jueves, 28 de abril de 2016

Presidents de la Generalitat (Benet Ignasi de Salazar)

Benet Ignasi de Salazar, nació Baños de Río Tobía (La Rioja) en 1615 - Muere en Barcelona 1692. Benet sería el último Presiden de la Generalitat hasta la llegada de Jose Montilla Aguilera. Fue obispo de Barcelona (1683-1692) y fue el cien duodécimo President de la Generalitat de Catalunya entre los años 1689 y 1692, nombrado el 22 de julio de 1689. Ingresó en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla (La Rioja) en 1629, donde llegó a ser abad. Posteriormente, fue abad del Monasterio de Jerez de la Frontera (Cadiz) y abad general de la congregación de Valladolid de su orden. Ejerció el cargo de calificador de la inquisición y de teólogo del rey. Fue nombrado obispo de Barcelona (1683 a 1692).Pacificó a los sublevados por el tributo injusto en Sant Andreu de Palomar. Concedió privilegios a los beneficiados de Sanr Sever.Las tensiones históricas por las condiciones de alojamiento de las tropas, llevó a una sublevación campesina simultánea en Sant Boi de Llobregat, Gavà, Begues, Castelldefels, Sant Vicenç dels Horts, San Clemente, San Feliu de Llobregat, Sant Just Desvern , Cornellà de Llobregat, Sarrià, Sant Joan Despí y Centelles (La Revolta dels Gorretes). Tanto la Diputacio como el Consell de Cent apoyaron al virrey quien pudo reprimir la situación en algunas plazas y levantar el asedio que comenzaba sobre Barcelona el 30 de noviembre de 1689. Esta fidelidad institucional hizo que los diputados obtuvieran el título de "ilustres y fidelíssimos", mientras los Consejers de Barcelona tenían derecho de cobertura ante el Rey asimilado a los Grandes de España. Paralelamente, y para evitar la represión sobre los sublevados, la Generalitat propone el perdón real a cambio de un donativo de 190.000 libras para atender la caballería. Se aceptó, si bien la recaudación nunca llegó a la cifra comprometida debido al empobrecimiento generalizado del país. Este incumplimiento fue motivo de nuevas tensiones entre el virrey, Juan Clarós Pérez de Guzmán duque de Medina Sidonia, y los diputados entre 1690 y 1694.Paralelamente, las tropas francesas continuaban acosando a la frontera, cae la Seu d'Urgell en junio de 1691 y julio vigésimo cinco galeras protagonizan el "bombardeo de Barcelona".

Presidents de la Generalitat (Antoni de Saiol i Quarteroni)

Antoni de Saiol i Quarteroni, nació y murio en Barcelona entre los siglos XVII y XVIII (1705). Fue canónigo de Barcelona. Fue nombrado President de la Generalitat de Catalunya el 22 de julio de 1686. En su familia también fueron personajes destacados sus hermanos, Felicià (1646-1713) era fraile de la orden de San Juan y mayordomo del archiduque Carlos; Francesc, un austracista quien fue capitán de la Coronela de Barcelona (era la fuerza armada del municipio de Barcelona, con fines defensivos. Formada en buena parte por artistas y artesanos de los gremios de la ciudad, se organizaba en compañías, bajo el mando del primer consejero del Consell de Cent de la ciudad) durante el sitio de 1697 y caballero de la orden de Calatrava en las Corts de 1705 hasta 1706; y Daniel, arcediano de Barcelona y propietario de una biblioteca científica de gran valor.Antonio de Saiol junto con su hermano Daniel fueron protagonistas destacados en la "Revuelta dels Gorretes" (1687-1689) en apoyo a los agricultores.Durante su mandato como President continuó el conflicto entre la población y las tropas reales instaladas permanentemente desde las guerras con Francia (1673-78 y 1684). Saiol apoyó a las quejas elevándolas al virrey Diego Felipe Messía de Guzmán, quien posteriormente se convertiría en austracista y sería perseguido y muerto por orden de Felipe V. El virrey acusó a Saiol de incitar a las masas y este dirigió directamente al rey sus quejas con indignación del virrey que mandó cortar el correo, en contra de los fueros catalanes y de un capítulo específico sobre la correspondencia con el rey aprobado en las Cortes de 1599.Estos enfrentamientos acabarían con una acusación contra Saiol que haga que, entre julio de 1687 y el 11 de mayo de 1688, sería desinsaculado y sustituido por Francisco Bernat de Ponce, abad del Monasteri de Sant Cugat.

