
martes, 1 de marzo de 2016
Leyendas en Catalunya (Ramon Fabregat)

Leyendas en Catalunya (Deogràcies Civit)
Deogràcies Civit i Vallverdú, nació en l'Espluga Calba (Barcelona) el 22 de març de 1900 - fallecio en Mèxico 3 de març de 1990. Fue un deportista escultor y nacionalista catalán. De pequeño se trasladó a Montblanc y estudió en la Escuela de la Llotja de Barcelona. Destacó en carreras de medio fondo como atleta del FC Barcelona e hizo algunas exposiciones de sus esculturas.
Miembro d'Estat Català i de la Societat d'Estudis Militars, formó parte del pelotón de la "Bandera Negra" que organizó el complot del Garraf en 1926. Fue detenido y condenado a 12 años de prisión, pero en 1930 fue amnistiado como los otros siete miembros del grupo. Ingresó en ERC y fue jefe de uno de los centros del partido.
Durante la guerra civil española fue el administrador del Museo de las Artes Decorativas de Barcelona, y al acabar se exilió en México, donde se dedicó a la venta de chocolate y participó en las actividades del Orfeón Catalán de México y la conferencia Nacional Catalana de 1953.
Miembro d'Estat Català i de la Societat d'Estudis Militars, formó parte del pelotón de la "Bandera Negra" que organizó el complot del Garraf en 1926. Fue detenido y condenado a 12 años de prisión, pero en 1930 fue amnistiado como los otros siete miembros del grupo. Ingresó en ERC y fue jefe de uno de los centros del partido.
Durante la guerra civil española fue el administrador del Museo de las Artes Decorativas de Barcelona, y al acabar se exilió en México, donde se dedicó a la venta de chocolate y participó en las actividades del Orfeón Catalán de México y la conferencia Nacional Catalana de 1953.
Leyendas en Catalunya (Jaume Compte)

En su juventud militará en el Centre Autonomista de Dependents del Comerç i de la Indústria (CADCI). Miembro fundador del partido político Estat Català, será uno de los fundadores, en 1925, de La Bandera Negra, grupo terrorista vinculado a Estat Català encargado de llevar a cabo atentados contra distintos sectores sociales, políticos y representativos catalanes y del resto de España, en esta banda también estaban integrados como miembros Miquel Badia, Daniel Cardona, Marcelino Perelló, Ramon Xammar, Emili Granier, Jaume Julià y Jaume Balius.
A finales de mayo de 1925 participó en el atentado terrorista contra el rey Alfonso XIII y su familia cuando, de vuelta desde Barcelona a Madrid, pasaba en tren por el túnel de Garraf. El atentado resultó fallido, una vez detenido y juzgado por un tribunal militar fue condenado a muerte, pena que sería conmutada por la de cadena perpetua.
Con la caída la Dictadura de Primo de Rivera y la proclamación de la Segunda República Española en 1931 fue indultado, y dirigió las guerrillas de defensa de la República Catalana que proclamó Francesc Macià. Decepcionado por la disolución de la proclamación unilateral de la República Catalana, no quiso aceptar la Consejería de Trabajo que le ofreció Maciá, y más tarde tampoco aceptó la integración del partido político Estado Catalán (Estat Catalá en el partido político Esquerra Republicana de Catalunya. Llegados a este punto adoptará unos postulados socialistas, revolucionarios e independentistas, y fundó un nuevo partido denominado "Estat Català-Força Separatista d'Extrema Esquerra"
El 6 de octubre de 1934, cuando Lluís Companys proclamó nuevamente la República Catalana dentro de la Federación Española, él se atrincheró en los locales de la CADCI (en la Rambla Santa Mònica de Barcelona), entidad dirigida por miembros de su partido. Poco después las tropas atacaron con artillería la sede y Jaume Compte murió, junto con Manuel González Alba y Ramon Bardina, militante del PSUC.
