Animales mitológicos griegos (VIII)

Laelaps

Laelaps era un perro y exiten hasta tres versiones, solo difieren en quien entrego el perro a Procris, o Minos o Diana o en la forma

El perro fue un regalo de Minos (o Diana) a Procris, puesto que Minos tenía el problema de que eyaculaba serpientes, escorpiones y arañas que devoraban los genitales de sus amantes. Ella consiguió ayudarle introduciendo una vejiga de cabra en el sexo de Pasífae, la mujer de Minos. Así, Minos echaba las alimañas en la vejiga y luego sí podía realizar el acto sexual con Pasifae. En la versión de Apolodoro, Procris dio a Minos un brebaje para que nada le dañara y luego se acostó con él. A cambio de esta ayuda, Minos regaló a Procris el perro Laelaps y una jabalina que nunca erraba el blanco.

Una paradoja con este perro, Céfalo, el marido de Procris, obtuvo posteriormente el perro y la jabalina y decidió usar al perro para cazar a la Zorra Teumesia, que nunca podía ser atrapada. Esto provocó una paradoja: un perro que siempre atrapaba a su presa y una zorra que no podía ser atrapada. La persecución prosiguió durante un tiempo hasta que Zeus, perplejo por sus destinos contradictorios, transformó a ambos animales en piedra.






Lamía
Lamia era una Reina de Libia, a la que Zeus amó, era hija de Poseidón o Belo y Libia. ). Hera, celosa, la transformó en un monstruo y mató a sus hijos. Lamia fue condenada a no poder cerrar sus ojos, de modo que estuviera siempre obsesionada con la imagen de sus hijos muertos. Zeus le otorgó el don de poder extraerse los ojos para así descansar, y volver a ponérselos luego. Lamia sentía envidia de las otras madres y devoraba a sus hijos. Tenía el cuerpo de una serpiente y los pechos y la cabeza de una mujer.



León de Citerón


León de Citerón es el león que azotaba los rebaños de Beocia y que Heracles desolló. Esta es una de las primeras hazañas de Heracles. De esta fiera no está escrito que tuviera alguna capacidad especial, a diferencia del terrible León de Nemea, y por ende Heracles le dio fin por medios convencionales, pero solo después de cazarle por cincuenta días.

Tespio, el rey de Tespia en Beocia, le hospedó durante ese tiempo y, teniendo él cincuenta hijas, fraguó el plan de concebir en todas ellas a un vástago del poderoso héroe (que por aquel entonces ostentaba solo dieciocho años de edad).

Existen varias versiones acerca de la forma en que Tespio logró tal plan, siendo la más aceptada que Heracles yació con una doncella diferente cada noche pensando que se trataba siempre de la misma. Otra supone que yació con todas en una sola noche o, según otra versión, con sólo 49, puesto que una se le opone siendo condenada por ello a virginidad vitalicia. El número de hijos también varia siendo de cincuenta a cincuenta y dos teniendo la hija mayor y la menor hijos gemelos, lo único que no cambia en los relatos es el hecho de que toda su descendencia fue masculina.

Tras derrotar al león de Citerón, Heracles lo desolló y vistió su piel, atuendo por el que se le conocería de ahí en adelante; después, cambiaría la piel del León de Citerón por la del León de Nemea.




León de Nemea

León de Nemea era un despiadado monstruo que vivía en Nemea. Finalmente fue vencido por Heracles. Suele considerársele hijo de Tifón o Equidna o de Ortos y Quimera, aunque hay leyendas, que también se ha dicho que habría caído desde la luna, como hijo de Zeus y Selene
El león había estado aterrorizando los alrededores de Nemea, y tenía una piel tan gruesa que resultaba impenetrable a las armas. Cuando Heracles se dirigía a cazar al león se hospedó en casa de Morloco, partiendo después hacia la guarida de la fiera.

Cuando Heracles se enfrentó a él por primera vez, usando su arco y sus flechas, un garrote hecho de un olivo (que él mismo había arrancado de la tierra) y una espada de bronce, todas las armas resultaron inútiles. La morada del animal tenía dos entradas: Heracles lo azuzó hasta que el animal penetró en ella, taponó una de las entradas y acorralándolo por la otra lo atrapó y lo estranguló.

Heracles llevó el cuerpo del león a Micenas para que lo viera el Rey Euristeo, quien elegía qué tareas debía cumplir el héroe en el camino de los doce trabajos. Pero éste se asustó tanto que prohibió a Heracles volver a entrar a la ciudad, y le ordenó que de ahí en adelante le mostrase el fruto de sus trabajos desde fuera. Euristeo mandó a sus herreros que le forjasen una tinaja de bronce que escondió bajo tierra, y en la que se refugiaba cada vez que se anunciaba a Heracles, comunicándole sus instrucciones a través de un Heraldo.

Heracles empleó horas intentando desollar al león sin éxito. Por fin Atenea, disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles a advertir que las mejores herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león. De esta forma, con una pequeña intervención divina, consiguió la piel del león, que desde entonces vistió a modo de armadura, usando su cabeza como yelmo