Almodis de la Marca. Nacida hacia 1020 y fallecida en Barcelona el 1 de noviembre de 1071. Era hija del conde occitano Bernardo I de la Marca (cuyos padres eran descendientes de Carlomagno) y de Amelia de RasésSe casó en 1038 con Hugo V de Lusignan, naciendo un hijo: Hugo VI de Lusignan (1039-1101)
El matrimonio fue anulado por motivos de consanguinidad, y Almodis se vuelve a casar en 1040 con el conde Ponce III de Tolosa, naciendo cuatro hijos: Guillermo IV de Tolosa, Raimundo IV de Tolosa, Hugo, Abad de Saint-Gilles y Almodis, casada en 1066 con el conde Pedro I de Melgueil
Este matrimonio duró unos diez años, hasta que el conde de Barcelona Ramón Berenguer I la secuestró y se casó con ella en el año 1052, repudiando a su segunda esposa, la condesa Blanca. Ésta apeló al Papa, y consiguió el apoyo de la abuela de Ramón Berenguer, la condesa Ermesenda, obteniéndose de Víctor II la excomunión para ambos, hecho que provocó una guerra que no se resolvió hasta finales de 1057.
La pareja tuvo cuatro hijos: Ramón Berenguer II de Barcelona, llamado "Cap de Estopa", Berenguer Ramón II de Barcelona, hermano gemelo del anterior, Inés de Barcelona, casada con el conde Guigues II de Albon y Sancha de Barcelona, casada con el conde Guillermo Ramón I de Cerdaña
Esta alianza matrimonial aportaba derechos sobre el Languedoc que reafirmaban las relaciones entre la casa de Barcelona con las tierras más allá de los Pirineos.
Almodis, mujer madura, hermosa, y de una notable formación cultural, se asoció al gobierno de su marido y cooperó con él en la compra de los derechos sobre los condados de Carcasona y Rasés. Pero por cuestiones de sucesión se ganó la enemistad de su hijastro Pedro Ramón de Barcelona que la asesinó en el año 1071.
Mujer
misteriosa, la vida de la reina Baddo ha quedado oculta en la oscuridad
de los tiempos. Una única mención en el decisivo III Concilio de Toledo
(589) nos habla de una gran reina que, junto al rey Recaredo se
convirtió al catolicismo y afianzó definitivamente el poder visigodo en
el solar hispano. Poco
o nada se sabe de la vida de Baddo, la esposa del rey visigodo
Recaredo. Durante un tiempo vivió como concubina del rey al que daría un
hijo, el futuro rey Liuva II. Gracias a las referencias a Liuva por
parte de San Isidoro de Sevilla, sabemos que aquel fue engendrado de
“madre innoble”. Esto quiere decir que Baddo no pertenecía a ningún
linaje nobiliario. Mientras
Baddo era la amante de Recaredo, este había intentado casarse con una
princesa franca. Era común entre los reyes y príncipes visigodos
entablar alianzas con los Francos mediante el matrimonio. Righunta o
Clodosinda fueron algunos nombres de princesas francas que se barajaron
pero que, por razones desconocidas, no se llegaron a formalizar las
negociaciones. Una
de las líneas políticas de Recaredo al subir al trono fue intentar la
unidad de su reino. Otros monarcas lo habían intentado sin éxito. Para
el nuevo rey visigodo, la unidad del reino pasaba por la unidad de
credo. Después
de tres siglos de adhesión a la doctrina arriana, que negaba la
naturaleza divina de Jesús, Recaredo desafió a los defensores de Arrio y
con el apoyo de casi la totalidad del pueblo hispano, el 13 de enero
del año 587 el rey Recaredo y toda su familia hacían pública su
conversión al credo católico. Hasta
cuatro conjuras tuvo que sufrir el nuevo rey católico, entre ellas las
de su madrastra, la reina Goswintha. La que había sido fiel defensora de
su hijastro nada más subir al trono, no dudó en participar en una
conjura para terminar con la vida de Recaredo. Descubierto el intento de
magnicidio, Goswintha murió poco tiempo después; provablemente se
suicidó. Convertido
al cristianismo y después de haber fracaso en su intento de casarse con
una princesa franca, Recaredo necesitaba legitimar su relación con
Baddo. Así que no dudó en aparecer en el III Concilio de Toledo junto a
su nueva esposa, algo totalmente inusual, pues no hay constancia de que
reinas o princesas estuvieran presentes en ninguno de los concilios.
La reina Baddo suscribía la conversión del rey con estas palabras: "Yo, Baddo, gloriosa reina". La presencia de Baddo en el concilio suponía un golpe de efecto para acercarse definitivamente a la nueva iglesia oficial. A
partir de ese momento, Baddo desaparece de la historia. Seguramente
volvió al ámbito reservado para las mujeres, fueran reinas o plebeyas,
el espacio privado.
Su segunda víctima, una joven de 22
años, es salvajemente asesinada a pocos metros de su casa cuando se
encontraba sacando la basura. Chase dispara tres veces sobre ella, y
mientras agoniza, le abre el vientre para arrancarle los intestinos, que
esparce cuidadosamente por el suelo. Luego, le corta el hígado, el
diafragma, un pulmón y los riñones, colocándolos encima de una cama. En
un ataque de histeria apuñala varias veces el cuerpo sin vida y tras beber su sangre, se pinta la cara con ella. Finalmente, como
toque final a su "obra", defeca sobre la boca del cadáver y abandona la
casa, satisfecho.
Cuatro días después comete el más
sangriento de sus crímenes entrando en una casa elegida al azar y
disparando a la cabeza de una pareja de 27 años, un niño de 6 años y un
bebé de 22 meses. Luego, llevándose el cuerpo de la mujer a una
habitación, sodomiza el cadáver, le arranca un ojo y bebe su sangre.
Momentos más tarde, es sorprendido en su macabra carnicería por alguien
que llama a la puerta mientras vaciaba el cráneo del niño, y huye a toda
prisa llevándose el cadáver del bebé.
En su propia casa, decapita el cuerpo
tras beberse la sangre y devorar el cerebro crudo. Esa misma tarde, la
policía descubre la matanza y comienza una serie de investigaciones por
toda la ciudad registrando cada rincón de la ciudad tratando de atrapar
al psicópata asesino.
Cuando tres policías llaman a la puerta
del vampiro no obtienen respuesta, pero oyendo ruidos en el interior
deciden de vigilar el apartamento.
Poco después, Chase sale de la casa con
una caja de cartón bajo el brazo, que arroja al suelo para tratar de
huir al ver a los agentes en la puerta. Su contenido se esparce por el
suelo asombrando a los policías: se trata de ropa ensangrentada y trozos
de cerebro humano…
El asesino es finalmente detenido. Al
registrar su apartamento, se encuentran además de un espantoso olor a
putrefacción, manchas de sangre cubriéndolo todo, huesos humanos en la
cocina y el salón, un plato con restos de cerebro encima de la cama y la
nevera repleta de recipientes con órganos humanos y animales en el
interior.
En el juicio trata inútilmente de
justificar sus macabros crímenes diciendo que unas voces de seres
extraterrestres y otras criaturas lo acosaban continuamente obligándole a
matar…
Finalmente es condenado a pena de muerte
aunque su ejecución en la cámara de gas nunca sería llevada a cabo,
pues Richard se suicida pocos meses después en su celda con una
sobredosis de antidepresivos el 26 diciembre de 1980.
Richard Trenton Chase nace el 23 de mayo de 1950 en Sacramento - muere el 26 de diciembre de 1980, a causa de una sobredosis de antidepresivos.
Desde muy joven, Chase es conocido por
su conducta psicótica que alterna períodos de apatía con otros de
agresividad. Esto, según algunos psicólogos estaría debido en gran parte
a unos traumas infantiles por las constantes peleas entre su padre
alcohólico y su madre, así como el posterior divorcio de éstos.
A los 21 años, se va de casa para compartir piso con unos amigos. Allí, continuamente drogado, empieza a obsesionarse
con la idea de que una organización criminal trata de acabar con él,
hasta tal punto que clava con tablas la puerta de su habitación,
entrando y saliendo de ella por un pequeño agujero que había hecho en el
fondo de un armario de pared.
Poco tiempo después, se afeita la cabeza y acude asustado al médico alegando que su cráneo se está deformando poco a poco y los huesos de
éste le agujerean la piel. Al mismo tiempo dice sentir que se muere
porque alguien le ha robado la arteria pulmonar, y nota que su sangre no
puede circular.
Es internado en un psiquiátrico,
saliendo de éste al poco tiempo, pese a la opinión de algunos médicos
que lo consideran peligroso.Poco después cae gravemente enfermo, y los médicos tras percatarse de su
obsesión por consumir sangre, lo internan de nuevo diagnosticándole una
fuerte esquizofrenia paranoide además de conducta peligrosa.
Un año después, de nuevo en la calle,
descuartiza a numerosos perros, gatos y vacas afín de beber su sangre y
vísceras mezcladas con Coca-Cola a modo de cóctel, estando convencido
que a causa de la falta de sangre, su estómago se empieza a pudrir, su
corazón disminuye de tamaño y que los distintos órganos se desplazan en
su interior.
Fascinado por los crímenes de los
asesinos Kenneth Bianchi y Angelo Buono, guarda celosamente todos
aquellos recortes de prensa que los menciona y se compra una pistola de
calibre 22 dispuesto a imitarlos
A los 28 años, comienza una serie de crímenes disparando dos veces sin motivo alguno sobre un desconocido, que se convertiría en la primera de sus víctimas.