Asesinos en Serie (Carl Panzram [VIII])

El 1 de Febrero de 1929 llegó Carl
Panzram a la conocida prisión de Leavenworth y, al serle leídas las
reglas por el guardia principal, declaró serenamente que asesinaría al
primer sujeto que se metiera contra él. Y en efecto, así ocurrió cuando
uno de los guardias la tomó contra él: a la primera oportunidad lo
masacró con una barra metálica. Estaban dentro de la lavandería, empleo
que Panzram había solicitado dada su precaria condición física y,
después de terminar con la vida del oficial Warnkle, Panzram entró en un
frenesí de locura atacando al resto de los aterrorizados prisioneros
que no podían escapar por la puerta pues estaba cerrada. Por los gritos y
el ruido del desorden, llegaron los demás guardias a poner orden en la
masacre. Cuando llegaron vieron por las ventanas a Panzram armado de una
barra metálica de varios kilos de peso, cubierto de pies a cabeza de
sangre y con las ropas hechas jirones. Una vez que el sicótico
prisionero se calmó, abrieron la puerta y lo condujeron silenciosamente a
su celda.
Por este terrible crimen fue llevado
nuevamente a juicio. Esta vez ni siquiera solicitó un abogado, ya no lo
necesitaba. Durante su confinamiento en solitario continuó la
comunicación con Lesser, a quien le comentó que le faltaban cosas que
leer, pero que en general era mucho mejor tratado que antes. Si tan solo
así hubiera sido desde un principio el trato en prisión, tal vez muchas
personas no hubieran sido robadas, abusadas y asesinadas de la manera
en que había ocurrido. Al juicio fueron llevados como testigos guardias y
prisioneros que contaron con lujo de detalles los acontecimientos del
día en que fue masacrado el señor Warnkle. La sentencia fue la horca, no
bien fue dictada por el juez, Panzram quedó inclusive agradecido y
feliz. Al ser retirado de la sala y cuando todos dejaban el lugar, aún
se podían escuchar sus horribles carcajadas…
Antes de su ejecución no faltaron las
almas caritativas que trataron de interceder por Panzram, como el doctor
Karl Menninger que solicitó entrevista con el condenado a muerte. Pero
Panzram amenazó de muerte a las asociaciones civiles que ya desde
entonces se oponían a la pena capital. Durante la corta entrevista, el
reo se mostró irritado y nada cooperativo. Para Menninger quedó claro
que ese hombre era capaz de matar a quien fuera con tal de escapar si la
menor oportunidad se presentara. Las opiniones del buen doctor fueron
rechazadas tajantemente por Panzram, quien dejó en claro que aborrecía
cualquier intervención a su favor y que deseaba llegara ya la hora de su
muerte para bien de él y de todos.
El 5 de Septiembre de 1930 a las 6 de la
mañana y ante numerosos testigos de la Prensa y la prisión, Panzram fue
colgado y declarado muerto a las 6.18 a.m. Su cuerpo no fue reclamado y
fue enterrado en un sepulcro del lugar. Hasta el momento de su muerte
se comportó desafiante e incorregible como siempre. Cuando
dos guardias intentaron ponerle la capucha negra, les escupió a ambos
en el rostro. Movía su cuello de forma frenética y violenta para
zafarse, aunque no para huir de la muerte sino sólo para decirle al
verdugo: “¡Apúrate, bastardo. Yo en tu lugar ya hubiese matado a diez!”.
No deseaba vivir, estaba feliz de saber que miraría por fin los ojos de
la muerte. Según testigos, pasó la noche en vela caminando por su celda
y canturreando una canción obscena de su propia creación.
