del Parlamento tras las elecciones municipales catalanas celebradas en enero), el 21 de marzo de 1934. Entró en vigor el 11 de abril. Sin embargo, la nueva legislación contó con la oposición frontal de los propietarios, agrupados en el Instituto Agrícola Catalán de Sant Isidre, y de la Lliga Catalana, la cual pidió y apoyó el recurso de inconstitucionalidad presentado por el Gobierno de la República, presidido por el radical Ricardo Samper ante el Tribunal de Garantías Constitucionales el 4 de mayo. La argumentación del ejecutivo central era que la competencia sobre obligaciones contractuales la reservaba el artículo 15 de la Constitución de 1931 al Estado, en tanto que la Generalitat aducía que en virtud del artículo 12 del Estatuto, le correspondía la legislación en materia de política social agraria. El 10 de junio de 1934, el tribunal declaró, por 13 votos a 10, que el Parlament de Catalunya no tenía competencias sobre el tema y anuló por tanto la ley, lo que se tradujo inmediatamente en protestas callejeras en Barcelona y diversos puntos de Cataluña. Ante este hecho, interpretado por Esquerra como una agresión al autogobierno catalán, sus diputados, juntos con los de la Unió Socialista de Catalunya, se retiraron de las Cortes españolas. Por su parte, dos días después de la sentencia, el gobierno catalán hizo aprobar en el Parlamento un texto idéntico al declarado anticonstitucional, especificando además su carácter retroactivo respecto a la fecha inicial de entrada en vigor. Por su parte, las fuerzas de la izquierda republicana española, apoyaban las reivindicaciones catalanas. Así, durante el debate sobre la Ley de Contratos de Cultivo en las Cortes españolas, el 21 de junio, Azaña afirmaba que "el poder autónomo de Catalunya es el último poder republicano que queda en pie en España".
Poco después de producía una reorganización del gobierno catalán. El 28 de junio, Josep Dencàs se hacía cargo de la cartera de Gobernación, sustituyendo a Joan Selves i Carner, que había muerto inesperadamente. Militante de ERC, Dencàs era el fundador y líder de las Joventuts d'Esquerra Republicana-Estat Català (JEREC), las cuales formaban el ala independentista de Esquerra. Las JEREC se oponían frontalmente al anarcosindicalismo, porque consideraban que los conflictos sindicales desviaban la atención de los obreros de la lucha verdaderamente importante, la "nacional". Para ello, contaban con una fuerza de choque, los escamots. Tras su nombramiento, Dencàs nombró a Miquel Badia, amigo y colaborador en las JEREC, como responsable de Orden Público. El tándem Dencàs-Badia adoptó métodos expeditivos contra las organizaciones sindicales, lo que sería muy criticado. Un aspecto no esclarecido sobre los sucesos de octubre de 1934 en Barcelona fue la razón por la cual el presidente Lluis Companys encargó la cartera de Gobernación a alguien tan alejado ideológicamente, al cual incluso desde dentro del gobierno catalán se había calificado de fascista, y en unos momentos de máxima tensión social. El historiador Jordi Rabassa apunta dos posibles razones. Una sería que Companys necesitaba aplicar una política más contundente en el ámbito del orden público y no quería aparecer como el responsable de ello, para lo que necesitaría a Dencàs como chivo expiatorio. Otra sería que, en caso de fracasar, Companys podría deshacerse los independentistas de Estat Català, el grupo más fuerte opuesto a su política dentro de su partido.75 El propio Dencàs afirmaría que Companys le había nombrado consejero de Gobernación para preparar una revuelta independentista. Durante los meses siguientes, Dencàs amenazaría varias veces con dimitir, al no haber recibido el visto bueno del gobierno catalán para desencadenar la intentona independentista, el cual tampoco había autorizado la compra de armas en Europa para preparar la rebelión

Presidents de La Generalitat (Lluís Companys i Jover [IX])