El arranque de una diligencia era trabajo laborioso, precedido de
una serie de gritos y arreos a los animales hechos por el ayudante del
mayoral, que provisto de un látigo, cabalgaba encima del animal
delantero del tiro y por el mayoral, que desde el pescante, conducía el
vehículo. Después de estas voces tocaban el dorso de las caballerías,
esto es, les azotaban o tocaban levemente el lomo, y entonces la galera
arrancaba.
Se asoció de tal manera las idea de tocar el dorso y empezar a andar que se ha formado la frase: "tocar el dos", corrupción de dorso, para indicar que uno se va de un sitio.
Los
pasajeros pronto establecían conversaciones, y es fama que no tenía que
decirse ninguna verdad. Todo el mundo hablaba de grandes viajes, de
tierras extrañas visitadas, de parentesco con gente de gran prosapia y
altos vuelos; tanto es así que a una mentira que se quiere calificar de
gorda e inverosímil se la tilda de mentira de galera.
Con
el servicio de diligencias y viajes se organizó también el de
transportes. Antes, enviar un paquete u otra cosa era casi imposible si
no lo hacía uno mismo. Con el principio de las diligencias, un tal Joan
Xarau organizó las primeras agencias de transportes entre las
principales poblaciones catalanas, y, naturalmente, todo lo que se
enviaba se hacía por mediación de Xarau, que era conocido por toda
Catalunya. Su popularidad produjo en el vivir patriarcal y sencillo de
nuestros abuelos la suficiente sensación como para crear la comparación:
más conocido que Xarau, que se aplica a los que son muy conocidos en su
medio.
En la ciudad de Sabadell (lugar donde naci), se cuenta esta versión del origen de las
hogueras que se encienden en la noche del solsticio de verano.
María
e Isabel, no solo eran primas, sino que se querían entrañablemente. Con
el tiempo llegarían a ser madres de Jesús y de San Juan, pero ellas aún
no lo sabían.
Compartían sus trabajos y al acabarlos,
paseaban y hablaban incansables de sus ilusiones y de lo que deseaban
para el futuro. Ambas anhelaban casarse y traer al mundo preciosos niños
que las colmaran de felicidad.
Llegó el tiempo de
contraer matrimonio y las jóvenes, siguiendo a sus esposos, tuvieron de
separarse, no sin prometer que, en cuanto tuvieran un hijo, se lo
comunicarían de inmediato. Para ello, encenderían una gran hoguera, que
avisara a la amiga de tan feliz acontecimiento.
Y
cumpliendo su promesa, cuando Isabel dio a luz a su hijo Joan, rogó a
sus familiares que subieran al monte cercano y allí encendieran un gran
fuego que hiciera saber a María la feliz noticia. Y es en conmemoración
de este nacimiento que se siguen prendiendo las hogueras de Sant Joan.
Astutamente, durante el juicio el
asesino dijo que todo era un complot, y que la Policía había tomado
semen de un condón que él había empleado, metiéndolo después en la
vagina de María para inculparlo… Parecía algo creíble, pero se
realizaron indagaciones y la Fiscalía descartó el argumento de la
incriminación, dándole a Gilberto una pena de 45 años: 20 por matar a
María, 12 por violar a María, y 13 porque, durante el proceso de
mediatización y popularización del juicio, una prostituta rumana había
testificado en contra de Gilberto, diciendo que éste intentó violarla y
matarla…
A todo lo anterior se sumaron las
acusaciones que surgieron cuando la Policía Española contactó a la
Policía Ecuatoriana, enterándose de que Gilberto había estado ocultando
su siniestro pasado en Ecuador. Claro que en España no se le podía
juzgar por crímenes cometidos en Ecuador, pero la opinión pública
española, a raíz de esas últimas informaciones, cobró conciencia de que
estaba ante un verdadero asesino en serie, ante quien fuera llamado el "Monstruo de Machala".
Por otro lado, la ocultación de sus
antecedentes sirvió para que se le intenté elevar la condena a 52 años
por “falsedad documental” al ingresar a España, pero finalmente, en
junio del 2006, sólo se le sentenció a 45 años, afirmándose de él que: "presenta
un perfil de psicopatía sexual integrado con falta de empatía hacia sus
víctimas y una profunda desviación sexual consistente en la necesidad
de unir la satisfacción sexual por actos violentos a la muerte".
Terminó así sus días el Monstruo de
Machala, mientras en Ecuador, al enterarse de la condena impuesta en
España, Alejandro Muñoz, tío de Mariana Elisabeth (asesinada por
Gilberto), dijo ante la Prensa lo siguiente: "Que se pudra en la cárcel. Ojalá la Justicia española no sea como la ecuatoriana".
María Isabel Bascuñana, estudiante de Derecho que vivía en la localidad donde trabajaba Gilberto, solía dejar su coche en el aparcamiento que cuidaba el asesino, por lo que éste la había
visto algunas veces. Esto lo hacía María Isabel por las noches, y siendo
la oscuridad una aliada del crimen, fue en la noche del 23 de noviembre
del 2004 cuando María Isabel fue vista por última vez, minutos antes, a
eso de las 22:00, había llamado a sus padres para decirles que no
cenaría en casa.
Su cuerpo fue encontrado dos días
después a pocas manzanas del cine de Illa de l”Oci: tenía un pañuelo
atado al cuello, estaba metido en una funda de basura y tenía signos de
haber sido salvajemente violada…
Ante el siniestro hallazgo se levantaron
varias hipótesis: crimen pasional, venganza y otras posibilidades
alejadas de la realidad. La clave la tenían las amigas de la víctima…
En el curso de las indagaciones
realizadas por la policía española, se pudo contactar con las amigas de
María Bascuñana, quienes dieron datos determinantes para capturar al
asesino.
Para empezar, según contaron las amigas
de María, ésta les había contado que Gilberto la acosaba sexualmente
cada vez que iba a dejar o retirar su coche del parqueadero. Lejos de
parecer una calumnia, aquello se veía respaldado por otra acusasión,
según la cual Gilberto, buscando satisfacer sus deseos lascivos, les
pedía los números de celular con la excusa de que era para llamarlas en
caso de que algo malo les sucediese a los coches dejados en el estacionamiento. Y decimos que era para satisfacer sus
deseos lascivos ya que, todas las que le dieron el número, recibieron
después llamadas de acoso sexual.
¿Sería entonces Gilberto el asesino de
María? La Policía empezó a sentirse segura de que sí cuando, tras
encontrar el teléfono móvil de María, vieron a través de un registro de
llamadas que, justo en las horas en que desapareció María, desde su
celular se efectuaron dos llamadas, de entre cinco y seis minutos, a
lugares en que se ofertaba sexo telefónico… Entonces: ¿para qué querría
María eso?, ¿era esa una conducta propia de una mujer no-lesbiana?, y
eso, claro está, además de que las llamadas, como ya se dijo, fueron
cronológicamente cercanas al momento del crimen… Ahora Gilberto era el
principal sospechoso, y todo empeoró para él cuando se constató que, la
funda de basura usada para intentar cubrir el cadáver de María, era del
tipo de fundas que empleaba el personal de limpieza del sitio en que
Gilberto trabajaba…
Por otra parte, los compañeros de
trabajo de Gilberto dijeron que sí acudió a trabajar la noche del
crimen, y que no notaron nada raro en él. Y en cuanto a vecinos y
conocidos, todos rendían buen testimonio, diciendo que era un sujeto
amable y tranquilo. Nuevamente surgía algo de duda, pero la certeza
regresó cuando, tras efectuar una autopsia, se encontró, mediante
exámenes de ADN, que el semen encontrado en el cadáver de María
pertenecía a Gilberto…
En las paredes de aquella vieja casa en que mataba, Gilberto escribía
los nombres de sus víctimas y, casi que a modo de firma, dejaba en la
escena del crimen un cordón amarillo.
Cecilia Cajamarca fue su primera
víctima. Chamba la invitó a comer sandía y le ofreció una cadena de oro y
dinero a cambio de sexo; pero, como ella se negó, él se enfureció, tomó
un pedazo de vidrio roto y se lo hundió con gran violencia, sumiéndola
en el sueño eterno de la muerte y humillando sexualmente su cadáver,
ahora que la chica ya no vivía para rechazarle… Inaugurando lo que
después sería costumbre, el descarado asesino acudió al entierro y hasta
dio el pésame a los padres de la víctima.
Aclarando a qué nos referíamos con "humillando sexualmente al cadáver", podemos recurrir a las palabras del
policía Fausto Terán, quien dijo al diario español El País lo
siguiente: "Según me confesó Chamba, no practicaba penetración
vaginal a sus víctimas. Prácticamente les ensartaba un instrumento
similar a un bastón, que se había mandado fabricar expresamente. A
muchas, las ensartaba con tal violencia que el instrumento salía por sus
bocas"
Después de Cecilia Cajamarca vinieron
las demás víctimas, hasta que un día Gilberto intentó abusar de una
trabajadora sexual, cuya corpulencia fue suficiente para escapar y dar
un testimonio que resultó clave en el inicio del proceso penal contra el
asesino, el cual terminó con una sentencia de 16 años de prisión, que
se disminuyó por el privilegio 2×1, en virtud del cual las penas se
rebajaban a la mitad por buena conducta, a causa de lo cual Gilberto
terminó libre en el año 2000…
Gilberto estaba casado y había tenido hijos con Mariela para aquel 9 de noviembre del 2000, día en el cual salió
habiendo recibido el corrupto beneficio de limpiar su historial
policial… Así, lavado por la misma ley que debía condenarlo, Gilberto
pensó en trasladarse a España, donde tenía dos hermanas que lo
recibieron cuando aterrizó en el aeropuerto de Barajas, en Madrid.