fuente: http://asesinatoserial.net/panzram.htm
Asesinos en Serie (Carl Panzram [VII])

Y por enésima vez Panzram robó, incendió y asesinó al menos a un sujeto como parte de su venganza contra el mundo hasta ser capturado de nuevo. Durante su presidio en Washington finalmente comenzó a cantar la verdad. Los guardias pronto notaron que el reo Charles Panzram frecuentemente hablaba de haber asesinado niños. Comenzó una extensa averiguación en diferentes jurisdicciones para clarificar la información. Pronto surgieron los datos que corroboraban las aseveraciones del reo. Cuando fue registrado en la cárcel un joven guardia recién ingresado al servicio y de nombre Henry Lesser, éste preguntó a Panzram “¿cuál es tu crimen?”, a lo cual el monstruo respondió: “Lo que yo hago es reformar personas…” Pasaron algunas semanas en que el joven Lesser notó el extraño comportamiento de Panzram, quien raramente entablaba conversación con los demás. Mientras tanto, éste último no perdía el tiempo y raspaba el concreto alrededor de las barras de su ventana con el fin de escapar, pero fue delatado por otro prisionero. Entonces es sometido a las usuales torturas en boga. Esta vez Panzram maldijo inclusive a sus padres por haberle dado esa vida que desembocó en el pasar de los años a través de una existencia pendenciera y sin rumbo. Sometido a las más salvajes torturas y condiciones carcelarias de su tiempo, el legendario criminal Carl Panzram decide confesar absolutamente todo. Día tras día aporta datos de sus fechorías, en especial la violación y asesinato de los jovencitos McMahon y Alexander Luszzock. Por alguna razón Lesser se compadece del rabioso y odiado criminal y, en un gran gesto de su parte, se convierte en su único confidente en la prisión. Un día le da un dólar para que Panzram comprara cigarros y comida. Pronto ambos hombres se hacen amigos y Lesser convence a Panzram de escribir sus memorias.
Aquella enorme declaración de más de
20,000 palabras abarca toda la carrera criminal de Panzram, incluyendo
descripciones de todas y cada una de sus encarcelaciones a lo largo y
ancho del territorio. A pesar de la falta de comunicación entre agencias
y prisiones de aquel tiempo, la mayoría de los datos aportados fueron
corroborados. Estaban incluidos arrestos y alias usados desde 1900 hasta
1930. No solo habló de su vida, sino también del sistema penal
norteamericano al cual propinó acres críticas, tachándolo de inútil y
nocivo. Uno de sus lemas más recurrentes era que la fuerza daba derecho.
También aseguraba que por todos sus crímenes no guardaba
arrepentimiento alguno y que todas y cada una de las leyes de Dios y de
los hombres en algún momento las había roto. Si hubiera nuevas leyes,
con gusto las quebraba también.
Muy pronto de todas partes comenzaron a surgir ordenes de presentación
contra Panzram, y entonces pronto comprendió que este era el final de su
carrera delictiva.
Asesinos en Serie (Carl Panzram [VI])

Después de lo de Salem, viajó al norte a
Nueva York y se mantuvo en movimiento por el área de Connecticut hasta
que encontró el yate idóneo para robárselo. Una vez que tuvo uno de 38
pies en su poder, comenzó a navegar de aquí para allá demostrando gran
destreza como marinero en toda condición y clima. Cualquier lado era
bueno para asaltar yates o embarcaciones donde se hacía de joyas, ropas y
armas que posteriormente vendía. Todo era ganancia fácil y redituable.
Tan prolífico ladrón era Panzram que hasta bajaba del barco para meterse
a casas y negocios y hasta se introdujo en el yate del Comisionado de
Policía de New Rochelle, sustrayendo un revólver calibre .38 entre otros
objetos de valor y dinero.
En Junio de 1923 Panzram entra al río
Hudson. Se había hecho de la compañía de un muchachito de 15 años que
había conocido en un empleo temporal hacía meses; de nombre George
Walosin, este jovenzuelo compartía el gusto por la sodomía con Carl
Panzram, sin embargo éste último cometió el error de violarlo. Luego,
atraca en un pequeño muelle y se aventura en las poblaciones del lugar
para ofrecer en venta el yate. Pronto un joven sujeto decide ver el bote
para comprarlo. Este hombre en realidad planeaba asaltar a Panzram pero
como "entre agujas no se pican", llegado el momento quien terminó
sometido y asesinado fue el supuesto comprador.
Después de atestiguar los alcances del
capitán O’Leary, que así se hacía llamar Carl Panzram, George Walosin
decide huir y salta a la primera oportunidad al agua para nadar a tierra
firme. Reporta a la Policía los abusos cometidos contra su persona y
las autoridades montan un operativo en el río hasta capturar al elusivo
pirata O’Leary.