Companys fue Ministro de la Marina entre junio y septiembre de 1933. Ocupó la cartera con "desgana y sin interés", desarrollando una labor poco reseñable, con escasos proyectos de ley remitidos al parlamento. La salida de Companys del gobierno fue fruto de la retirada de confianza de Alcalá Zamora a Azaña, tras producirse las elecciones a vocales del Tribunal de Garantías Constitucionales. Los sucesivos gobiernos de Lerroux y Martínez Barrio, en los que participó Esquerra pero no Companys, gestionaron el país hasta la convocatoria de elecciones en noviembre de 1933. Retornado a Barcelona, Companys se volcó de nuevo en la política catalana. En octubre había presidido la clausura del II Congreso Extraordinario de ERC, apareciendo como el sucesor natural de Macià, y en noviembre fue candidato en las elecciones generales, siendo el candidato más votado por la circunscripción de Barcelona-ciudad, si bien lo fue gracias a una argucia de Francesc Cambó, que ordenó el voto de sus fieles a Companys con el objetivo de que sobrepasase el umbral del 40% y no hubiese que repetir las elecciones, según disponía la legislación electoral. De esta forma, aunque Companys fue el candidato más votado, la Lliga obtuvo los 14 de los 15 escaños correspondientes a las mayorías en Barcelona-ciudad. Los resultados en toda España supusieron una rotunda derrota para los partidos republicanos de izquierda (salvo la Esquerra catalana) que prácticamente desaparecían del hemiciclo (13 escaños) y una reducida representación para el PSOE (59 escaños), quedando la CEDA como partido con más diputados (202 escaños), con los radicales (115 escaños) en segundo lugar.
La vida de Companys experimentó también cambios durante 1933. Se separó de su esposa Mercé Micó y se unió sentimentalmente a Carme Ballester, una militante del partido que había formado parte de Estat Catalá
El 25 de diciembre de 1933, apenas constituido el primer gobierno del bienio radical-cedista, encabezado por Alejandro Lerroux, se produjo la muerte de Francesc Macià, que no pudo recuperarse de una operación de apendicitis. Companys aparecía como el sucesor natural del presidente catalán, especialmente tras la expulsión del partido del grupo de L'Opinió, que había tenido lugar en septiembre y cuyos miembros podían haber sido sus rivales a la hora de liderar el partido y el gobierno catalán. La responsabilidad de elegir al nuevo presidente de la Generalitat estaba en manos del Parlament, el cual, reunido en sesión extraordinaria el 31 de diciembre, eligió a Companys presidente con 56 votos favorables y 6 abstenciones, entre ellas la suya y la de los diputados de la Lliga Catalana. Previamente, el grupo parlamentario de Esquerra se había reunido para elegir al candidato de su partido. Además de Companys, otros dos candidatos se barajaron como alternativa: Carles Pi i Sunyer y Humbert Torres. La identificación de Companys como la opción republicana, obrerista y rabassaire fue la que hizo que fuese el elegido. Sin embargo, su elección distó de suscitar el apoyo unánime que sí concitaba la figura de Macià. Los sectores más nacionalistas de su propio partido cuestionaban su trayectoria catalanista, por lo que su apoyo interno no era general. Su vinculación con el anarcosindicalismo suscitaba recelos en tanto que desde los sectores más conservadores de Catalunya se ponía en duda su capacidad. Más aún, en contraste con la figura de Macià, al que se consideraba representante de toda Catalunya, Lluis Companys era visto como un hombre de partido.

Presidents de La Generalitat (Lluís Companys i Jover [VIII])

En noviembre de 1931, Companys se vio salpicado por el escándalo Bloch, un polémico asunto relacionado con los contactos que el financiero francés M. Bloch (condenado por estafa) había tenido con varios parlamentarios de ERC durante una breve visita a Madrid. El asunto tuvo mucha repercusión en los medios políticos y periodísticos de toda España pidiéndose dimisiones y responsabilidades políticas. Ante ello, Lluis Companys presentó a Francesc Macià su dimisión como líder tanto del grupo de ERC como de la minoría catalana. La dimisión no fue aceptada ni por la ejecutiva del partido ni por Macià, por lo que los diputados de ERC votaron en contra de aceptar su dimisión y Companys, que se encontraba inmerso en los debates constitucionales, siguió en su puesto. Companys, al frente de su grupo, votó favorablemente la Constitución. También intervino en las deliberaciones en torno a la cuestión religiosa, apoyando la limitación de la presencia de la Iglesia católica en el ámbito público, o en las relativas al sufragio femenino, mostrándose partidario de la extensión del voto a las mujeres. También votó a favor de la reforma agraria. Desde el 6 de mayo de 1932, fecha en la que comenzó la discusión sobre l'Estatut de Catalunya en las Cortes, aprobado en referéndum por los ciudadanos catalanes pero incompatible en algunos aspectos con la nueva Constitución, hasta su aprobación el 9 de septiembre, Companys intervino activamente en los debates. A pesar de que el trámite parlamentario supuso un severo recorte del texto enviado desde Catalunya, tanto Companys como sus compañeros de la minoría catalana votaron a favor de la aprobación del estatuto.
Una vez aprobado el estatuto, el centro de la actividad política de los partidos catalanes se trasladó de las Cortes madrileñas al nuevo Parlamento que se había de constituir en Barcelona, puesto que por primera vez se había creado un espacio político autónomo en Catalunya y era preciso que cada partido consolidase su posición en este nuevo escenario. Fruto de ello es que la actividad de los diputados de Esquerra se redujo de forma drástica en el periodo posterior a la aprobación del estatuto. Al ser elegidos diputados autonómicos, muchos diputados catalanes, aunque no abandonaron su acta en las Cortes, centraron en el Parlament de Catalunya su acción política.
En noviembre de 1932, se produjeron las elecciones al Parlament de Catalunya, en las que Companys fue candidato de ERC por Lérida. Las elecciones dieron un triunfo arrollador a Esquerra Catalana, coalición de ERC con Unió Socialista de Catalunya, los federales, Unió Catalanista y el Partido Radical Autonomista, que obtuvo 67 de los 85 escaños en juego. Companys obtuvo escaño y el día 13 de diciembre fue elegido presidente del Parlament de Catalunya, por una amplia mayoría (setenta votos a favor y uno en blanco, el suyo seguramente). De esta forma, Companys se convertía en la segunda autoridad de la autonomía catalana, sólo después del President de la Generalitat de Catalunya, Francesc Macià. Además, en caso de que éste muriera o fuese destituido, Companys se convertiría automáticamente en el nuevo presidente. Companys expresó su emoción por haber sido elegido presidente del parlamento
Tras su elección, aunque no abandonó su escaño en las Cortes, presentó su dimisión como presidente del grupo parlamentario de Esquerra Republicana, haciéndose cargo del grupo Miquel Santaló.Su labor al frente de la cámara catalana no fue reseñable, sin desempeñar tampoco un papel institucional. Al contrario, su actuación fue marcádamente partidista, como demostraron diversas declaraciones públicas y mítines políticos en los que intervino durante la primera mitad de 1933.

