lunes, 23 de noviembre de 2015

Asesinos en Serie (Jerome Henry Brudos [V])

El 23 de Abril de 1969 desapareció la señorita Linda Salee. Había ido a un centro comercial a comprar un regalo para su novio, pero nada más se supo de ella. Igual que con las otras víctimas, su automóvil fue hallado abandonado y sin señales de que alguien hubiera entrado al vehículo a la fuerza. El novio fue interrogado pero no hubo ninguna razón para considerarlo sospechoso. En esta ocasión Brudos usó la vieja artimaña de fingir ser un policía y, blandiendo una placa, obligó a la chica a hacer lo que él quería. Para manipularla la acusó de robar una tienda. Al parecer la chica no pensó que fuera a ser asesinada pues no hizo nada por escapar cuando Brudos la dejó amarrada mientras se fue a almorzar. De regreso la violó al mismo tiempo que la estrangulaba. Al parecer le insertó cables con corriente en el tórax para hacerla “bailar…” Tales eran las fantasías del depravado asesino, de controlar hasta en la muerte a sus víctimas, conducta observada en otros asesinos como Dahmer y Dennis Nilsen.
Tras la desaparición de Salee, la Policía súbitamente recordó el caso de Linda Slawson, quien desapareció en similares circunstancias, sin dejar rastro alguno. Se dieron cuenta de que todas las desaparecidas eran mujeres blancas, jóvenes y de alguna manera atractivas. También se descubrió un patrón: todas desaparecían después de mediados de mes. Pocas semanas después un hombre que iba de pesca encontró restos humanos atrapados en la corriente del río Long Tom. Al llegar la Policía se dio cuenta que esta era evidencia de un crimen, y lo curioso es que de inmediato comenzaron a recabar evidencias cruciales para el caso. El cadáver estaba atado a un peso con una cuerda de nylon con un nudo muy especial.
Asimismo la presencia de alambre de cobre le indicó a los detectives que el o los asesinos tenían experiencia como electricistas. Por las marcas del cuello, el forense determinó que lo más probable era que la chica muriera por estrangulamiento. Gracias a las impresiones dentales se determinó que la desafortunada víctima era Linda Salee.
Ante el macabro hallazgo la Policía comenzó a buscar exhaustivamente por el río y poco tiempo después se encontraron nuevos restos en descomposición. Encontraron iguales nudos y materiales, lo que reforzaba la idea de que era un solo individuo el sospechoso de los crímenes. También la chica hallada estaba atada a un peso. Mediante la ropa que aún conservaba el cadáver fue posible identificarlo como perteneciente a Karen Sprinker. Tras mayores rastreos no fue hallado nada más en las riveras del río. Lo único seguro para la Policía era que estaban buscando a un sujeto muy fuerte. Finalmente alguien en el departamento de policía tuvo una brillante idea: investigar en la universidad local, dada la juventud y naturaleza de las víctimas. Aquella estrategia dio frutos inmediatos.
Los investigadores que interrogaron a las estudiantes de la Universidad Estatal de Oregon se enteraron de la queja de varias señoritas que hablaban de un hombre que les hacía llamadas telefónicas tratando de sonsacarlas. Además, varias personas habían notado la presencia en el campus de un extraño sujeto pelirrojo y ligeramente panzón. Con tan buena suerte, se pudo contactar a una muchacha que en efecto había accedido verse con este sujeto, quien se describió como veterano de Vietnam en busca de compañía. La chica no tenía intenciones de ver de nuevo al sujeto dado su comportamiento fuera de lugar. En la cita este hombre alto y pecoso había querido hablar acerca de las chicas halladas en el río. Además en un raro desplante, quiso saber por que ella no tenía miedo de que él la fuera a estrangular. Sin embargo la Policía confiaba en que el hombre le llamaría de nuevo y le pidió a la estudiante que por favor aceptara otra cita más y así sucedió unos días después. La chica notificó inmediatamente de la hora y el lugar del encuentro a los oficiales.
Una vez puesta la trampa, los oficiales conocieron al sospechoso: un hombre alto, ligeramente regordete, de quien conocieron que se llamaba Jerry Brudos. Carecían de elementos para detenerlo en ese momento así que se conformaron con saber que vivía por el rumbo y que curiosamente se dedicaba a la Electrónica. Tras cinco días de vigilarlo e investigar su pasado, decidieron arrestarlo.



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