Ya en Madrid, Gilberto efectúo diversos
trabajos, tales como albañil o cargador de bolsos en el edificio donde
vivía con sus familiares y parejas de turno. Pero en el 2004 consiguió
un trabajo algo estable, como cuidador de una zona de parking en el complejo de entretenimiento Illa de l'Oci, cerca de la Facultad de Derecho de la localidad de
Lleida. Aunque no solo cuidaba los aparcamientos, sino que también
colaboraba en la limpieza de las salas de cine de Illa de l'Oci.
Una vez que Gilberto consiguió el empleo como cuidador, no se sintió
capaz de resistir a la tentación de delinquir nuevamente con una de las
jóvenes estudiantes universitarias de la Facultad de Derecho que estaba
cerca de su trabajo. Muy probablemente pensó que la Policía de España
era tan ineficaz y blanda como la ecuatoriana, y al parecer se equivocó…
Gilberto Antonio Chamba Jaramillo, nacio en Machala (Ecuador) en 1963, es un asesino en serie apodado como"El Monstruo de Machala"por la brutalidad con la que asesinó a sus víctimas en la provincia de El Oro, en el sur occidente ecuatoriano.
Fue una verdadera psicosis colectiva la
que vivió Machala en los cinco años en que Gilberto cometió suficientes
atrocidades como para pasar al grado de leyenda del crimen bajo el
título de “El Monstruo de Machala”.
Según informaron varias fuentes
periodísticas de la época, Gilberto contó a los policías todo lo que
hizo antes, durante y después de los asesinatos.
Los policías que consiguieron
capturarlo, contaron que tenían dudas de que Gilberto fuera el verdadero
asesino, y que para ver si fingía, intentaron llevarlo a sitios
diferentes a los de los asesinatos, aunque éste siempre les decía que
estaban mal y los llevaba, con escalofriante frialdad, a donde realmente
violó y mató.
No resultaba difícil creer que había
matado con facilidad si se tenía en cuenta que, antes de ser taxista,
Gilberto había estado en el Ejército, alcanzando el rango de cabo. Ya
después, cuando en 1988 consiguió un taxi, recorrió las calles de
Machala hasta 1993, buscando víctimas que, en general, eran jóvenes,
estudiantes, y andaban solas.
El anterior fue el caso de Rosa Benavides, universitaria cuya madre, Lola Román, recuerda como una chica “tranquila, estudiosa y feliz”. Con lágrimas en los ojos, la anciana mujer de 72 años expresó ante fuentes periodísticas: "No
se imagina cómo sufrimos todo ese tiempo. Y nos dio más rabia cuando
nos enteramos de que el asesino estaba campante en España, como que si
nunca hubiera hecho algo malo". Y para colmo de males, tanto en el
caso de Rosa como en otros, Gilberto acudió al funeral de la víctima,
costumbre muy cínica que tenía acentuada, tal y como expresan las
palabras del policía ecuatoriano Fausto Terán: "Muchas eran madres de las víctimas, quienes le conocían como un hombre tranquilo y educado que había acudido a los velorios con pesadumbre"
Volviendo a su modus operandi, vemos que, tanto su facilidad de palabra
como el uniforme militar que a veces usaba, le facilitaban conseguir que
las jóvenes (en general de 17 a 24 años, aunque también mató a dos de
14 y 16 años) lo acompañaran hasta una vieja casa, donde las estrangulaba y abusaba de ellas. Respecto a eso, el propio asesino admitió lo siguiente: "Primero
les ponía una mano en la boca, la otra en la garganta y así las mataba,
pero para asegurarme luego las ahorcaba con una cuerda o alambre"
Por ello decidieron que si
habían de morir de hambre o a manos de las huestes de la Loba, mejor era
morir combatiendo contra ella, así que se armaron lo mejor que
pudieron.
Hicieron lanzas y jabalinas, arcos y flechas tomaron piedras y garrotes y en la oscuridad de la noche, se pusieron en marcha hacia el castillo de la malvada mujer.
La Loba y sus secuaces dormían confiados en el terror que infundían en la comarca por lo que descuidaron la vigilancia. Nunca nadie se había atrevido a desafiar su poder, ni contaban con que tal cosa pudiera suceder. Sigilosamente, los vecinos de Figueirós, treparon murallas y abrieron puertas sorprendiendo a los sicarios de la Loba. En un breve pero encarnizado combate el pueblo venció contra sus huestes, y acto seguido se lanzaron escaleras arriba en busca de su opresora.
La Loba se había refugiado en la torre más alta pero ninguna puerta era lo bastante gruesa y resistente para aguantar los embistes de los decididos asaltantes. En cuanto vio caer su última defensa ante el empuje de los enemigos y no queriendo someterse a quienes ella consideraba sus esclavos (ya que se consideraba una reina y como tal moriría), echó a correr hacia la ventana y se arrojó al vacío, muriendo destrozada sobre las rocas.
Con su muerte, acabó el suplicio de los habitantes de la comarca, que recordaron durante siglos, en romances y canciones, el valor de los vecinos de Figueirós.
Existe en Galicia una leyenda, sobre una reina muy cruel. Se trata
de la reina loba o "raiña lupa". La verdad es que hay varias leyendas
sobre esta reina, cada una de ellas situada en un punto diferente de
Galicia, algunas en Lestedo (Santiago) y otras en Pexeiros y Cuqueixos.
Una de ellas cuenta que en la provincia de Ourense
vivió una poderosa y adinerada mujer, tan cruel y soberbia como bella,
que era llamada por los campesinos de su señorío, "la Reina Loba"
Para su manutención y la de sus allegados, obligaba a sus súbditos a
entregarle cada día una vaca, un cerdo y una carreta llena de otros
alimentos. Las familias campesinas se turnaban en estas entregas, por
miedo a los súbditos de la Loba, que arrasaban e incendiaban casas y
cosechas, y asesinaban a todos los habitantes de las aldeas en las que
alguna familia se hubiese negado a entregar lo que se les reclamaba.
Con este ambiente terrorífico vivía la comarca entera, hasta que le llegó el turno de entregar los alimentos al pueblo de Figueirós.
Sus vecinos se reunieron en asamblea y decidieron no pagar un tributo
que les arruinaba y que encima mantenía al pueblo oprimido y
atemorizado. Pero decir "no pagaremos" no era suficiente, porque la
reina mandaría contra ellos a sus huestes y serían perseguidos y
asesinados.
Después de terminado el juicio, Jaime
fue conducido a la Prisión de San Roque en la ciudad de Sucre, donde se
lo asignó al sector conocido como "Pozo", en una celda aislada.
Las autoridades creyeron que aislar a
Jaime en la cárcel bastaría para aplacarlo, pero éste empezó a pensar en
cómo huir desde que llegó, y siempre estuvo atento a ver si se le
presentaba una oportunidad de fuga. De ese modo, el viernes 30 de marzo
del 2012, Jaime escapó de prisión, tal y como refiere el subcomandante
policial Roberto Ledesma en su informe: "Él tenía una hora de salida para hacer sus necesidades biológicas, es así que aprovechó ese tiempo
para distraer a su custodio y trepar la verja saltando a la calle
Serrano; escapó en una vagoneta de color plomo."
Tras la fuga, diversas unidades de
Inteligencia Policial efectuaron operativos de rastreo; aunque, tras el
fracaso de los operativos, se creyó que posiblemente el asesino había
escapado hacia el interior del país, por lo que fue necesario iniciar
acciones coordinadas con el Comando General de la Policía. Inclusive,
tal era la peligrosidad asignada al delincuente, que Bolivia optó por
pedir ayuda a la Interpol (Organización Internacional de Policía
Criminal), y la organización respondió rápidamente publicando la
notificación naranja que aquí citamos:
"LYON (Francia) – A petición de
Bolivia, INTERPOL ha publicado una alerta internacional sobre la
seguridad, conocida como notificación naranja, tras la evasión de
prisión de un asesino convicto considerado extremadamente peligroso.
Jaime Cárdenas Pardo se fugó del
centro penitenciario de San Roque (Sucre) el pasado 30 de marzo.
Inmediatamente después de haber recibido todos los datos del prófugo de
la Oficina Central Nacional de La Paz, el Centro de Mando y Coordinación
de INTERPOL, sito en la sede de la Secretaría General en Lyon
(Francia), transmitió una alerta a todos y cada uno de los 190 países
miembros de la organización policial.
La notificación naranja, en la que
figura la fotografía de Cárdenas Pardo, se ha difundido en todo el mundo
para ayudar a los funcionarios encargados de la aplicación de la ley a
identificar, localizar y detener a este prófugo.
En 2006 la Asamblea General de
INTERPOL aprobó una resolución en la que se subrayaba la necesidad de
que los países miembros avisaran a la Secretaría General de las
evasiones de presuntos terroristas y otros delincuentes peligrosos."