Presidents de la Generalitat (Baltasar de Muntaner i de Sacosta)

Baltasar de Muntaner i de Sacosta, nace en el s. XVII - Muere en Madrid el 7 de noviembre de 1711. Fue pavorde de Berga (Barcelona), posteriormente fue abad del monasterio de Sant Cugat del Vallés (1696-1711) y nombrado arzobispo de la ciudad de México en 1711, cargo al que renunció.  Fue nombrado President de la Generalitat de Catalunya el 22 de julio de 1683.Fue hijo de Pere de Muntaner i de Solanell, doctor en derecho, y de Teresa de Sacosta i de Sunyer, de familia de juristas. El 1664 fue embajador de Barcelona ante el rey Felipe IV de Castilla y en 1669 obtuvo el título de noble.Durante su mandato como presidente de la Generalitat vuelven las invasiones francesas con la Guerra de las Reuniones. Formalmente la guerra es declarada en noviembre de 1683 y Carlos II pide a la Generalitat que prepare un tercio de 400 hombres. Será en marzo de 1684 cuando 16.000 franceses con el mariscal Bellesfonds el frente cruzan la frontera y conquistan el Empordà. El virrey Alexandre de Bournonville defendió heroicamente Girona en mayo de 1684. Con todo, el hecho de no atacar y restar a la defensiva le acabaría costando el cargo, y fue sustituido por Diego Felipe Messía de Guzmán el 6 de octubre de 1684. la paz se había firmado antes, el 15 de agosto, y prorrogaba la paz de Nimega durante veinte años más. Con todo, la Generalitat continuaba reclamando una mejora de las defensas en la frontera, siempre precarias. La incapacidad de la hacienda y la intendencia real obligaba a sus soldados al pillaje y de rebote tensionar el clima social con la agricultura. Esta situación acabó desembocando en la "Revolta de les Gorretes" (fue un levantamiento campesino contra los abusos de las tropas del rey Carlos II, que tuvo una especial intensidad en Osona, el Bages y el Vallès Oriental)

Leyendas sobre las flores (El Azafran)

La leyenda más conocida es en la cultura griega antigua, que tenía al azafrán como elemento principal, en la tragedia de Crocus y Smilax narrada por el poeta Ovidio. El joven y bello Crocus se pone en marcha para perseguir a la ninfa Smilax en los bosques cercanos de Atenas. La diversión de los juegos amorosos y adulatorios suceceden. Sin embargo al poco tiempo Smilax se empieza a cansar de Crocus, lo que aumenta el deseo de Crocus de agradar sorprendiéndola, en este delirio Crocus es transformado por los dioses en una flor de colores radiantes como símbolo de la pasión de Crocus por la bella ninfa Smilax


Leyendas sobre las flores (El Romero)

La leyenda del romeor, es muy simple y bella, pero muy antigua y dice que  la Virgen María, en su huida de Egipto, cuando el viento soplaba fuerte, dejó caer un bello manto azul que la cubría, y éste cayó sobre las ramas de un simple arbusto verde.
Desde entonces, se dice que éste floreció dando pequeñas flores azules iguales al color del mando de la Virgen. A este arbusto verde, lo conocemos hoy con el nombre del “romero“.
Algunos creen que cada vez que el Romero florece, es porque la Virgen María ha pasado por allí. A veces convocada por oraciones, y otras de pasadas nomás… a manera de una visita amorosa y protectora.

