Orión

Orion, era un cazador de Beopcia. Hijo de Poseidón dios del mar y Euríale, es una de las tres górgonas junto con Medusa y Esteno. Representaba la virtud de la universalidad. Tenía forma de una enorme mujer, en su cabeza en lugar de cabellos le crecían serpientes venenosas vivas, y, según otras versiones también de sus axilas. Poseía además garras de bronce, una boca enorme con colmillos de marfil, alas de oro, y cola de serpiente. Como diosa terrestre, protegía y controlaba varios santuarios y oráculos en las montañas, (por ejemplo el Oráculo de Delfos) e incluso es quien inspira a las pitias o pitonisas encantadoras de serpientes. Otros autores considera que la madre fue Euríale, hija del Rey cretense Minos

Orión poseía una belleza extraordinaria y creció tanto que llegó a convertirse en un auténtico gigante. Tan enorme era, que podía andar por el fondo de los mares profundos sin que jamás las aguas le cubrieran de hombros para arriba.
Después de muchas aventuras, Orión fue a la isla de Quíos, donde al poco tiempo se enamoró de Mérope, la hija del rey Enopión, que era hijo de Dionisios. Tal era su amor hacia ella que la pidió en matrimonio. El Rey consintió en ello, pero previamente exigió al gigante que demostrara su valor llevando a cabo una difícil misión. Orión tendría que exterminar un gran número de animales dañinos que estaban causando enormes pérdidas en las cosechas de la isla. Una vez que hubo exterminado todas las alimañas, el monarca se negó a cumplir lo prometido. El rey le dijo que circulaban rumores de aún quedaban leones y osos en la montaña... Parece ser que en realidad Enopión, estaba enamorado de su propia hija Mérope.


Una noche Orión, disgustado, bebió un odre de vino de Enopión y se emborrachó de tal modo que irrumpió en el dormitorio de Mérope y la obligó a acostarse con él. Cuando llegó la aurora Enopión invocó a su padre Dionisios quien envió unos sátiros para que invitaran a Orión a beber más vino hasta quedar dormido; entonces Enopión le sacó los dos ojos y los arrojó a la orilla del mar.  



Un oráculo anunció que el ciego recobraría la vista si viajaba hacia oriente y volvía la cuenca de los ojos hacia
Helios en el punto en que se eleva del océano. Inmediatamente Orión remó mar adentro, y siguiendo el ruido de un martillo de un cíclope llegó a Lemnos. Allí entró en la fragua de Hefestos, se apoderó de un aprendiz llamado Cedalión y se lo llevó a hombros como guía. Cedalión condujo a Orión por tierra y mar hasta llegar a la parte más lejana del océano, donde Eos se enamoró de Orión y su hermano Helios le devolvió la vista.

Orión, en compañía de Eos, volvió para vengarse de Enopión, pero no pudo encontrarlo por ninguna parte de Quíos porque se ocultó en una cámara subterránea que le había construido Hefestos. Entonces creyó que habría huido a Creta para buscar la protección de su abuelo Minos, y embarcó para Creta donde encontró a Ártemis quien compartía con él la afición a la caza, y no tardó en convencerle para que olvidase su venganza y saliese a cazar con ella.


Apolo sabía que Orión no había rechazado la invitación de Eos de acostarse con ella en la isla de Delos y, además, se jactaba de que liberaría a la Tierra de fieras y monstruos. Temiendo que su hermana Ártemis fuese tan enamoradiza como Eos, Apolo convenció a la Madre Tierra, Gea, que repitiese chismosamente la jactancia de Orión con lo que consiguió que un escorpión monstruoso lo persiguiera.
Orión atacó primero con flechas y luego con su espada, pero Orión se confió demasiado y el escorpión le picó en un pie con su potente aguijón venenoso. La terrible ponzoña se extendió por toda la sangre del cazador y éste cayó al suelo medio moribundo. Cuando vio que la muerte era ya inminente, pidió auxilio e imploró venganza al todopoderoso Zeus, ya que la muerte que le acechaba era poco gloriosa para un personaje de su talante. Le pidió al dios supremo que lo colocaran en los cielos con sus dos fieles perros de caza (Canis Mayor y Canis Menor) y una Liebre (Lepus), para que los hombres, cuando miraran hacia arriba en las oscuras noches estrelladas, recordaran sus aventuras como cazador. También le pidió a Zeus el dominio de las tempestades, las tormentas, el hielo y los vientos, a fin de poderse vengar así de su madre la Tierra (Gea). El dios fue condescendiente con Orión y atendió sus súplicas. La Tierra tembló, y desde entonces lo ha venido haciendo hasta nuestros días cada vez que ha visto aparecer a Orión sobre el firmamento, ya que éste siempre ha traído consigo el viento, el frío, las tempestades, los hielos, las nieves y las escarchas, que tan abundantes son en invierno sobre la Tierra, coincidiendo con la llegada de esta constelación.


Pero Zeus también encargó de situar el Escorpión (Scrpius) en el firmamento, pero tuvo cuidado de ponerlo lo más alejado posible del gigante para que nunca más volvieran a enfrentarse. Así pues, cuando Orion desaparece de la bóveda celeste es cuando hace su aparición Scorpius. Mientras que Orión aparece durante el invierno, Scorpius lo hace en el verano.