miércoles, 14 de septiembre de 2016

Historia de Catalunya (El Feudalisme en Catalunya [VII])

En cuanto a Occitania, las relaciones de los condes catalanes durante los siglos XI y XII se desarrollaron a partir de una activa política de compras y estrategias matrimoniales, que dieron lugar a un complejo tejido de pequeñas soberanías feudales, entrelazadas por alianzas mutuas, donde el vasallaje y las vinculaciones familiares, resultado de los matrimonios pactados entre gobernantes, eran la garantía más óptima.

Pero el proceso de feudalización siguió caminos divergentes a uno y otro lado de los Pirineos: mientras que en las tierras occitanas el nuevo orden social se mantuvo inestable pese a los esfuerzos pacificadores de la Iglesia y las alianzas entre feudales; en Catalunya, los condes de Barcelona, favorecidos por los éxitos militares y económicos (relaciones con el Islam) y por el apoyo de la institución eclesiástica (movimientos de "Pau i treva de Deu), pudieron constituir un estado feudal fuerte. Así se explica la proyección de la Casa de Barcelona en el Languedoc. La compra de los condados de Carcasona y Rasez fue hecha durante los años 1067-1070 por el conde Ramon Berenguer I y su mujer Almodis de la Gothia aprovechando el vacío de poder ocasionado a raíz de la muerte sin descendientes directos de los anteriores condes. Los condados se pagaron con el oro procedente de las parias cobradas a los musulmanes de las taifas de Lleida, Tortosa y Zaragoza, y significaron la implantación de la "Casa de Barcelona" en Occitania.

La plasmación del nuevo sistema feudal se manifestó en la subordinación del linaje occitano a su señor natural, el conde de Barcelona. Pero una serie de acontecimientos, sobre todo los enfrentamientos de los condes de Tolosa y sus vasallos Trencavell con la "Casa de Barcelona", cambiaron pronto la situación. A finales del siglo XI se interrumpió la política occitana de la "Casa de Barcelona", con la pérdida del condado de Carcasona y del condado de Rasez
A partir de 1060 comenzó un periodo nuevo, caracterizado por el desarrollo de las estructuras feudales y los vínculos feudovasalláticos. Se multiplicaron los vínculos de hombre a hombre y se impuso el sistema de los feudos privados. La concepción jerárquica de la nueva sociedad creó unos mecanismos para favorecer los vínculos y las redes de relaciones, que se concretaron en el pacto feudal o contrato feudovasallático. Estos contratos o "convinences" presuponían la investidura de uno feudo, es decir, la cesión de un bien material por parte del señor a un fiel vasallo.

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