El largo brazo de la ley alcanzó a Panzram el 29 de Junio de 1923 y fue
puesto a disposición de la comisaría de Yonkers City, donde permaneció
unos cuantos días antes de ser confinado por tratar de escapar del
lugar. Entonces buscó la ayuda de un abogado local cuyo apellido era
Cashin. A este abogado le prometió que, si lo sacaba de la cárcel, le
pagaría con el yate, el cual valdría varios miles de dólares. El abogado
se apresuró a tramitar la fianza que pagó con sus propios recursos y a
los pocos días el capitán O’Leary fue liberado. Claro que Panzram nunca
regresó con el abogado para arreglar las cosas y, cuando Cashin trató de
registrar el bote, descubrió que era robado. Entonces la Policía
confiscó el yate y además la fianza quedó perdida.Después de su graciosa huida, Panzram se dirigió al sur de Connecticut, área donde se movía con comodidad, con el firme propósito de robar otro barco y esta vez navegar hacia Sudamérica. Para capitalizarse se dedicó a robar transeúntes de la ciudad de New Haven y, cuando la noche del 9 de Agosto de 1923 se topó en la calle con otro muchachito que iba solo, lo sometió a punta de navaja y lo condujo a los bosques cercanos. Una vez ahí le aplicó el mismo tratamiento que al joven McMahon, violándolo sin piedad hasta que ya satisfecho procedió a estrangularlo con el cinturón que llevaba el chico de origen judío. Según sus declaraciones, Panzram disfrutó de esta fechoría como ninguna otra. Dejó el cuerpo ahí tirado y se retiró del lugar tan tranquilo que nadie notó nada extraño al verlo caminar por la carretera. Este crimen permanecería en el misterio hasta que Panzram lo confesó muchos años después.
Asesinos en Serie (Carl Panzram [V])

Panzram continuó su labor destructiva
robando y quemando pequeñas iglesias por doquier pero siempre guardando
precaución para no ser apresado de nuevo. En 1920 establece su base de
operaciones en la ciudad de New Haven en Connecticut, lugar de mucha
actividad y bullicio donde pasaría desapercibido para la Policía y donde
había mucho trabajo que realizar. Si no asaltaba al usual borracho en
las noches, se ocupaba de violar jovencitos, y si no, se metía a saquear
residencias. Hasta que un día decide meterse en una residencia que
lucía muy apetitosa, la cual tal vez perteneciera a un aristrócrata. Una
vez dentro comenzó la colecta de joyas, dinero y armas. Cual sería la
sorpresa de Panzram cuando vio que estaba dentro de la residencia del
entonces presidente Taft a quien por cierto el culpaba de haberlo
mandado 3 años a Leavenworth cuando éste fungía como Secretario de
Guerra. El botín fue cuantioso por valor de $3,000 dólares y obtuvo una
Colt calibre .45 del presidente Taft. Con esas riquezas se hizo de un
yate con el que comenzó a navegar de aquí a allá como un pirata.
Inmediatamente concibió un plan para delinquir de acuerdo con su nueva
faceta. Frecuentemente bajaba a las calles de los puertos que visitaba
para reclutar marineros, a quienes con cualquier promesa convencía para
trabajar en su bote aunque fuera un día. Una vez que los incautos caían
en sus garras, los emborrachaba o esperaba a que durmieran para
robarlos, violarlos y matarlos. Se deshacía de los cuerpos atándoles
piedras pesadas en el cuello y soltándolos en las aguas. Un día un
fuerte temporal lo aventó a las rocas: apenas él y los dos marineros que
estaban a punto de perecer en sus manos lograron escapar nadando a la
orilla.
