jueves, 1 de diciembre de 2016

Leyendas en Barcelona (Estefania Carròs i de Mur [II])

Fue en su testamento, cuando Estefania se confiesa devota de las figuras de Cristo y la Virgen María. Especialmente, dedicó una deja testamentaria para misas en honor de la cinco llagues de Jesucristo, donde se ve su adoración a la Pasión de Jesús, devoción que también se comprueba a partir del inventario de sus bienes, donde se describen varios elementos con motivos relacionados. A la vez sentía especial inclinación por San Francisco de Asís, atraída por el mensaje de pobreza y austeridad, hasta el punto que quiso ser enterrada en el monasterio franciscano de Santa María de Jesús, vestida con sus hábitos. Además, en el testamento dejó escrito el deseo que su féretro fuera conducido por frailes y pobres
La enseñanza que impartió Estefania estaba destinada a integrar plenamente las chicas dentro de la sociedad a la qual pertenecían, proporcionándoles recursos para ser y sentirse útiles. La educación religiosa tenía un papel muy importante en la formación, así como aprender a hilar, coser o leer y escribir; ahora bien, la finalidad última era que pudieran elegir con responsabilidad su futuro. Estefania se sentía plenamente responsable de los compromisos adquiridos hacia sus pupilas, que iban más allá de legados económicos. Este interés de Estefania para que sus alumnas obtuvieran valores pedagógicos y poder valerse por sí mismas, hace que su papel de educadora fuera más allá de una simple aya.

Las doncellas que estuvieron bajo su cargo pertenecían a la nobleza y a la burguesía; a pesar de que también recibieron cierta formación las jóvenes criadas y sirvientes. Se esperaba que la educación que debía de impartir tenía que adquirirse por medio de la religión, el trabajo y la obediencia. Los dos primeros aspectos fueron plenamente cumplidos en su programa educativo; pero, lo que destaca de la figura de Estefania en la educación de la época es que prefirió infundir a sus discípulas una libertad responsable, en lugar de una obediencia ciega.
Una de sus primeras alumnas habría sido Juana de Aragón, hija natural de Juana Nicolau y Ferran II "el Catolic", con quien mantendría una gran relación de amistad y confianza durante años.
Otra de sus discípulas fue Aldonça de So, a quien su padre, el noble Joan de So, dejó una dote que recibiría cuando se casara, siempre que lo hiciera según la voluntad de su maestra. Estefania, en su testamento, deja escrito que Aldonça "pugui casar-se a sa llibertat, i que aquella obligació no la pugui perjudicar en béns ni en altra cosa, com aquesta sia nostra voluntat" (pueda casarse a su libertad, y que aquella obligación no la pueda perjudicar en bienes ni en otra cosa, como esta sea nuestra voluntad)
Estefania Carròs murió en su casa de Barcelona en 1511. El notario Joan Vilaplana fue quién validó el testamento, pero no fue quién lo redactó: Estefania ya disponía de su testamento escrito en doce folios por ambas caras, con múltiples rectificaciones y enmiendas, donde detalla cada una de las disposiciones. Una vez leído, lo entregó al notario con la promesa que lo abriría y lo publicaría después de su muerte.
Su testamento es una fuente de un gran valor documental, primero por la extensión que presenta; en segundo lugar porque nos permite conocer la fuerte personalidad de Estefania al pedir con firmeza que sus voluntades fueran respetadas sin que nadie pudiera interferir en la decisión, ni siquiera el papa; y en último lugar, por la información que se desprende, puesto que nos permite conocer de cerca la educación de las niñas en la práctica cotidiana

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