Después de la alerta naranja de la
Interpol, un 03 de mayo del 2012, el coronel Gonzalo Quezada (Comandante
de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico o “F.E.L.C.N.”)
informó que, a eso de las 10:45 de la mañana en la localidad beniana de
Yucumo, Jaime Cárdenas Pardo había sido recapturado por efectivos de la
Unidad Móvil de Patrullaje Rural, en un operativo coordinado con
miembros de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen. El delincuente
fue encontrado en una carpintería de la Av. San Borja, apresado, y
conducido inmediatamente al penal de Chonchocoro, en La Paz, donde sigue
y seguirá hasta cumplir su condena. Sobre dicho operativo de captura,
el comandante policial Rolando Ramos se expresó en estas palabras: "Este fue un trabajo
profesional del personal que hizo el seguimiento. No hubo ningún hecho
de violencia y él fue sacado del inmueble sin emplear la violencia"
El jueves 17 de febrero del 2011, Jaime asaltó con cuchillo a un
ciudadano peruano, apuñalándolo más de una vez sin quitarle la vida.
Esto ocurrió en la ciudad de La Paz, y algunas personas lo vieron y lo
denunciaron, gracias a lo cual Jaime fue capturado poco después por la
Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen.
Algo que llamaba la atención era cómo,
hasta el momento de su captura, Jaime había podido delinquir tan a sus
anchas. Lo que muchos habrían sospechado, se confirmó cuando el asesino
confesó que muchas veces usó las ganancias de sus robos para sobornar a
policías y salir bien rápido de la cárcel, además de que dijo tener una "buena amistad" con algunos policías que eran cómplices suyos y recibían
una parte del dinero de sus fechorías. Indignantemente, un ejemplo de
lo dicho fue que, al menos en cuatro casos, fueron policías quienes
proporcionaron a Jaime los encargos de sicario. Aunque esto era
impactante para la opinión pública, ni la Fiscalía de la Nación ni el
Comando General de la Policía Nacional investigaron quiénes eran esos
policías ligados al sicariato…
Por otro lado, Jaime no solamente
admitió aquello de lo cual se le acusaba (asesinar a un hombre en
Miraflores para robarle una laptop, y matar y violar a dos
universitarias en Sucre), sino que confesó haber asesinado a más de 30
personas, ampliando así el número de víctimas estimado. Según dio a
entender, en general mataba para robar, otras veces violaba y mataba
para no ser delatado, algunas veces para las dos cosas anteriores, y
otras porque estaba cumpliendo una misión de sicario. Los asesinatos
tuvieron lugar en varias ciudades de Bolivia, como Santa Cruz, La Paz,
Miraflores, Cochabamba y Sucre.
Sobre la base de las confesiones y del
examen psicológico y psiquiátrico, Jaime fue descrito por los
psiquiatras como alguien que era consciente y responsable de lo que
hacía, plenamente imputable, catalogable como "asesino en serie confeso"
y "psicópata", y dotado de una personalidad agresiva, con un perfil de
auténtico depredador que no tiene reparo en matar con tal de conseguir
sus objetivos.
El juicio de Jaime se prolongó por más
de un año, aunque finalmente, el 6 de diciembre del 2011, lo condenaron a
30 años de prisión por la violación y el asesinato de las
universitarias Nairobi Alexis Muñoz de 21 años y Marfa Delgado Roso de
20 años. La misma sentencia, por la misma causa, fue dada al ex policía y
cómplice de Jaime, Ever Albis Vera. En cuanto a los otros asesinatos,
no se tiene conocimiento de la sentencia, si acaso hubo sentencia…
Por otro lado, un hecho que llamó la
atención y que hace dudar sobre el propósito de cambio del asesino, es
que durante el juicio se descontroló, tomó una botella plástica que
había contenido agua, y se la arrojó con fuerza a la fiscal,
amenazándola con vengarse si conseguía escapar de prisión. Ante eso, la
Fiscalía consideró brindar resguardo policial a la fiscal asignada por
el Ministerio Público
Ya con 17 años, Jaime cometería su primer asesinato en La Paz, capital
de Bolivia. Mató porque la víctima, al ser asaltada, presentó cierta
resistencia. Después del crimen, la Policía consiguió detenerlo,
identificarlo y acusarlo de homicidio, pero Jaime no tenía documentos de
identidad y pudo mentir sobre su edad, gracias a lo cual, junto a la
falta de pruebas, fue liberado por dictamen de los irresponsables
jueces. Había allí, al igual que en otros puntos de la vida criminal de
Jaime, la manifestación de un sistema judicial y policial corrompido,
que en este caso, pese a que el acusado había admitido matar con
cuchillo a la víctima, dio más importancia a la falta de pruebas que a
la evidente verdad, sencilla y llanamente porque al aparato estatal se
le hace más fácil liberar al menor que pagar el costo de su
rehabilitación y de la neutralización, a través del mantenimiento de la
detención, de la amenaza que éste representa para la seguridad social.
Habiendo ya delinquido numerosas veces, Jaime tomó una vez la decisión
de llevar al extremo su búsqueda por satisfacer el deseo de esa letal
mezcla que es el sexo con violencia. Para eso consiguió la complicidad
de Ever Albis Vera, un ex policía que, por colaborar en la fuga de un
reo peruano del Penal San Roque, había sido destituido en teoría durante
julio del 2009, y decimos "en teoría" porque siguió usando el uniforme
policial y trabajando para la Policía, siendo que su destitución solo se
hizo efectiva después de que colaborara con Jaime en el sangriento
crimen ocurrido en la ciudad de Sucre durante octubre del 2009.
El crimen referido tuvo lugar una noche
en que Jaime y Ever contactaron con dos jóvenes universitarias de
comportamiento algo “liberal”. Ambos se granjearon la simpatía de las
chicas, las llevaron a beber a centros de diversión nocturna, las
convencieron para drogarse, y finalmente las llevaron a un sitio
conocido como "El Cerro La Calancha". Allí las violaron salvajemente,
aunque las jóvenes amenazaron con denunciarlos y entonces los
delincuentes se pusieron más violentos, desfigurándoles las caras a
cuchillazos y machacándoles las cabezas a pedradas. Muertas las chicas,
los asesinos les sacaron dinero y se fueron.
La sorpresa vino después, porque las
chicas asesinadas eran, respectivamente, la novia y la amiga de un
conocido comerciante de coches lujosos. Cualquiera, estando en el lugar
del comerciante, habría querido hacer pagar a los delincuentes, pero
este hombre no era muy moral y medido que se diga, pues se vengó haciendo pagar a
inocentes, tal y como refiere Jaime Cárdenas Pardo en estos términos: "El novio de la muchacha que asesiné en venganza mandó a matarme. Los
que contrató eran de más sangre fría que yo, apuñalaron a mi hijito en
el pecho, fue en agosto del año 2010, cuando salió de la tienda y lo
subieron a un auto para matarle. Digo ¿qué corazón pueden tener para matar a un niño? Por
esa causa asesiné a 15 hombres, diez cruceños, dos cochalas y tres de Sucre"
Jaime Benjamín Cárdenas Pardo nació en la ciudad boliviana de Santa Cruz el 9 de abril de 1987, dentro de una familia grande y desestructurada. Tenía nueve hermanos y sus padres eran
divorciados, siendo así que creció en un entorno donde recibía poca
atención y se sentía propenso a hacer cosas indebidas para llamar la
atención y satisfacer sus necesidades. Por otro lado, Jaime discutía
frecuentemente con su madrastra y a veces se iba de casa por largos periodos de tiempo, en los cuales se juntaba con pandilleros
y menores que delinquían, y que lo fueron induciendo al vicio y al
crimen.
Dice, al igual que las otras
declaraciones del asesino, estas palabras fueron tomadas de una
entrevista que dio tras su primera captura, Jaime al respecto: "Mi
niñez ha sido tranquila, nunca he vivido violencia. No puedo culpar a
mis padres, aunque son divorciados. He empezado a delinquir para llamar
la atención de mi familia y por tener amigos. Estuve en un colegio
nocturno, la mayoría eran pandilleros y les gustaba beber, así he
empezado a robar celulares y billeteras (…). Empecé a beber a mis 11
años, a escondidas de mi familia, bebía vino y champán. A mis 13 años
conocí el alcohol y la marihuana en mi colegio. A mis 14 consumí cocaína
y pastillas como el flumentrezepan. Me drogaba porque mi papá casi no estaba con
nosotros, él trabajaba y yo peleaba mucho con mi madrastra."
Ya de adulto, Jaime admitiría que se
volvió más impulsivo desde que empezó a consumir cocaína, cosa que
sucede en muchos consumidores debido a que la cocaína es conocida como
la “droga de la amoralidad” en tanto que ocasiona un proceso de
“neandertalización” a causa de los daños que produce en el lóbulo
frontal, que es un área del cerebro asociada al juicio moral, el control
de los impulsos y la regulación de la agresividad. Así, vinculado a ese
consumo de cocaína, se produjo el primer asalto de Jaime en noviembre
del 2001, cuando tenía catorce años y le quitó el celular a un borracho,
a fin de venderlo y obtener dinero para alcohol y cocaína…
Posteriormente, el robo ya no sería una
mera forma de conseguir dinero para los vicios: se convertiría en un
modo de vida, y Jaime asaltaría a transeúntes y a conductores, además de
que sacaría, sobre todo de coches parqueados sin conductor,
determinadas partes (radio, faros, ruegas, espejos, etcétera) que
después vendería a precios demasiado buenos.