En 1921 y tras otras escaramuzas y presidios en Connecticut, Panzram
huye del estado y aborda un buque mercante con el que termina en Angola,
en ese entonces colonia Portuguesa. En territorio africano se emplea en
una compañía petrolera, que por ese entonces exploraba yacimientos en
aquellas tierras. Un día que estaba sentado sin hacer nada, por azares
del destino llegó un niñito negro no mayor a los 11 años, y no pasaron
más que unos instantes para que Panzram urdiera atacarlo. Mediante algún
embuste lo llevó a un lugar apartado donde lo violó y asesinó de un
rocazo en la cabeza. Cuando Panzram se alejó de la escena del crimen, el
cerebro se escurría por los oídos del desafortunado negrito. Los
habitantes de Lobito Bay, comunidad pesquera donde habitaba Panzram,
sospechaban del extraño norteamericano, pero no hubo manera de demostrar
nada. Poco tiempo después Panzram organizó una expedición para cazar
cocodrilos río arriba y contrató 6 nativos del lugar para que lo
asistieran. Adentrados en la jungla sacó su pistola y uno a uno fue
terminando con sus vidas, según sus propias palabras aquel crimen fue de
lo más fácil, siendo más complicado matar chicos de 11 o 12 años como
acostumbraba. Después de darles el tiro de gracia, alimentó a los
cocodrilos con los cadáveres de aquellos infelices. Como había muchos
testigos que lo vieron apalabrar a los seis negros, al regresar huyó del
lugar. Luego de pocos días de estar a salto de mata por las costas
africanas, llega a Portugal, sin embargo la Policía Local ya estaba al
tanto de su racha de asesinatos en África, así que en cuanto pudo abordó
un buque de regreso a América. Para 1922 estaba de nuevo en los Estados
Unidos
En el extranjero le había resultado
increíblemente sencillo asesinar personas, lo cual le agradaba mucho a
Panzram, tanto que pensaba dedicarse a ser un asesino a sueldo. Sin
embargo su idea no prosperó y regresó a sus actividades de siempre.
Cuando cometía algún crimen se alejaba
del lugar lo más pronto posible, ya fuera abordando un tren o pidiendo
aventón en las carreteras. Su vida era estar huyendo permanentemente a
un paso o dos de la Policía. Sin reposo y jamás pisando poblaciones y
ciudades más de lo necesario. Un ritmo de vida inimaginable hoy día.
Asesinos en Serie (Carl Panzram [IV])

A los 19 años, Panzram carecía de hogar, familia o amigos. Todo aquello estaba negado en su existencia. A pesar de su buena apariencia masculina y no siendo necesariamente homosexual no tenía ningún interés por las mujeres. Solo deseaba hacer daño, como una respuesta a todos los agravios recibidos desde su niñez. Durante años se mantuvo errante por Kansas, Texas, llegando hasta California dejando una estela de robos, hurtos e incendios por doquier. Cualquier situación y lugar era el indicado para hacer maldades como dejar suelto el ganado o los caballos. Si entraba a robar lo primero era encontrar las armas, luego incendiaba los lugares. Si la oportunidad se daba, tiroteaba ventanas, quemaba graneros, cobertizos, cabañas y hasta pastizales o parajes abandonados. Cualquier hombre que se cruzara en su camino y habida la oportunidad, era asaltado y violado no importando raza, edad u otras condiciones. Bastaba que fuera un ser humano apto para dañarlo. Varias veces fue detenido por robo y tantas otras escapó de las penitenciarias. Se mantenía a salto de mata y cuando la situación se salía de control, trepaba al primer tren que pasaba para alejarse del peligro. En una ocasión en que iba en un vagón de tren en compañía de un par de vagabundos, ideaba violar al “mejorcito” de ellos cuando les cayó un oficial del tren, quien trató de extorsionarlos pero Panzram fue más astuto que todos y a punta de pistola le robó el reloj y el dinero al oficial ferroviario. Acto seguido lo violó y, con un poco de persuasión, obligó a los otros vagos a que hicieran lo mismo, tras lo cual los arrojó del tren para continuar solo hacia Oregon.
Pasaba el tiempo y Panzram únicamente conocía la mala vida, siendo arrestado casi por todos los lados en que caminaba. Los cargos variaban desde el típico robo hasta la piromanía y la sodomía. En el pueblo de Chinook, en Montana, lo agarran de nuevo y es sentenciado a un año de reclusión en la prisión de Deer Lodge, a donde es ingresado el 27 de Abril de 1913. Ahí se encuentra con su antiguo compinche Jimmie Benson, con quien rápidamente planea el escape, sin embargo este último es transferido, por lo que escapa solo en Noviembre del mismo año pero poco después es recapturado en un pueblo vecino. Según sus palabras, no había trabajo en Deer Lodge y el lugar estaba pobremente administrado, por lo que se dedicó a sodomizar a todo lo que se moviera. Su ferocidad y fuerza intimidaban al resto de los prisioneros, quienes no oponían resistencia a sus odiosos abusos. Finalmente el 30 de Marzo de 1915 fue liberado antes que nada con los parabienes del gobernador del presidio.
