jueves, 1 de diciembre de 2016

Leyendas en Barcelona (Dolors Bonella i Alcanzar [La Moños (II)])


Iba cantando y bailando a todas horas por la plaza del Pedró, la calle Hospital o el mercado de la Boqueria mientras sacudía sin descanso su abanico, tal vez buscando olvidarse de la amargura que la corroía por dentro. Ella saludaba a todos y, aunque a veces soltaba por la boca sapos y culebras, cuando pedía limosna lo hacía con suma delicadeza: "Señorito, ¿quiere que le cante una canción o le recite un versito?".
Foco constante de atención de chicos y grandes, durante los años veinte se le dedicaron poemas, canciones y hasta una obra en el Teatro Circo Barcelonés. Al final de cada sesión se la hacía subir al escenario para que el público contemplara a la protagonista de aquel drama. Sucia artimaña, convertir en esperpento la desdicha de un ser tan vulnerable. En eso no hemos cambiado tanto, si acaso hemos ido a peor, y sabrá de qué hablo cualquiera que tenga un televisor en casa. Más recientemente se ha rodado alguna película sobre ella y hasta tiene una figura en el Museo de Cera de la Rambla.
Sus últimos años, cuando ya los achaques de la edad no le permitían pasarse los días de aquí para allá, transcurrieron en la Casa de la Caridad, una institución benéfica que estaba en la calle Montalegre, en el edificio que hoy ocupa el CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona). Hasta que un día de septiembre de 1940 fue a parar al Hospital del Mar para abandonar este mundo, dejando como legado entre quienes la conocieron, eso sí, el recuerdo de su libertad indomable. Y también el dicho con que los de Barcelona seguimos agasajando a quien es siempre bien recibido allá donde se presente: "¡Eres más popular que la Moños!".

fuente: "Mujeres de Barcelona", editorial Incorpore


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