martes, 23 de febrero de 2016

Asesinos en Serie (Herbert Mullin [II])

Tras dejar sus estudios, recién comenzados, en Ingeniería de Caminos, disciplina que había estudiado porque quería entrar al Ejército, en 1967 Herb ingresó en un instituto sobre Religiones Orientales en San José, y permaneció allí por tres meses, tiempo en el que consumió LSD regularmente y empezó con su extraño comportamiento y sus trastornos mentales. No obstante el consumo de drogas ya había empezado antes (en 1966) gracias a Jim Gianera, un ex amigo de Dean que, tras conocer a Herbert en la playa, le introdujo al movimiento hippie y a las drogas. Este abuso le empezó a crear ideas descabelladas como que iba a haber un terremoto en California y que él tenía que mudarse a Canadá para evitarlo, u otras locuras más que asustaron a su novia (la misma que tenía desde secundaria) y, junto a la declaración que él le hizo de que quizá era gay, acabaron con su relación.
Posteriormente, tras un preocupante episodio en el cual Herbert visitó a su hermana (a la cual tiempo después le pediría tener relaciones sexuales) e imitó todos los movimientos y lo que decía su cuñado por cuatro horas seguidas, como si se tratara de un niño tratando de molestar. Él mismo se preocupó de su locura y  en 1969 permitió que su familia lo interne en una institución mental.
Durante los siguientes años, Herbert entraría y saldría de varias instituciones mentales tras pasar poco tiempo en estas. De acuerdo con los reportes, Herbert solía apagar cigarrillos en su propia piel. Llama la atención la crisis de identidad que desde su juventud acompañó a Herbert: quiso ser militar, luego se involucró con el movimiento hippie y veneró el pacifismo, la meditación y la naturaleza; después dejó la heterodoxa y rebelde contracultura hippie y se unió a un grupo de lectura bíblica llegando incluso a querer convertirse en sacerdote católico.
Al parecer nunca se encontró del todo a sí mismo; pero, pese a eso, ha habido ciertas constantes que le acompañaron a través de sus transformaciones. Así encontramos la creencia en la reencarnación, la práctica de la meditación, la creencia de origen bíblico en los sacrificios de seres vivos (como se ve en Levítico y otros libros del Pentateuco) para proteger a la colectividad de grandes desastres naturales, creencia que él, como producto de sus delirios esquizofrénicos y megalómanos, distorsionó llegando a pensar en sacrificios humanos que servían para evitar desastres.
Es pues en el marco de esos trastornos de identidad que, en conjunción con la esquizofrenia paranoide que le diagnosticaron los psiquiatras y el prestigioso Robert K. Ressler (un perfilador del FBI), Herbert llegó a pensar que tenía una posición especial en el sistema de reencarnaciones (ya que Einstein murió en su cumpleaños) y que, debido a haber nacido en el día del aniversario del terremoto de San Francisco acaecido en 1906 (él interpretaba eso como una señal), su misión era la de prevenir un gran terremoto en California a través de sacrificios humanos que, según decía, estaban dados por el consentimiento de sus víctimas pues estas se le ofrecían telepáticamente para ser tributos. Mullin creía que la guerra en Vietnam había producido suficientes muertes de americanos para aplazar el terremoto, como una especie de sangriento sacrificio para la Naturaleza, pero cuando la guerra comenzaba a terminar a finales de 1972, él tendría que comenzar a matar personas para mantener el terremoto bajo control.
 

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