
Los Bonaplata se asociaron con Juan Rull, José Girarlt, Miguel Vilaregut, Valentín Esparó y José Colomer, contando además con el apoyo del famoso Gaspar de Remisa y el 30 de septiembre de 1831 fundaron la sociedad "Bonaplata, Vilaregut, Rull y Compañía" con un capital de 1.600.000 reales. La fábrica, llamada "El Vapor", comenzó a funcionar en abril de 1832 y empleaba a 700 obreros en los telares mecánicos y en la fundición y en el taller de montaje de éstos. El estampador Joan Rull tenía un taller en la calle de Guijarros y Joan Vilaregut ya se había asociado anteriormente con Josep Bonaplata.
Se cree que la fábrica fue totalmente operativa a partir del 29 de noviembre de 1833 cuando apareció un anuncio en la prensa en que se invitaba a los industriales a visitar la fábrica y se ofrecían los servicios de la fundición.
La fábrica empezó a funcionar con la muerte de Fernando VII y el inicio de una etapa histórica complicada con el estallido de la Primera Guerra Carlista, que coincidía con una situación económica difícil. La nueva maquinaria fue vista como el enemigo por parte de la clase trabajadora, puesto que competía con ellos y se creía que fomentaba el aumento del paro. Este movimiento obrero, de origen inglés, recibe el nombre de ludismo.
A finales de julio del 1835, en el contexto de la Primera Guerra Carlista, hubo una serie de motines anticlericales conocidos como "bullangas". Se quemaron conventos de frailes en Reus, que eran vistos como partidarios de los carlistas, y la revuelta llegó a Barcelona. El 25 de Julio, día de Sant Jaume, se incendió el convento de Sant Josep (la actual Boquería) y también los de los carmelitas calzados, los dominicos, los agustinos y los trinitarios. El 5 de agosto el general Balsa que intentaba frenar los disturbios murió.
Esa misma noche del 5 al 6 de agosto la fábrica fue asaltada e incendiada. Los daños se acercaron a los 135.000 reales y los Bonaplata pidieron una indemnización al gobierno, al que culparon de no haber hecho bastante para evitarlo, indemnización que no se llegó a pagar nunca. El hijo de Bonaplata, que era capitán de la Milicia, intentó defender la fábrica junto con algunos obreros, disparando contra los agresores pero no pudieron impedir el asalto