
Después de lo de Salem, viajó al norte a
Nueva York y se mantuvo en movimiento por el área de Connecticut hasta
que encontró el yate idóneo para robárselo. Una vez que tuvo uno de 38
pies en su poder, comenzó a navegar de aquí para allá demostrando gran
destreza como marinero en toda condición y clima. Cualquier lado era
bueno para asaltar yates o embarcaciones donde se hacía de joyas, ropas y
armas que posteriormente vendía. Todo era ganancia fácil y redituable.
Tan prolífico ladrón era Panzram que hasta bajaba del barco para meterse
a casas y negocios y hasta se introdujo en el yate del Comisionado de
Policía de New Rochelle, sustrayendo un revólver calibre .38 entre otros
objetos de valor y dinero.
En Junio de 1923 Panzram entra al río
Hudson. Se había hecho de la compañía de un muchachito de 15 años que
había conocido en un empleo temporal hacía meses; de nombre George
Walosin, este jovenzuelo compartía el gusto por la sodomía con Carl
Panzram, sin embargo éste último cometió el error de violarlo. Luego,
atraca en un pequeño muelle y se aventura en las poblaciones del lugar
para ofrecer en venta el yate. Pronto un joven sujeto decide ver el bote
para comprarlo. Este hombre en realidad planeaba asaltar a Panzram pero
como "entre agujas no se pican", llegado el momento quien terminó
sometido y asesinado fue el supuesto comprador.
Después de atestiguar los alcances del
capitán O’Leary, que así se hacía llamar Carl Panzram, George Walosin
decide huir y salta a la primera oportunidad al agua para nadar a tierra
firme. Reporta a la Policía los abusos cometidos contra su persona y
las autoridades montan un operativo en el río hasta capturar al elusivo
pirata O’Leary.
El largo brazo de la ley alcanzó a Panzram el 29 de Junio de 1923 y fue
puesto a disposición de la comisaría de Yonkers City, donde permaneció
unos cuantos días antes de ser confinado por tratar de escapar del
lugar. Entonces buscó la ayuda de un abogado local cuyo apellido era
Cashin. A este abogado le prometió que, si lo sacaba de la cárcel, le
pagaría con el yate, el cual valdría varios miles de dólares. El abogado
se apresuró a tramitar la fianza que pagó con sus propios recursos y a
los pocos días el capitán O’Leary fue liberado. Claro que Panzram nunca
regresó con el abogado para arreglar las cosas y, cuando Cashin trató de
registrar el bote, descubrió que era robado. Entonces la Policía
confiscó el yate y además la fianza quedó perdida.Después de su graciosa huida, Panzram se dirigió al sur de Connecticut, área donde se movía con comodidad, con el firme propósito de robar otro barco y esta vez navegar hacia Sudamérica. Para capitalizarse se dedicó a robar transeúntes de la ciudad de New Haven y, cuando la noche del 9 de Agosto de 1923 se topó en la calle con otro muchachito que iba solo, lo sometió a punta de navaja y lo condujo a los bosques cercanos. Una vez ahí le aplicó el mismo tratamiento que al joven McMahon, violándolo sin piedad hasta que ya satisfecho procedió a estrangularlo con el cinturón que llevaba el chico de origen judío. Según sus declaraciones, Panzram disfrutó de esta fechoría como ninguna otra. Dejó el cuerpo ahí tirado y se retiró del lugar tan tranquilo que nadie notó nada extraño al verlo caminar por la carretera. Este crimen permanecería en el misterio hasta que Panzram lo confesó muchos años después.
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