Leyendas sobre las flores (El Almendro)

El Almendro de Monda
Se dice que existió en Monda, una joven de tanta belleza, que sus cualidades de cuerpo y alma eran alabadas por igual, pues si blanca era su tez, igualmente intensa era la limpieza de su alma. Practicaba la caridad con los más desfavorecidos, de modo que no había persona que no hallase en ella liberalidad en sus necesidades, consuelo para sus penas y algún remedio para los males del cuerpo; era, en fin, de un angelical atractivo.
La joven vivía felizmente con su familia en una finca de su propiedad situada en el marquesado de Villeta, en la que el padre había heredado una casa suficientemente amplia para dar albergue a todos los miembros de la familia y en la que cultivaban todo tipo de árboles frutales, sin que faltaran los productos propios de la huerta. La hacienda familiar se veía incrementada, además, con la crianza de aves de corral, cerdos para la matanza en las postrimerías del otoño y un pequeño rebaño de cabras y ovejas que daban la suficiente leche para el sustento de la familia y la venta de la demasía. Es notorio que el pueblo llano, siempre dado a poner apodos, llamaba a la joven "La Buena Villeta", en clara alusión al topónimo en que habitaba. Eran tiempos en que Carlos V se hallaba en guerra con el turco, que a la sazón amenazaba las puertas de la imperial ciudad de Viena. Para evitar el desastre, el Emperador había llamado a filas a todos los jóvenes de abolengo que se sintieran defensores de la fe cristina.
Acertó a pasar un día por aquella bendita casa de Villeta un joven, de talle esbelto, tez blanca como la nieve y bizarra figura, que respondía al nombre de Arturo. Apeado ya del blanco corcel que le servía de montura, el galán dijo que su doble condición de creyente y súbdito fiel del rey de todas las España le habían impulsado a formar parte del contingente militar que se había constituido en la muy noble ciudad de Málaga, para la lucha contra el infiel invasor de aquellos territorios que sólo pertenecían al cetro imperial austriaco. Ni el hado más certero de la comarca hubiese sido capaz de vaticinar lo que era imprevisible. Los profundos ojos verdes del joven caballero se hundieron en lo más íntimo de la bellísima doncella. Nació entre ambos un amor tan intenso que parecía no ser de este mundo.
En los dos días escasos que el gallardo mancebo estuvo hospedado en la casa de "La Buena Villeta", había surgido entre los jóvenes tal profunda y hermosa atracción, que se prometieron, el uno al otro, amor eterno.
Pero llegó el temido momento de la separación. Arturo le comu­nicó a su amada que tenía que abandonar Monda y partir hacía Burgos, donde el César de Europa había convocado a sus huestes. El joven guerrero, con voz trémula por el profundo amor que profesaba a la joven, le juró que, cuando volviera del campo de batalla, celebrarían de inmediato los esponsales.
Dura y cruel fue la separación para los dos amantes, pero ambos eran conscientes del gran peligro que corría la cristiandad y así lo asumieron. Antes del adiós, los jóvenes acudieron ante una Virgen que, de muy antiguo, se hallaba junto a un almendro no muy lejano de la hacienda de la joven, para veneración de los mondeños.
Era la primavera del aquel año y el almendro estaba florecido. Alzó Arturo la mano y tomó una flor de aquel árbol; una flor blanca, nacarada, y, arrancándole un pétalo se lo dio a su amada, diciéndole que con él iba su corazón.
Durante los angustiosos años de la terrible ausencia, "La Buena Villeta" acudía a la Virgen y, con mirada enamorada, tomaba una flor de almendro, la acerca dulcemente para inhalar la suave fragancia y la envolvía tiernamente entre sus manos.
Pasaba el tiempo, y un fatídico día, mientras la enamor­ada cogía una flor, observó que estaba como teñida de sangre. Una extraña nube veló sus ojos, su tez se tornó blanca y cayó desmayada. ¡Era la sangre de Arturo...!
En efecto, pasados unos días, llegó a aquella tranquila hacienda la desga­rradora noticia que sólo un profundo amor era capaz de presentir: ¡Arturo, su amado, había muerto en el sitio de Viena, junto al Danubio!
Se dice que "La Buena Villeta" enfermó del mal de amores, y que su pesar fue tan grande, que dejó de existir no muchos días después. Desde entonces, aquel almen­dro, testigo único de aquel límpido amor, dio siempre su fruto ensangrenta­do.