La Molsosa es un genio del bosque, una especie de bestia de cuatro patas y el cuerpo cubierto de musgo (de aquí el nombre, molsa es musgo en catalán), que castiga a la gente que se instala en el bosque o lo daña, cortando árboles o recogiendo carbón. Dice laleyenda que loscarbonerosde la Cerdanyacuando se habíande instalaren los bosques, lo primero quehacían eracabañasde madera controncos yramas de los árboles, ytirabanpiedrasalos tejadospara asegurarsedequefuera suficientementefuertey seguracomo paraque el techonose derrumbaracuando estabandentro,tambiénencendíanun fuegomuy cercapararesguardarsedel frío.Perodicenque todo ellono lo hacíansólo por eso,sinopara evitar quese acercaralaMolsosa, ya que esta, le tiene miedo a los golpes de piedra y sobretodo, al fuego.
Para preservar sus cabañas, los carboneros bailaban alrededor de ellas con ramitas encendidas y cuando tenían lista la carbonera, picaban una sartén con un hacha para asustar a la Molsosa. Este genio del bosque tiene un instinto maternal muy desarrollado, algunos dicen que rapta niños pequeños, otros que cuida a los que encuentra perdidos en el bosque.
Ha habido carboneros y leñadores que se han casado con ella, y han tenido niños preciosos. En compensación la Molsosa siempre protege a sus amantes. Pero a pesar delo quepueda parecerlaMolsosano eraun sermaligno, sino más bientodo lo contrario,se trata de ladueñay protectoradel bosque yvela por suintegridad.Es por ello quetodos loscarbonerosyleñadoreslatemen,ya que solo hacedaño a losque no respetan losárboles, las plantas,las flores yel musgodel bosque,y a todos aquellos queintentan construiren susdominios.Un ser quepretende conservarel bosquetalycomosiempre ha sido, no es malvado...Es solo una especie deprotectorade la naturaleza.
En Guayaquil, Camargo sobrevivía como un indigente que cargaba bultos en un mercado público,
ganando apenas un sueldo de 40 sucres diarios (algo menos de un dólar)
con esto se mantenía a base de seco de chivo (una comida típica muy
económica) y cola. Además tras cada asesinato vendía bolígrafos, ropa,
joyas y otros objetos de sus víctimas. Aún así su situación económica
era tan precaria que debía dormir en el banco de algún parque.
Siendo feo, viejo y pobre como era,
Camargo no seducía a sus víctimas sino que hábilmente utilizaba su
fealdad y vejez a favor de un sutil método de engaño y persuasión. Él,
que casi siempre seleccionaba niñas, púberes y jovencitas de estratos
sociales bajos, se acercaba con la Biblia en la mano y les decía que era
extranjero, que estaba buscando al pastor George Winchester, a su
fábrica e iglesia, que debía entregarle una fuerte suma de dinero a
dicho pastor y que les daría una buena cantidad de dinero si le
acompañaban y le mostraban el camino. Incluso, a las que no eran niñas
las engañaba diciéndoles que les podía conseguir un buen empleo en la
fábrica del pastor, la cual siempre quedaba a las afueras de la ciudad…
Así y aprovechando su vejez y aspecto para que nadie (incluyendo las
chicas) sospeche de él, Camargo tomaba un bus con la chica y, una vez
que el bus se adentraba por parajes solitarios, él les decía que por
allí había que bajar.
Llegaba luego el momento crucial, para
lo cual él siempre hacía que la chica caminase atrás de él y a una
distancia prudencial, de modo que así ella se sintiese confiada.
Entonces era cuando él, con la excusa de buscar un atajo, decía que
debían adentrarse en el paraje: si la chica se rehusaba, él la dejaba ir
y ella se salvaba; si la chica lo seguía, él la llevaría al lugar
propicio para violarla y matarla impunemente.
Una vez adentrados en el paraje
solitario (en los casos en que le seguían), él se giraba con una mano
detrás a modo de quien sostiene un revólver, le decía a la chica que el
pastor no existía y que él la había llevado allí para “hacer el amor” y,
tras insinuarle que si no cedía usaría el revólver (lo que tenía era un
cuchillo), la sometía y la violaba. "Yo optaba por la persuasión antes que por la amenaza", dijo alguna vez Camargo con respecto a su método…
Como consideraba que la violación con
muerte era un acto irrepetible y único, Camargo se esforzaba por retener
todos los detalles sobre sus víctimas, memorizando siempre sus nombres
y, cuando era posible tomaba objetos de su víctima para preservar un "recuerdo", aunque muchas veces acababa vendiéndolos para sobrevivir.
Finalmente, Camargo solía darle
machetazos a los cuerpos, arrancarles los órganos a veces…Todo con el
fin de despistar a la Policía, de dejar la menor cantidad posible de
huellas. Dijo por ello lo siguiente de sí mismo: "mataba sin dejar
huellas. Siempre llevaba una camisa de más, y cuando las manos se me
manchaban de sangre, las limpiaba orinando sobre ellas"
Un 26 de febrero de 1986, minutos
después de violar y asesinar a Elizabeth Telpes de 9 años de edad, una
patrulla de la Interpol lo vio mostrando un comportamiento sospechoso a
la altura de la avenida de Los Granados, una calle de Quito. Cuando los
dos policías se bajaron para examinar al sospechoso, lo que hallaron los
dejó sorprendidos: allí, en la bolsa de pertenencias de Camargo,
estaban las ropas ensangrentadas de quien evidentemente había sido una
pequeña e inocente niña…
Inmediatamente lo detuvieron.
Posteriormente María Alexandra Vélez, una chica guayaquileña que se
salvó del violador, identificó a Camargo cuando fue llamada a
testificar. Aunque no sería complicado condenar a Camargo ya que él
mismo se declaró culpable sin cómplices un 31 de mayo de 1986,
admitiendo 71 asesinatos y violaciones y mostrando con espantosa
frialdad a la Policía los sitios en que dejó los cadáveres de sus
víctimas.
Después de su detención fue
inmediatamente llevado a la cárcel de Guayaquil hasta que en 1989 fue
trasladado al Penal García Moreno de Quito para cumplir la máxima pena
que existía y aún existe en Ecuador: 16 años, un castigo insignificante
para la escalofriante trayectoria criminal de Daniel Camargo Barbosa.
Desde el principio de su encarcelamiento
en la cárcel de Guayaquil Camargo tuvo que ser especialmente vigilado
para evitar que los otros presos le asesinaran. Finalmente Camargo fue
trasladado al Penal García Moreno, donde los primeros días compartió
celda con Pedro Alonso López alias “El Monstruo de Los Andes”, otro
psicópata colombiano del cual se dice que cometió más de 300 asesinatos.
No obstante La Bestia de Los Manglares no duraría muchos años más
encarcelado pues el 13 de Noviembre de 1994 moriría asesinado por el
recluso Luis Masache Narváez de 29 años (familiar de una víctima de
Camargo).
Cuentan que era un tranquilo domingo de
visita cuando, estando Camargo sentado en su celda, Luis Masache entró
súbita e inesperadamente, lo agarró con violencia del pelo haciéndolo
arrodillarse, lo miró y le dijo: “llegó la hora de la venganza”. Acto
seguido le dio ocho puñaladas. Ya muerto el violador de vírgenes,
Narváez bebió cuanto pudo de su sangre (antes de que lo detuvieran)
inspirado en la creencia de que así el espíritu maldito de la víctima no
lo seguiría. Ese fue el fin de Daniel Camargo Barbosa, cuyos huesos
yacen en la fosa 798 del cementerio El Batan.
Cuenta al respecto Juan Antonio Cebrián, en su obra Pasajes del terror: Psicokillers, asesinos sin alma, lo siguiente: "En
ese aislado paraje estuvo encerrado diez años, pues lo cierto es que la
isla por inhóspita apenas tenía vigilancia y los presos deambulaban a
sus anchas por la pequeña extensión insular. La tarde del 23 de
noviembre de 1984 Camargo, en uno de sus paseos, descubrió una pequeña
barca abandonada, y no se lo pensó dos veces; empezó a remar con la
desesperación del superviviente. Sin alimentos ni agua remó sin descanso
durante tres días hasta que divisó las costas continentales.
Milagrosamente se había salvado aunque su aspecto y situación anímica
daban a entender que sus días estaban contados. Pero Daniel Camargo era
inteligente y tenía capacidad para generar recursos que le permitieran
seguir adelante"
Al enterarse de su fuga y desaparición,
las autoridades colombianas —firmemente convencidas de que su Gorgona
era una prisión de máxima seguridad en que las corrientes y los tiburones hacían las veces de un sistema de
guardia secundario, le dieron por muerto y la Prensa se aventuró a
publicar que el "monstruo" había sido devorado por los tiburones. Lo
habían subestimado y el tiempo se los demostraría.
Fue así que, aprovechando el hecho de que se lo creía muerto, Camargo cruzó a Brasil y, como cuenta Francisco Febres Cordero (periodista ecuatoriano que lo entrevistó): "recorriendo el continente vino a
dar por acá, llegó a Quito, durmió una noche en los portales de Santo
Domingo y a la mañana siguiente preguntó: “¿No hay un sitio más caliente
en este país?, aquí me voy a morir de frío”. Así llegó en bus a
Guayaquil, el 5 ó 6 de diciembre de 1984. Y allí comenzó su dantesca,
horripilante historia…"
La ola de terror que sacudió a Ecuador
inició un 18 de diciembre de 1984 con la desaparición de una niña de
nueve años en la ciudad de Quevedo, al día siguiente continuó con la
desaparición de otra niña (de diez años) y luego vino desaparición tras
desaparición…
Poco a poco los cadáveres de las jóvenes
vírgenes fueron apareciendo con huellas de machetazos, cuchilladas,
estrangulaciones y signos de violación. Aparecían desnudas, en parajes
llenos de vegetación, generalmente en la vía Perimetral, en la vía Nobol
y en la Avenida de Los Granados. Los forenses no podían determinar con
exactitud la causa de la muerte y además se sabía que, por la zona de la
provincia del Guayas en que operaba Camargo, había una banda de sádicos
violadores, de modo que también resultaba difícil la labor policial
para determinar al autor.
