jueves, 18 de agosto de 2016

Historia de Catalunya (la "Guerra de los dos Pedros" [II])

La resistencia fue desigual: máxima en algunas plazas, generalmente aquellas con importantes guarniciones (Lorca, Alhama de Murcia, Mula) y escasa o nula allí donde Jaume II supo ganarse a los notables locales (Elche, Guardamar del Segura, Orihuela, Murcia, Cartagena). La conquista del reino quedó completada con la caída de Lorca en 1300. Sin embargo Alfonso de la Cerda no consiguió apoyos en Castilla y acabó por renunciar a la Corona en el "Tratado de Torrellas" (1304), el cual también reconocía la cesión de lo que ahora es el sur de la provincia de Alicante a Aragón a cambio de la devolución del resto del territorio a Castilla. Aun así Jaume II se resistió a abandonar Cartagena hasta la firma de un segundo tratado en Elche en 1305, que confirmaba el anterior. El acuerdo no contentó de verdad a ninguna de las partes y en décadas sucesivas los monarcas castellanos suspirarían por la reintegración de las tierras perdidas y los aragoneses por la unificación completa del reino bajo su bandera
En Castilla, los reinados de Sancho IV "el Bravo", Fernando IV "el Emplazado" y la primera parte del de Alfonso XI "el Justiciero" (1312-1350) se caracterizaron por la inestabilidad interna y el progresivo aumento del poder y las ambiciones de los nobles en detrimento de la Corona, labor que se vio favorecida en estos dos últimos casos por la corta edad en que los monarcas accedieron al trono (9 años el primero y 1 el segundo). Esta tendencia se rompió al llegar Alfonso XI a la mayoría de edad, momento en el que se reveló como un rey con carácter que impuso su voluntad con mano dura y, como hicieran Fernando III y Alfonso X, utilizando la guerra contra los musulmanes como elemento unificador. Pero Alfonso XI murió de peste negra ante los muros de Gibraltar en 1350, a los 38 años, y dejó como heredero a Pedro I "el Justo" (o "el Cruel" como lo apodaron sus enemigos), que entonces apenas contaba con 16 años. Los nobles asumieron que los últimos años del reinado de Alfonso XI habían sido una anomalía y que volvían los tiempos de corona débil ceñida por un rey niño, una afirmación que pareció confirmarse al levantar Pedro I inmediatamente el asedio a Gibraltar y hacer paces con el rey de Granada (al que de hecho le uniría una gran amistad durante todo su reinado).

Mas los nobles se equivocaban. Si bien Pedro I abandonó el ideal de Reconquista de su predecesor, también impulsó desde el primer momento leyes destinadas a recortar el poder de la nobleza (esto le haría caer en desgracia y que apoyasen a su hermano bastardo Enrique II "el Fraticida") en favor de la burguesía y la propia Corona, además de otras medidas impopulares como su protección de la minoría judía. Cuando los nobles se rebelaron en defensa de sus privilegios (en una serie de levantamientos inconexos que ahora se consideran la primera parte de la Guerra Civil Castellana), el rey respondió con una crudeza inusitada y hubo varias ejecuciones. Hasta entonces lo máximo a lo que los nobles rebeldes derrotados se exponían era una multa o la pérdida de parte de sus posesiones; el hecho de que Pedro I pasase a ejecutarlos le valió su sobrenombre de "El Cruel"

No hay comentarios:

Publicar un comentario