Presidents de La Generalitat (Lluís Companys i Jover [VII])

En las elecciones generales del 28 de junio de 1931, Companys fue elegido diputado por la provincia de Barcelona, en la lista de Esquerra Catalana, que incluía candidatos de ERC, USC e independientes, y que obtuvo una amplísima victoria sobre la Lliga. Lluis Companys fue el segundo candidato más votado en su circunscripción, tras Josep Suñol i Garriga (que más tarde seria presidente del Barcelona y asesinado en la Sierra de Guadarrama). Marginado por Francesc Macià de posiciones de responsabilidad en Catalunya, la ejecutiva del partido decidió enviar a Companys a Madrid para liderar la representación parlamentaria catalana. En las Constituyentes, Companys ejerció la jefatura del grupo parlamentario de Esquerra desde su constitución, en julio de 1931, hasta septiembre de 1932. Fue también el presidente de la minoría catalana, grupo constituido por los diputados catalanes que apoyaban l'Estatut de autonomía de Catalunya. Aunque no quiso formar parte de la Mesa de las Cortes, formó parte de la Diputación Permanente, así como de la comisión de Reforma Agraria, prueba del interés de su partido de participar no solo en lo relacionado con la autonomía catalana. En palabras de Companys tras la constitución de las Cortes: "Los Diputados catalanes hemos venido aquí a defender nuestro Estatuto a la fraternal comprensión de los señores Diputados y a su sentido democrático; pero hemos venido también para intervenir en otras cuestiones que afectan a la grandeza de España: la Constitución, la Reforma agraria, las leyes sociales".
En las Cortes Constituyentes, Companys tuvo una participación muy relevante, llevando el protagonismo de la minoría, junto con Lluhí. En su condición de presidente de la minoría, estableció un contacto directo y personal con Macià, que era quien fijaba las posiciones que debía adoptar la minoría en las Cortes. Inicialmente Companys se mostró muy crítico con los gobiernos provisionales encabezados por Alcalá-Zamora, a los que veía muy poco audaces en su política de reformas: "en el país existe un afán nervioso y difuso de que se le gobierne revolucionariamente; hay una apetencia de reformas inmediatas y subversivas que serían constructivas, porque hoy gobernar revolucionariamente es cumplir el sentido gubernamental de la política". También protagonizó varios enfrentamientos con el ministro de Trabajo, el socialista Francisco Largo Caballero, acusándole de favorecer a la UGT, en detrimento de la CNT, con la que Esquerra mantenía un acuerdo tácito, lo que había permitido mantener la paz social en Catalunya en los primeros meses de la República. También intervino intensamente en los debates constitucionales, especialmente en los temas relacionados con la autonomía catalana. Tras el nombramiento de Manuel Azaña como presidente del Consejo de Ministros en octubre de 1931, Esquerra se convirtió en uno de los apoyos clave del gobierno, especialmente tras el abandono del Partido Radical de la coalición gubernamental, si bien no quiso entrar en el ejecutivo. Paralelamente, Companys siguió con su actividad periodística, fundando y ejerciendo la dirección de La Humanitat, que más tarde se convertiría en el órgano oficial de Esquerra Republicana de Catalunya. Su primer número salió a la calle el 9 de noviembre de 1931. Su papel como director de La Humanitat le permitió conservar su influencia dentro de la dirección del partido