Sólo después de ser arrestado se supo
que los asesinatos con violación sumaban un total de 71, y que los
lugares habían abarcado Guayaquil, Quito, Ambato, Machala, Nobol,
Quevedo y Ventanas y, sobre todo, que su autor había sido un enclenque
cincuentón de apenas 1,65 de estatura. Sus víctimas, normalmente fueron
campesinas, colegialas, escolares, universitarias,
empleadas domésticas, incluso una de ellas era un experta en karate,
eso tampoco la sirvió para defenderse del asesino…
Frustrado, dolido y decepcionado de las
mujeres en general, Camargo no hizo lo que alguien normal habría hecho
sino que, en vez de cortar definitivamente su vínculo con Esperanza, él
astutamente la convenció, utilizando la culpabilidad que ella sentía por
decepcionarlo, para que ésta le ayudase en su vil plan de conseguir
chicas jóvenes e "inmaculadas". Sobre eso, en declaraciones posteriores a
su detención, Camargo se justificó diciendo que fue: "Por no
encontrar virgen a mi prometida, con la que me iba a casar. Yo no fui
capaz de dejarla, porque estaba locamente enamorado. Había momentos en
que yo decía ‘Sí, yo la dejo’, pero otros no era capaz, porque realmente
estaba enamorado. Esto dio por resultado que, como yo no había tenido
experiencias con mujeres vírgenes, y al mismo tiempo era incapaz de
dejar a, esa muchacha…, yo acepté como lo más correcto que ella me
ayudara a conseguir unas chicas que estuvieran vírgenes".
Así Esperanza, a través de engaños,
llevaba chicas al apartamento de Camargo, dándoles allí cápsulas de
seconal sódico para que se durmieran y Camargo pudiese desflorarlas.
Cinco fueron las violaciones (sin muerte
todavía) que Camargo logró con el seconal sódico y la ayuda de
Esperanza hasta que la quinta víctima, que era apenas una niña,
descubrió que había sido violada mientras dormía en el departamento de
Camargo e, indignada y asustada, contó lo sucedido y Camargo y su novia
fueron denunciados y enviados a distintas prisiones en 1964.
Todo parecía indicar que Camargo sería
sentenciado a sólo tres años, aunque después la causa subió en grado y
el nuevo juez, más severo que el anterior, le condenó a ocho años tras
las rejas, lo cual destruyó el propósito inicial de Camargo de
regenerarse (había jurado regenerarse) y le llenó de rabia y odio hacia
la sociedad y su justicia, desencadenando así una profunda y hostil
rebeldía interior que junto al hecho de que su quinta víctima hubiese
hablado, sería la causante de que Camargo decidiera en la cárcel que en
el futuro no dejaría con vida a una sola de sus víctimas, esta era la
única forma de evitar que le delataran
Tras cumplir su condena, Camargo se dedicó a trabajar como vendedor ambulante de pantallas de televisión.
Un día, mientras pasaba frente a una escuela, Camargo vio una jovencita
de nueve años cuyo aspecto le volvió loco, le "enamoró". Decidido a
hacerla suya, la llevó con engaños a una zona poco transitada en donde
le arrebató la virginidad sin tener piedad de sus lágrimas y, no
contento con eso, la estranguló para evitar ser delatado y luego, sin
enterrarla, la dejó junto a las pantallas de televisión que llevaba. Fue
su primera violación con muerte.
El error de abandonar las pantallas,
tras el miedo inicial y huída por su primer asesinato, le costaría caro;
ya que, cuando al día siguiente (3 de mayo de 1974) regresó para ver
los televisores que dejó y enterrar al cadáver, un agente de la policía
sospechando de su comportamiento decidió seguirle e interrogarle,
descubriendo finalmente el lugar donde había abandonado el cadáver de la
niña. Gracias a la acción policial Camargo fue detenido en Barranquilla
ese día.
Ésta vez la justicia colombiana no sería suave con Camargo. El castigo
debía ser ejemplar. En efecto, se lo condenó a permanecer 25 años en la
prisión de la isla Gorgona, una especie de versión colombiana de
Alcatraz de la cual, hasta la fecha, ningún criminal había escapado.
Díez años estuvo Camargo en esa isla volcánica de 28 kilómetros
cuadrados situada en el Pacífico de Colombia,
diez años en los que se entretuvo leyendo a autores del calibre de
Nietzche, Freud o Dostoievsky, diez años en que también, preparándose
para el gran día, leyó libros de navegación y estudió con detalle las
variaciones de las corrientes en torno a la isla.
Daniel Camargo Barbosa nacio el 22 de enero de 1930 en algún lugar de los Andes Colombianos (no se
conoce con certeza su procedencia exacta). Antes de cumplir un año su
madre murió y, posteriormente, su padre se casó con una mujer que tenía problemas de fertilidad y un obsesivo e insatisfecho deseo de
tener una hija, deseo que, al no poder cumplirse, le ocasionó
trastornos mentales y un comportamiento anómalo del cual el pequeño
Camargo fue víctima. Así, su madre lo vestía de mujer
frecuentemente, lo obligaba a ir de esa forma al colegio (donde todos se
burlaban de él) y a veces lo castigaba atrozmente clavándole alfileres.
Su padre no fue de manera alguna un refugio para Camargo: era
alcohólico, violento y nada afectuoso, su mayor y casi único interés era
el dinero y, como figura paterna, era muy distante, despótico y severo.
Las pocas veces que trataba con su hijo solía ser para propinarle
brutales palizas ayudado por el tío del niño…
Con respecto a la conducta de su madre y el daño que le ocasionó, años después Camargo nos diría lo siguiente: "A
mi madrastra no le gustan los niños, pero le encantan las niñas. La
prueba es que ella consentía hasta el extremo a mi hermana. Ella tiene
que haber sufrido algún trauma en su niñez, que hizo que no le gustaran
los niños. Cuando ella me ponía vestidos de mujer, pienso yo que lo que
estaba tratando era convertirme en una mujer. Puede ser que no me
odiara, puede ser que me amara, pero no me podía amar como un niño"
En
gran parte por ello, Camargo llegó a acumular el inmenso cúmulo de
odio, resentimiento y misoginia (odio a las mujeres) que posteriormente
le transformarían en un despiadado criminal.
Pese a todo, Camargo consiguió ser un estudiante destacado en el colegio León XIII de Bogotá,
aunque posteriormente tuvo que dejar sus estudios y dedicar sus
esfuerzos a ayudar económicamente a su familia; lo cual, según
declaraciones de él mismo, habría contribuido a aumentar su amargura y
resentimiento.
Ya de adulto, Camargo conoció a una mujer llamada Alcira con la que tuvo
dos hijos, a la cual terminó abandonando cuando conoció a Esperanza,
una chica de 28 años con la cual se había hecho muchas ilusiones
llegando incluso a desear casarse con ella; esto sería el detonante del
lado criminal de Camargo, no sólo porque Esperanza no era virgen sino
que, además, sin que hubiera pasado mucho tiempo en su relación la
descubrió en la cama con otro hombre
Existe una leyenda en el Reino de Valencia que esta dedicada a"La Delicada de Gandía" intentare contarla para aquellos que no la conozcan todavía. Cuenta
la leyenda , que hace ya varios siglos vivió en la Ciudad Ducal de Gandia, una
guapa y joven doncella. La "Parca" vino a verla, un día en que al pasar
cerca de "La Colegiata", un pétalo de jazmín cayó sobre su cabeza. Al extenderse la noticia por la ciudad ducal, en cuyo relato se omitía
intencionadamente el hecho de que el pétalo de la flor que le había
caído pertenecía a uno de los ornamentos del rosetón de la Colegiata de Gandía, se empezó a gestar la leyenda. Eso le hizo ganar
a pulso esa "delicadeza" al morir, ya que toda la comarca supo que había pasado a
mejor vida por haberle "rozado" una flor; nadie podía pensar que se
trataba de un frío y pétreo jazmín de la fachada de la La Colegiata de Santa María. Hoy en día se calcula que ese "jazmin" podría haber llegado a pesar unos 50 kg. Se desconoce quien es la desafortunada "Delica" pero todo apunta a que era la hija de un abogado, de quien se decía que estaba muy delicada, enferma de desgana y que se pasaba las tardes sentada en el patio de su casa, cerca de un jazmin y de esa colegiata
Se cuenta que antes de que muriese, Calígula recibió algunas señales de
que su final estaba por venir: cuando iban a trasladar la estatua de
Júpiter que estaba en Olimpia, dio tales carcajadas al ver que la
tocaban, que los obreros salieron corriendo y algunas máquinas se
cayeron; un tal Casio le dijo que recibió en sueños la orden de
sacrificar un toro (Calígula vendría a ser el toro) a Júpiter; cayó un
rayo sobre el Capitolio de Capua y otro en el Templo de Apolo Palatino,
ambos en el día de los idus de marzo; Sila, astrólogo consultado por él
con cierta frecuencia, le dijo que tendría una muerte próxima, violenta e
inevitable; los oráculos de Anzio le dijeron que se cuidase de Casio, y
él reaccionó haciendo ejecutar al procónsul Casio Longino, olvidando
que el pretoriano Querea también se llamaba así; soñó que estaba en el
cielo, junto al trono de Júpiter, y que el enorme dios le empujaba con
el pulgar del pie derecho para hacerlo caer a la Tierra; le cayó sangre
de flamenco durante un sacrificio; el actor Mnester representó el asesinato de Filipo de Macedonia.
