jueves, 1 de diciembre de 2016

Leyendas en Barcelona (Estefania Carròs i de Mur [I])

Nacio en Barcelona, 1455 – Barcelona, 16 de marzo de 1511. Fue una figura relevante de la nobleza de la época, que dedicó la mayor parte de su vida a la educación de doncellas nobles y de la burguesía. La enseñanza más importante que inculcó Estefania a sus alumnas fue el valor de la libertad responsable de cada mujer de escoger su propio destino. Estefania Carròs i de Mur destacó por sus pioneras ideas sobre la libertad femenina, así como por su devoción hacia los pobres. Era hija de Brianda de Mur y de Nicolau Carròs i de Arborea, nombrado por el rey Joan II de Aragón virrei de Cerdeña. Fue la tercera de tres hermanos, con Beatriu Carròs i de Mur, futura mujer de Pedro Maça de Liçana y Dalmau Carròs i de Mur, que se casó con Violant Carròs, condesa de Quirra
A pesar de que su padre estuvo comprometido con la política sarda, Estefania vivió en tierras de la Corona de Aragón, siempre cercana a la corte itinerante. Estuvo muy unida a la familia materna (el linaje de Mur), sobre todo a su tía Isabel de Mur, que se hizo cargo de Estefania cuando su madre también se trasladó a Cerdeña acompañando a su marido. Isabel de Mur estuvo al servicio de la reina Juana Enríquez, y tanto ella como su marido, el noble aragonés Pedro de Urrea, fueron siempre fieles al rey Joan II "el Gran" y a su mujer, Blanca I de Navarra. Posteriormente, los reyes, les agradecieron los servicios prestados permitiendo quedarse en la corte después de su muerte, y estipulando en el testamento que Isabel fuera su ejecutora testamentaria y que continuara su función de aya de su hija Juana de Aragón, futura reina de Nápoles.
Finalmente, Estefania Carròs i de Mur fue nombrada heredera de la mitad de los bienes de su madre y recibió toda la herencia de su tía Isabel. Fue la encargada de cumplir las últimas voluntades de ambas, hecho que comportó el enfrentamiento con otros parientes.
Fue una de las pocas mujeres que en aquella época permaneció voluntariamente cèlibe, viviendo de su profesión. Se cree que fue por convicción que se quedó soltera, después de haber visto varios matrimonios de conveniencia en su entorno, y creyendo que nadie podía forzar el futuro de una mujer. Ideas que la enfrentaban fuertemente con el pensamiento imperante del momento en que vivió.
Hay ciertos aspectos de su vida que recuerdan a las beguines, a pesar de que no se la encuentra declaradamente dentro de este movimiento ni vivió en ningún beaterio. Tampoco entró en un convento porque no tenía vocación de monja, a pesar de su fe. Del mismo modo que Elisabet Cifre, Estefania aseguraba que Dios la había llamado al celibato, pero no al convento y que su vocación se encaminaba a la educación de las doncellas.

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