lunes, 31 de agosto de 2015

Leyendas en Catalunya (La leyenda de la Cruz del Diablo en Bellver de Cerdanya [II])

La Leyenda

Esta leyenda trata de que hace muchos siglos vivía un señor feudal en las tierras de Bellver de Segre que era conocido por ser cruel y malo como ninguno, y tenía aterrorizada a la población.
Un día, por aburrimiento decidió irse en un ejercito cristiano a buscar la tumba de Jesucristo. Toda la población se sintió muy alegre y vivió muy bien un tiempo. 

Pero pasado ese tiempo el señor volvió reclamando los derechos que había vendido, pero la gente se opuso. Mantuvieron numerosas luchas en las que empezaba a ganar el temible señor.
Pero un día un grupo de aldeanos llegaron por la noche a su castillo, libraron una feroz batalla y le mataron a él y a sus hombres. Entonces el pueblo volvió a respirar en paz.
Pero la cosa no quedó allí, puesto que una noche se empezaron a ver unas misteriosas luces por el castillo abandonado, empezaron a aparecer reses muertas, otras robadas, hombres asesinados.

Entonces no cabría duda, un grupo de bandidos se había instalado en el castillo. La gente decía que el jefe de estos llevaba la armadura y las armas del antiguo señor feudal.
Un día consiguieron unas confesiones de uno de sus secuaces, a punto de morir.
Este les dijo que era un grupo de malavidas que se habían juntado para ir viviendo de lo que saliese, y un día decidieron ir al castillo e instalarlo como su centro. Esa misma noche estaban decidiendo quien era el jefe cuando apareció aquel hombre con la armadura y después de un intercambio de opiniones le nombraron jefe.

A partir de allí todos le siguieron a él, que era cruel, sanguinario, desalmado e insensible. Nunca supieron quien era, puesto que apenas hablaba y nunca se quito la armadura. No bebía, no comía, no le interesaba el dinero, las espadas no le herían...
A partir de allí la población decidió acudir a un ermitaño
que vivía en la zona para que les diese consejo y este les dijo que debían rezar una oración con la que San Bartolomé venció al diablo.
Poco después apareció el hombre de la armadura atado de manos y piernas y a lomo de una burra. Se dispusieron a juzgarle cuando le quitaron la visera y descubrieron la armadura vacía, la cual se descompuso.

Encerraron la armadura en la cárcel para colgarla, por recomendación del ermitaño, y el día que se disponían a hacerlo el alcaide les confesó que se había escapado la armadura, cuando el se disponía a curiosear.
La volvieron a atrapar una y otra vez, pero siempre se escapaba, hasta que les dieron la idea de fundirla y transformarla en una cruz. Eso hicieron, no sin muchas dificultades y peligros, y al final pusieron la cruz de metal en medio del monte, la cual se gano el nombre de la cruz del diablo.
Todavía sigue allí, donde no es respetada por nada ni por nadie.

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