Sobre su muerte, ésta fue un asesinato planeado por tres hombres,
liderado por Casio Querea y ejecutado por él y otros pretorianos, aunque
se sabe que muchos senadores, militares y otras personas sabían, pero
existía una actitud de complot y nadie habló porque todos querían ver
muerto al tirano sádico y demente. Así, se quedó en tenderle una
emboscada cuando saliese de los juegos palatinos a través de una galería
subterránea, y Casio Querea, que era un viejo pretoriano y conocía al
emperador desde niño (había sido un destacado oficial de Germánico),
pidió ser el primero en hundirle un puñal; ya que, como señala Suetonio: "Calígula insultaba sin cesar su vejez y nunca le dirigía más que
palabras ultrajantes, tratándole de cobarde y afeminado; si se
presentaba a pedirle la consigna, le contestaba 'Príapo' o 'Venus'; si
el tribuno se adelantaba a darle gracias por algo, él le presentaba la
mano a besar en forma y con movimientos obscenos"
De ese modo, cuando durante la mañana del
24 de enero del año 41 Calígula salió de los juegos palatinos
desplazándose solitariamente por una galería subterránea, se encontró
con Querea y éste le pidió la contraseña (la galería subterránea era una salida secreta); pero, antes de que terminara de responder, sintió el puñal de
Querea clavándose con saña entre su cuello y su clavícula.
Aterrorizado, Calígula intentó correr mientras Querea lo insultaba, pero
Cornelio Sabino lo apuñaló, y después todos y cada uno de los
conjurados le hundieron sus armas de metal, atravesándolo como treinta
veces (entre todos) y dejándolo allí en el suelo, con las carnes
abiertas y la sangre manando por todas partes…
Cuando los guardaespaldas germánicos de
Calígula se percataron de lo sucedido, asesinaron a todos los
conspiradores que pudieron, así como también a senadores y civiles
inocentes que estaban cerca en aquel momento, o al menos esto cuenta
Flavio Josefo. Sea cual sea la verdad sobre esos detalles, los
conspiradores sobrevivientes asesinaron a la esposa y a la hija de
Calígula: Cesonia, su esposa, fue apuñalada; entretanto, la perversa
niña fue estampada contra un muro, tan fuerte que se le reventó el
cráneo y sus sesos se esparcieron por el suelo. A Claudio, que habría de
ser el futuro emperador, también lo intentaron matar, pero escapó a
tiempo. Para acabar, Suetonio cuenta que: "Su cadáver fue llevado en
secreto a los jardines Lamianos, lo chamuscaron en una pira
improvisada, y lo enterraron luego cubriéndole con un poco de césped.
Más adelante sus hermanas, vueltas del destierro, lo hicieron exhumar,
lo quemaron y dieron sepultura a sus cenizas. Se asegura que hasta esta
época aparecieron fantasmas a los guardias de aquellos jardines, y por
la noche, en la casa donde le asesinaron resonaban espantosos ruidos. Su
esposa Cesonia murió al mismo tiempo que él, asesinada por un
centurión; a su hija la estrellaron contra una pared"
Durante el año 40, Calígula ideó dos grandes farsas: una que engañó a
muchos, otra que lo hizo quedar como un verdadero loco, y que casi
seguramente fue efectuada como una burla. En el primer caso, tras
recibir la sumisión de Adminio (hijo de Cynobelino, rey de Britania) y
de sus hombres, a los cuales Cynobelino había expulsado de Britania,
Calígula los tomó y organizó una marcha pública en Roma, donde
supuestamente ellos eran prisioneros de la ficticia guerra que se
acababa de ganar contra la recientemente anexionada Britania. En ese desfile,
también Calígula empleó prisioneros de guerra galos, que habían sido
seleccionados por ser altos y fuertes, y a los cuales se les había
pintado el pelo de rubio para que parecieran guerreros nativos de
Britania. En el segundo caso, Calígula hizo a sus soldados disparar al
mar y recoger conchas que supuestamente eran los despojos del gran
Neptuno (Dios del Mar, equivalente a Poseidón); sobre aquella
recolección, aunque sin mencionar lo de Neptuno y las flechas lanzadas
al agua, Suetonio cuenta lo siguiente: "Por último, se adelantó
hacia las orillas del océano a la cabeza del ejército, con gran
provisión de balistas y máquinas de guerra y cual si proyectase alguna
grandes empresa; nadie conocía ni sospechaba su designio, hasta que de
improviso mandó a los soldados recoger conchas y llenar con ellas sus
cascos y ropas, llamándolas despojos del océano debidos al Capitolio y
al palacio de los césares. Como testimonio de su victoria construyó una
altísima torre en la que por las noches, y a manera de faros,
encendieron luces para alumbrar la marcha de las naves. Prometió a los
soldados una gratificación de cien duleros por cada uno, y como si su
gesto fuese el colmo de la generosidad, les dijo: “Marchad contentos y
ricos"
Una especie de signo viviente de la locura de Calígula fue su caballo
Incitatus, al cual lo hizo nombrar sacerdote y cónsul de Bitania
(territorio al norte de Turquía), además de que le mandó a construir una
enorme caballeriza de mármol con pesebres de marfil, una estatua de
mármol, y una villa con 16 jardines y 18 sirvientes.
Como el caballo de carreras que era,
Incitatus participó en muchas carreras. Siempre, la noche antes de la
competencia, Calígula decretaba un silencio general en la parte de Roma
cercana a la villa de Incitatus, y quien perturbase el sueño de su
caballo era enviado al sueño eterno por la espada de un soldado… Dicen
que solo una vez en toda su vida Incitatus perdió una carrera, y el
talentoso jinete vencedor fue ejecutado por orden de Calígula…
Comía copos de avena mezclados con
suaves y delgadísimas escamas de oro, tomaba el mejor vino en copas de
oro, devoraba ratones, calamares, mejillones y pollo; vestía púrpuras de
la mejor calidad y usaba collares con piedras preciosas; no copulaba
con yeguas, sino con una bella mujer llamada Penélope, que pertenecía a
la alta sociedad y había sido elegida por Calígula como esposa de su
amado caballo…
En el año 40, Calígula dio un paso más allá y se autodivinizó: se
autoproclamó un dios-sol; aparecía vestido como Hércules, Venus,
Mercurio y Apolo; firmaba documentos públicos con el nombre de Júpiter;
se erigió dos templos en Roma y otro en la provincia asiática de Mileto;
usó el Templo de Cástor y Pólux como pórtico para su propio palacio
imperial; destruyó las estatuas de hombres ilustres que Augusto había
colocado en el Campo de Marte; desenterró al gran Alejandro Magno para
quitarle la coraza y usarla regularmente; prohibió toda estatua que no
fuera la suya; decapitó estatuas de dioses importantes y les reemplazó
las cabezas con su cabeza; se hizo adorar por el pueblo, instaurando su
propio culto e imponiendo la genuflexión (arrodillarse ante el
emperador); en su culto, se hizo una estatua de oro de sí mismo a tamaño
natural, a la cual le cambiaba de roba todos los días, poniéndole una
prenda idéntica a la que usaba; impulsó a los miembros de la alta
sociedad a buscar ser sacerdotes de su culto para así obtener
privilegios o salvarse de males; hizo sacrificar muchísimos pavos
reales, gallos negros, faisanes y otros animales, todo para honrarse
como dios; invitó numerosas veces, siempre en plenilunio, a hacer el
amor a la Diosa Luna; conversó en muchas ocasiones de tú a tú con el
gran Júpiter (equivalente de Zeus), llegándole a decir “si no me elevas
al cielo, haré que caigas al infierno”; dijo que Júpiter le había pedido
compartir su
con él, y en base a esa excusa conectó el Palacio del Capitolio con el
templo de aquel gran dios; intentó meter su estatua de dios (una versión
de la estatua de Júpiter con sus rasgos) en el Templo de Jerusalén,
pero no pudo porque los judíos se levantaron en armas; etcétera.
Como un paréntesis en el desarrollo de los hechos, acotaremos brevemente
que Calígula llevó a cabo numerosos proyectos de construcción durante su
reinado, por lo que no todo fue malo. Algunos de esos proyectos fueron:
ampliar los puertos de Regium y Sicilia; terminar el Templo de Augusto y el Teatro de Pompeyo; iniciar la construcción de un anfiteatro en las cercanías
de la Saepta; remodelar el Palacio Imperial; comenzar a construir los
acueductos de Aqua Claudia y Anio Novus; reparar murallas y templos en
Siracusa; reparar viejas carreteras y crear nuevas; intentar crear un
canal a través del Istmo de Corinto; construir, a base de barcos, un
puente flotante temporal entre Baiae y Puteoli; crear dos de las mayores
embarcaciones de la antigüedad, una que albergaba un templo de Diana, y
otra que era un palacio flotante con pisos de mármol y cañerías propias
Retomando la historia negra del
emperador, también en el año 39 se dio un grave deterioro de las
relaciones entre Calígula y el Senado, pues éste último se había
acostumbrado a una relativa autonomía, hasta que llegó Calígula y todo
cambió. Los senadores se constituyeron así en una resistencia política
para el emperador. Tenía que liquidarlos, ¿pero cómo?… En el punto de
decadencia moral que Calígula había alcanzado, la respuesta no fue
complicada: revisó los casos de traición acontecidos durante el gobierno
de Tiberio, y en base a esos documentos hizo interpretaciones
exageradas y arbitrarias para decir que muchos senadores no eran
confiables, mandándolos a ejecutar. Cualquier cosa bastaba para ser
acusado por delitos de lesa majestad, y así muchos senadores fueron
marcados con fuego, enviados a trabajar a minas o a reparar carreteras,
encerrados en jaulas (en cuatro patas, para humillarlos más), lanzados a
los feroces leones, abiertos en canal con sierras o, si tenían suerte,
simplemente enviados a correr detrás de su carroza, u obligados a
permanecer de pie mientras él comía deliciosos manjares y se reía
viéndolos sufrir hambre y sed.
