sábado, 28 de noviembre de 2015

Asesino en Serie (Gilberto Antonio Chamba [III])

María Isabel Bascuñana, estudiante de Derecho que vivía en la localidad donde trabajaba Gilberto, solía dejar su coche en el aparcamiento que cuidaba el asesino, por lo que éste la había visto algunas veces. Esto lo hacía María Isabel por las noches, y siendo la oscuridad una aliada del crimen, fue en la noche del 23 de noviembre del 2004 cuando María Isabel fue vista por última vez, minutos antes, a eso de las 22:00, había llamado a sus padres para decirles que no cenaría en casa.
Su cuerpo fue encontrado dos días después a pocas manzanas del cine de Illa de l”Oci: tenía un pañuelo atado al cuello, estaba metido en una funda de basura y tenía signos de haber sido salvajemente violada…
Ante el siniestro hallazgo se levantaron varias hipótesis: crimen pasional, venganza y otras posibilidades alejadas de la realidad. La clave la tenían las amigas de la víctima…
En el curso de las indagaciones realizadas por la policía española, se pudo contactar con las amigas de María Bascuñana, quienes dieron datos determinantes para capturar al asesino.
Para empezar, según contaron las amigas de María, ésta les había contado que Gilberto la acosaba sexualmente cada vez que iba a dejar o retirar su coche del parqueadero. Lejos de parecer una calumnia, aquello se veía respaldado por otra acusasión, según la cual Gilberto, buscando satisfacer sus deseos lascivos, les pedía los números de celular con la excusa de que era para llamarlas en caso de que algo malo les sucediese a los coches dejados en el estacionamiento. Y decimos que era para satisfacer sus deseos lascivos ya que, todas las que le dieron el número, recibieron después llamadas de acoso sexual.
¿Sería entonces Gilberto el asesino de María? La Policía empezó a sentirse segura de que sí cuando, tras encontrar el teléfono móvil de María, vieron a través de un registro de llamadas que, justo en las horas en que desapareció María, desde su celular se efectuaron dos llamadas, de entre cinco y seis minutos, a lugares en que se ofertaba sexo telefónico… Entonces: ¿para qué querría María eso?, ¿era esa una conducta propia de una mujer no-lesbiana?, y eso, claro está, además de que las llamadas, como ya se dijo, fueron cronológicamente cercanas al momento del crimen… Ahora Gilberto era el principal sospechoso, y todo empeoró para él cuando se constató que, la funda de basura usada para intentar cubrir el cadáver de María, era del tipo de fundas que empleaba el personal de limpieza del sitio en que Gilberto trabajaba…
Por otra parte, los compañeros de trabajo de Gilberto dijeron que sí acudió a trabajar la noche del crimen, y que no notaron nada raro en él. Y en cuanto a vecinos y conocidos, todos rendían buen testimonio, diciendo que era un sujeto amable y tranquilo. Nuevamente surgía algo de duda, pero la certeza regresó cuando, tras efectuar una autopsia, se encontró, mediante exámenes de ADN, que el semen encontrado en el cadáver de María pertenecía a Gilberto…




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