En medio de una lluvia de balas se
perdió entre los bosques para escapar en un tren. Tomó rumbo a la costa
este de los Estados Unidos.
Panzram continuó su labor destructiva
robando y quemando pequeñas iglesias por doquier pero siempre guardando
precaución para no ser apresado de nuevo. En 1920 establece su base de
operaciones en la ciudad de New Haven en Connecticut, lugar de mucha
actividad y bullicio donde pasaría desapercibido para la Policía y donde
había mucho trabajo que realizar. Si no asaltaba al usual borracho en
las noches, se ocupaba de violar jovencitos, y si no, se metía a saquear
residencias. Hasta que un día decide meterse en una residencia que
lucía muy apetitosa, la cual tal vez perteneciera a un aristrócrata. Una
vez dentro comenzó la colecta de joyas, dinero y armas. Cual sería la
sorpresa de Panzram cuando vio que estaba dentro de la residencia del
entonces presidente Taft a quien por cierto el culpaba de haberlo
mandado 3 años a Leavenworth cuando éste fungía como Secretario de
Guerra. El botín fue cuantioso por valor de $3,000 dólares y obtuvo una
Colt calibre .45 del presidente Taft. Con esas riquezas se hizo de un
yate con el que comenzó a navegar de aquí a allá como un pirata.
Inmediatamente concibió un plan para delinquir de acuerdo con su nueva
faceta. Frecuentemente bajaba a las calles de los puertos que visitaba
para reclutar marineros, a quienes con cualquier promesa convencía para
trabajar en su bote aunque fuera un día. Una vez que los incautos caían
en sus garras, los emborrachaba o esperaba a que durmieran para
robarlos, violarlos y matarlos. Se deshacía de los cuerpos atándoles
piedras pesadas en el cuello y soltándolos en las aguas. Un día un
fuerte temporal lo aventó a las rocas: apenas él y los dos marineros que
estaban a punto de perecer en sus manos lograron escapar nadando a la
orilla.
En 1921 y tras otras escaramuzas y presidios en Connecticut, Panzram
huye del estado y aborda un buque mercante con el que termina en Angola,
en ese entonces colonia Portuguesa. En territorio africano se emplea en
una compañía petrolera, que por ese entonces exploraba yacimientos en
aquellas tierras. Un día que estaba sentado sin hacer nada, por azares
del destino llegó un niñito negro no mayor a los 11 años, y no pasaron
más que unos instantes para que Panzram urdiera atacarlo. Mediante algún
embuste lo llevó a un lugar apartado donde lo violó y asesinó de un
rocazo en la cabeza. Cuando Panzram se alejó de la escena del crimen, el
cerebro se escurría por los oídos del desafortunado negrito. Los
habitantes de Lobito Bay, comunidad pesquera donde habitaba Panzram,
sospechaban del extraño norteamericano, pero no hubo manera de demostrar
nada. Poco tiempo después Panzram organizó una expedición para cazar
cocodrilos río arriba y contrató 6 nativos del lugar para que lo
asistieran. Adentrados en la jungla sacó su pistola y uno a uno fue
terminando con sus vidas, según sus propias palabras aquel crimen fue de
lo más fácil, siendo más complicado matar chicos de 11 o 12 años como
acostumbraba. Después de darles el tiro de gracia, alimentó a los
cocodrilos con los cadáveres de aquellos infelices. Como había muchos
testigos que lo vieron apalabrar a los seis negros, al regresar huyó del
lugar. Luego de pocos días de estar a salto de mata por las costas
africanas, llega a Portugal, sin embargo la Policía Local ya estaba al
tanto de su racha de asesinatos en África, así que en cuanto pudo abordó
un buque de regreso a América. Para 1922 estaba de nuevo en los Estados
Unidos
En el extranjero le había resultado
increíblemente sencillo asesinar personas, lo cual le agradaba mucho a
Panzram, tanto que pensaba dedicarse a ser un asesino a sueldo. Sin
embargo su idea no prosperó y regresó a sus actividades de siempre.
Cuando cometía algún crimen se alejaba
del lugar lo más pronto posible, ya fuera abordando un tren o pidiendo
aventón en las carreteras. Su vida era estar huyendo permanentemente a
un paso o dos de la Policía. Sin reposo y jamás pisando poblaciones y
ciudades más de lo necesario. Un ritmo de vida inimaginable hoy día.
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