Pero las humillaciones sufridas por los
senadores no se limitaban a lo descrito anteriormente, pues ellos, y
algunos otros miembros de la alta sociedad, padecieron la degradación
sexual sin precedentes que Calígula impuso para conseguir más dinero. De
ese modo, muchas habitaciones del palacio fueron convertidas en
secciones de un gigantesco aparato estatal de prostitución de lujo,
donde las esposas, las hermanas, y las hijas de los senadores y de otros
infortunados, ofrecían sus bellos cuerpos ―recuérdese que los hombres
adinerados solían conseguir mujeres bellas y tener hijas bellas― a
elevadísimos precios, que los clientes frecuentemente pagaban con dinero
que los mismos esposos, padres o hermanos de las prostituidas, eran
obligados por Calígula a prestarles…
En efecto, después de recobrar la salud,
Calígula ordenó ejecutar a muchos de los que habían ofrecido (no
literalmente) su vida a los dioses si él se recuperaba, además de que
forzó a suicidarse a muchos exiliados, incluyendo a su mujer, a su
suegro Marco Silano, y a su primo Tiberio Gemelo. Filón dice que Tiberio
Gemelo había instigado una conspiración contra Calígula mientras éste
estaba enfermo, y que por eso había sido ejecutado (ser forzado a
suicidarse es ser ejecutado) en el año 38, aunque Suetonio dice que esa
conspiración solo estaba en la paranoica imaginación de Calígula; por su
parte, Marco Silano tuvo que ser juzgado por el propio emperador, ya
que Julio Grecino, que inicialmente iba a juzgarlo, fue ejecutado porque
se negó a eso al considerarlo una gran injusticia. También, a más de
las mencionadas, en el año 38 Calígula ordenó otras ejecuciones sin
juicios, sin pruebas o evidencias; entre esas estuvieron la de la mujer
de Macrón y la de Macrón, causó gran indignación esta última, pues
muchos sabían cuánto había ayudado Macrón a Calígula.
Por otra parte, en el año 38 Calígula
también se casó con Lollia Paolina, mientras paralelamente era amante de
su hermana Drusilla, a la cual había nombrado heredera del Imperio
Romano y previamente la había casado con su amigo Marco Emilio Lépido,
anulando el matrimonio previo que ésta tenía con Lucio Casio Longino,
amigo del emperador Tiberio. Claramente, Marco Emilio Lépido consentía
la situación porque fue Calígula quien en cierta forma le regaló a su
hermana, y porque además no le quedaba otra, so pena de poner su vida en
peligro. No obstante, todo este lío se deshizo cuando Drusilla murió en
junio de ese mismo 38. Entonces Calígula se deprimió profundamente y
abandonó Roma para viajar a Sicilia: cuando volvió, hizo rendir honores
funerarios de Augusta a su hermana Drusilla, y la deificó oficialmente
como representación viviente de Venus. Paralelamente, Marco Emilio
Lépido, habiendo perdido a la compartida Drusilla, quiso probar, en gran
parte por conveniencia política, a las hermanas restantes de Calígula,
haciéndose amante de Agripina la Menor y Julia Livilla; sin embargo,
Calígula vio el asunto con ojos paranoicos, y en el año 39 hizo ejecutar
a Marco Emilio Lépido y exiliar a sus dos hermanas a las Islas
Pontinas.
También, durante el año 39 Calígula se
casó con Milonia Cesonia y tuvo un mes después (habían tenido relaciones
antes de casarse) a una hija que bautizó como Julia Drusilla, mismo
nombre de su fallecida hermana. Esta niña sería muy querida por
Calígula, quien dos años después la adoraría porque, a tan tierna edad,
la pequeña ya disfrutaba arañando los ojos a otros niños… Conjuntamente a
su paternidad, Calígula afrontó una grave crisis económica en el 39,
pero su corrupción fue tan grande que consiguió dinero haciendo cosas
como: acusar falsamente a individuos adinerados para después multarlos o
mandarlos a matar y quedarse con sus patrimonios; forzar a senadores y
caballeros para pagar a cambio de ser sacerdotes del culto religioso del
emperador; obligar a personas adineradas a ponerlo como heredero en sus
testamentos, mandándolas después a matar en secreto y mostrándose
públicamente dolido por los supuestos suicidios; organizar grandes
juegos con elevadísimas apuestas, en los cuales hacía trampa siempre;
pedir dinero al pueblo en actos públicos; crear nuevos impuestos para
juicios, matrimonios, prostíbulos; subastar gladiadores; reinterpretar
testamentos en que ciertos ciudadanos habían dejado como heredero a
Tiberio; obligar a los centuriones a devolver botines de guerra,
etcétera.
Llegó así el falsamente luminoso 28 de
marzo del año 37, y Calígula entró en Roma, vestido de luto, con un
aspecto que transmitía fragilidad, bondad y falso pesar por la muerte
del malvado Tiberio. Cientos de teas brillaban, hombres, mujeres,
ancianos y niños estaban en las calles para recibir con entusiasmo al
hijo del insigne Germánico. Las distinciones de clase se desdibujaban
ante el entusiasmo del pueblo, que unido en una sola masa le daba la
bienvenida al nuevo emperador, llamándole "astro", "cachorro" y "retoño". Sí, veían en él una esperanza renovada, un potencial salvador
que enterraría los días de sangre, miseria y terror que caracterizaron
al degenerado Tiberio en su última etapa. Calígula aceptó todos los
Poderes del Principado que le confirió el Senado Romano ese día, y
Suetonio cuenta que aproximadamente unos 160000 animales fueron
sacrificados en honor al emperador, en el interior de distintos templos,
durante los primeros tres meses de su naciente y prometedor gobierno.
El filósofo Filón refiere que, durante
los primeros siete meses del reinado de Calígula, hubo una felicidad
general que no se había experimentado durante mucho tiempo en el Imperio
Romano. Se mostró inicialmente como un ser piadoso, generoso y
bienintencionado: puso las cenizas de Tiberio en el Mausoleo de Augusto,
pese a que muchos lo odiaban y querían que sus despreciables despojos
fuesen lanzados al Tíber; decretó una amnistía para exiliados y
condenados; desterró a los delincuentes sexuales; rehabilitó a su tío
Claudio en la vida política; adoptó como sucesor a Tiberio Gemelo y lo
nombró Príncipe de la Juventud; hizo rendir honores a su difunta abuela
Antonia; viajó a las islas de Pandataria y Pontia para recuperar los
restos de su madre y de su hermano; concedió al pueblo el derecho a
votar por magistrados; aumentó las obras de teatro y los combates de gladiadores, a fin de entretener a las masas; donó a
cada ciudadano romano trescientos denarios; repartió alimentos y
regalos; dio generosas compensaciones económicas a la Guardia Pretoriana
y a las tropas urbanas y fronterizas; realizó abundantes banquetes a
los cuales invitó a senadores y caballeros; etcétera… Con todas estas
cosas, era natural que todas las clases sociales le dieran su
beneplácito a Calígula, y que todas las provincias del Imperio Romano le
jurasen fidelidad sin problema alguno.
Calígula había hecho todas las bondades antes descritas porque era
inteligente y estaba consciente de que no podía sentarse a gobernar "a
lo Tiberio sin antes tener afianzadas ciertas cosas". No obstante, es
casi seguro que Calígula no tenía en mente convertirse en el monstruo
que fue de la noche a la mañana, y que por ende, en el oscuro giro
copernicano de su conducta que aconteció después de su enfermedad en
octubre del año 37, debió haber algo que escapó de sus planes, algo que
realmente lo trastornó y lo hizo actuar de una manera que, aún en su
maldad, casi seguramente no habría mostrado (obedeciendo a una racional
prudencia) en caso de no enfermar. Sobre la naturaleza de esa enfermedad
se han esbozado algunas teorías, pero los planteamientos más confiables
indican que sintomáticamente presentó epilepsia, y que a nivel de
causas el plomo pudo haber desatado la crisis, ya que Calígula empezó a
beber demasiado cuando ascendió al poder; pero, si el plomo estuvo en el
origen de su locura, parecería claro que dicho metal se fue acumulando
en su cerebro, hasta que cierto día, abruptamente, se desató una crisis
epiléptica, que conllevó daños cerebrales irreparables que
posteriormente se manifestaron como profundos trastornos conductuales.
Al caer enfermo Calígula, se cuenta que el pueblo lo quería tanto que se
dieron manifestaciones públicas de apoyo; deseaban que Calígula se
recupere pronto: no sabían lo que pedían… Bien resume Suetonio aquella
metamorfosis cuando dice: "Hasta aquí he narrado su vida como príncipe, ahora narraré lo que aún queda de ella como monstruo".