Como no conocía ninguna otra manera de vivir que no fuera delinquir casi a cada respiración, Panzram se mete en nuevos problemas con la ley en Oregon, donde va a caer en la penitenciaría estatal del Estado, por ahí de Junio de 1915. Aquella prisión era gobernada con mano de hierro por un fulano de nombre Harry Minto, quien no reparaba en usar la violencia y la tortura para mantener a raya a los prisioneros. Más rápido que de inmediato los guardias conocieron de la rebeldía de Panzram, que de nuevo en su vida fue sometido a los peores rigores y castigos, como el aislamiento por semanas a base de puro pan y agua, el ser colgado con cadenas en las paredes, el realizar trabajos forzados, sufrir palizas y hasta baños de agua a presión. Pero también hizo de las suyas incendiando algunas instalaciones, e incluso ayudó a escapar a otro prisionero quien tiempo después se encontraría cara a cara con el señor Minto, dándole muerte…. Aquel extraordinario suceso provocó que las condiciones dentro de la prisión empeoraran. En Septiembre de 1917 logra escapar para ser arrestado nuevamente, puesto que Panzram ya tenía una bien ganada fama de criminal peligroso e incorregible. Mediante un anuncio, un oficial lo reconoció y lo arrestó no sin antes batirse a plomazos. Estando en custodia Panzram no dejaba de pelear para liberarse. Finalmente en Mayo de 1918 se vuelve a escapar de la odiada prisión de Salem, en un acto digno de un argumento hollywodense.
Asesinos en Serie (Carl Panzram [III])

En el invierno de 1907 Panzram, aún siendo adolescente, se encontraba tomando en un bar del pueblo de Helena, en Montana, lugar por cierto donde la ley era la del revolver, y cuyos habitantes se componían de cazadores, peleteros y pescadores rudos. Dentro del tugurio escuchó un discursillo dictado por un reclutador de la Armada. Esa noche y tras mentir acerca de su edad, Panzram se enlistó en la Armada de los Estados Unidos y fue enviado al fuerte William Henry Harrison, ubicado en una remota región de Montana. Desde el primer día de actividades fue acusado de diversos cargos por insubordinación
Durante el mes que perteneció al ejército fue encarcelado en numerosas ocasiones por sus constantes ofensas y desobediencia crónica. Era imposible de controlar y con frecuencia aparecía en estado de ebriedad. Era simplemente imposible que Panzram se ajustara a cualquier clase de régimen disciplinario, fuera civil o militar. En Abril de 1908 fue descubierto cuando se había introducido a los almacenes del cuartel militar para robar diversas provisiones con las cuales planeaba desertar y luego venderlas. Entonces fue sometido a juicio en un tribunal militar que en aquellas épocas castigaba con excepcional firmeza los delitos cometidos por hombres del ejército. La sentencia final dictaba la expulsión de Panzram sin honores ni compensación y tres años de trabajos forzados en la penitenciaría federal de Leavenworth en Kansas, sentencia que fue ratificada por William H. Taft, futuro presidente de los Estados Unidos, quien en ese momento ejercía como Secretario de Guerra.
Tras un paradisíaco viaje de 1000 millas en tren, encerrado sin alimento ni agua junto a otros criminales peligrosos, Panzram arribó a la prisión federal ubicada en las cercanías del río Missouri en medio de una vasta planicie de Kansas. Leavenworth era una vieja prisión usada durante la guerra civil para guardar prisioneros de guerra. Por aquella época había caído en abandono por falta de fondos y mantenimiento sin embargo los nuevos prisioneros eran empleados como fuerza de trabajo para remodelar y reparar las instalaciones del lugar. A mediados de 1908 y contando 16 años, Panzram cae en esa terrible fortaleza, donde era impuesta una férrea disciplina de silencio para los prisioneros. Aquella imposición era parte de los usos y costumbres penales que se creía idónea para reformar a los prisioneros. Todos los días los hombres debían formarse en los patios no importando el clima imperante y cualquier desobediencia al código de silencio era castigada rápida e implacablemente.
