Carl Panzram nació en un pueblito
llamado Warren (Minnesota [USA]), el 28 de Junio de 1891.
Hijo de John y Matilda, inmigrantes de origen prusiano y de ocupación
granjeros que, como la gran mayoría de los de su tipo en ese tiempo,
vivían casi en la miseria. Las jornadas de trabajo comenzaban con el
amanecer y terminaban al anochecer sin que sus esfuerzos coronaran en
riqueza. Carl tuvo cinco hermanos y una hermana, todos ellos honestos y
laboriosos granjeros, características que Carl no compartía pues, según
propias palabras, desde siempre había sido un ladrón y un mentiroso.
Cuando tenía 7 años, sus padres se
separaron. Aunque hablando con mayor exactitud, un día su padre salió de
casa para no regresar jamás. Después del divorcio de facto, la familia
enfrentó peores tiempos de estrechez económica. Carl Panzram relata que sus
hermanos, por cualquier motivo y en cualquier momento, agarraron la
costumbre de apalearlo sin misericordia. El día que se introdujo en la
casa de unos vecinos para robar dinero y pertenencias y fue descubierto
por uno de sus hermanos, recibió una paliza tremenda que lo dejó
desmayado. A causa de este primer gran robo, Carl fue enviado al
reformatorio juvenil en 1903. Llegando al Minnesota State Training
School el recibimiento fue de lujo: un oficial le ordenó al chico
desnudarse por completo y procedió a revisarle el pene y el recto a la
vez que le interrogaba acerca de sus costumbres sexuales. Básicamente
deseaba saber si había sido fornicado o sodomizado y hasta si se había
masturbado. Aquello fue el pequeño gran comienzo de lo que sería su vida
en aquel sitio.
A principios del siglo XX las
instituciones correccionales carecían de supervisión externa, por lo que
el gobierno y la vida interna eran asuntos que estaban completamente en
manos de los encargados en turno, lo cual implicaba la existencia y
tolerancia de abusos que hoy en día resultan inimaginables. Eso
considerando que, aún en la actualidad, la vida en un reformatorio
juvenil o en cualquier cárcel puede ser un infierno.
La enseñanza cristiana era impuesta con
enorme severidad como parte del programa para reformar a los
delincuentes. Cualquier falla o demora en aprender las lecciones era
rápidamente castigada. Panzram carecía de instrucción escolar y fallaba
seguido en las lecturas y en el aprendizaje, por lo que muy pronto cayó
víctima de palizas y reprimendas. Desde esos días la asociación entre
cristiandad e hipocresía habría de cristalizar en su persona. En vez de
conocer valores, ética o moral, fue acumulando odio y enojo hacia la
sociedad.
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