Asesinos en Serie (Carl Panzram [II])

Negándose a trabajar incansablemente en
la granja, Panzram convenció a su madre para enviarlo a otra escuela,
sin embargo pronto comenzó a tener problemas con un maestro quien
frecuentemente lo castigaba a cintarazos.
Armó un plan para asesinarlo enfrente de todos y para tal efecto llevó
una pistola a la escuela; pero, en un forcejeo con otros muchachos, el
arma cayó ruidosamente al suelo. Inmediatamente fue expulsado del lugar.
Pocos días después y contando 14 años, Carl Panzram abandonó para
siempre su granja de Minnesota para abrazar una vida de vagabundo. Trepó
al vagón de un tren con rumbo incierto pensando que el propósito de su
vida sería el de robar, engañar y hacer daño a todo aquel que se cruzara
por su camino.
Pronto le ocurriría una nueva gran desgracia al jovencito Carl Panzram
cuando un día se encontró con unos sujetos que acampaban, quienes le
prometieron conseguirle ropa limpia y un buen lugar para dormir. Pero
antes de eso, le pidieron algo a cambio… y los cuatro hombres lo
sometieron a una cruel violación tumultuaria sirviendo de absolutamente
nada los lloros y las suplicas que externó Panzram. Si quedaba algo de
humanidad, misericordia y simpatía en el espíritu del joven vagabundo,
el vil acto al que fue sometido terminó por extinguir esos sentimientos
para siempre. Durante mucho tiempo esta sería su vida, viajando de un
lado para otro sin mas propósito que el de sobrevivir, durmiendo en
vagones de trenes cargueros. Robando y pidiendo limosna para poder
comer. Siempre cuidando su espalda de otros pordioseros y aún de los
oficiales ferroviarios, hombres a veces de mayor cuidado que los propios
vagabundos.
Asesinos en Serie (Carl Panzram [I])

Cuando tenía 7 años, sus padres se
separaron. Aunque hablando con mayor exactitud, un día su padre salió de
casa para no regresar jamás. Después del divorcio de facto, la familia
enfrentó peores tiempos de estrechez económica. Carl Panzram relata que sus
hermanos, por cualquier motivo y en cualquier momento, agarraron la
costumbre de apalearlo sin misericordia. El día que se introdujo en la
casa de unos vecinos para robar dinero y pertenencias y fue descubierto
por uno de sus hermanos, recibió una paliza tremenda que lo dejó
desmayado. A causa de este primer gran robo, Carl fue enviado al
reformatorio juvenil en 1903. Llegando al Minnesota State Training
School el recibimiento fue de lujo: un oficial le ordenó al chico
desnudarse por completo y procedió a revisarle el pene y el recto a la
vez que le interrogaba acerca de sus costumbres sexuales. Básicamente
deseaba saber si había sido fornicado o sodomizado y hasta si se había
masturbado. Aquello fue el pequeño gran comienzo de lo que sería su vida
en aquel sitio.
A principios del siglo XX las
instituciones correccionales carecían de supervisión externa, por lo que
el gobierno y la vida interna eran asuntos que estaban completamente en
manos de los encargados en turno, lo cual implicaba la existencia y
tolerancia de abusos que hoy en día resultan inimaginables. Eso
considerando que, aún en la actualidad, la vida en un reformatorio
juvenil o en cualquier cárcel puede ser un infierno.
La enseñanza cristiana era impuesta con
enorme severidad como parte del programa para reformar a los
delincuentes. Cualquier falla o demora en aprender las lecciones era
rápidamente castigada. Panzram carecía de instrucción escolar y fallaba
seguido en las lecturas y en el aprendizaje, por lo que muy pronto cayó
víctima de palizas y reprimendas. Desde esos días la asociación entre
cristiandad e hipocresía habría de cristalizar en su persona. En vez de
conocer valores, ética o moral, fue acumulando odio y enojo hacia la
sociedad.
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