lunes, 28 de noviembre de 2016

Literatura Catalana (Alfred Badia i Gabarró [II])

Un anuncio del Ateneo Enciclopédico Popular le cambió la vida, en el sentido que le descubrió que había algo infinitamente más atractiva que la gimnasia, el atletismo, los combates de boxeo, el teatro y los bailes de barrio: prepararse para ir a la Universidad. El bachillerato oficial español del momento seguía unos desfasados ​​planes de estudio de principios de siglo y algunos catedráticos del Instituto Balmes eran piezas de museo, pero Alfred Bahía y los compañeros entusiastas del Ateneo: Carlos Biosca, Alexandre Blasi, Pere Folch Josep Maria Mompió, José Ruestes, Eduard Segalàs, Jordi Segalés, José Vinyolas, los hermanos Pàmies, y tantos otros que devoraron los contenidos de las materias programadas, dispuestos a convertirse en ciudadanos cultos de primera. Alfred Bahía comprendió que el mundo tenía una dimensión pensable, investigable, penetrable a través de la información, la reflexión y el esfuerzo intelectual. La filosofía, en concreto, era la herramienta que enseñaba a pensar de forma independiente y "sin prejuicios", "poniendo entre paréntesis" la doctrina católica que le había sido inculcada en la escuela con métodos "terroristas". Mientras las instituciones catalanas oficiales dependientes de la Generalitat y la emergencia pública del uso del catalán iban dando un sentido político al patriotismo heredado del ambiente familiar. Votó convencido la Izquierda Republicana de aquellos años, a pesar de las tendencias anarquistas y marxistas generales entre los compañeros del Ateneo, con quien estableció una complicidad que debía durar toda la vida.

El catalanismo de Alfred Bahía nació como un impulso de adhesión a la lengua de un país, que se puede formular en los términos de un juramento de fidelidad irrenunciable. A través de la lengua venían la literatura, especialmente la poesía (Maragall, Verdaguer, Sagarra, Carner, Riba) y el amor en el territorio, con el excursionismo incorporado y el embeleso del barcelonés ante los paisajes salvajes de alta montaña. La historia le interesaba, pero menos: el catalanismo era un compromiso de acción, una forma de religión laica nacida del entusiasmo y del reencuentro de unos valores: la lengua y el país. Era una de las primeras certezas (en sentido epistemológico estricto, desde su punto de vista) que descubría por su cuenta. Participó en los Jocs Florals de Barcelona de 1932 con el poema "A Ella". Orden de poesía.

En 1937 obtuvo dos nuevas titulaciones: la de profesor de catalán de la Generalitat y la de practicante de medicina y cirugía de la República Española, que desde el 18 de julio de 1936 estaba en guerra a raíz de la sublevación del general Franco. Este último título servía para ir al frente "sin disparar un tiro», aunque Alfred Bahía no confiaba demasiado en las propias habilidades manuales a la hora de asistir eficazmente los heridos. El primer título, en cambio, debía tener una proyección profesional que las circunstancias se ocuparon de hacer inviable hasta las postrimerías del régimen que se instauró en 1939, es decir hasta los años setenta. Para convertirse en profesor de catalán de la Generalitat tuvo la oportunidad de hacer un curso de gramática normativa con Pompeu Fabra en la Universidad de Barcelona. Los apuntes de aquel curso, cuidadosamente pasados ​​en limpio y conservados con devoción toda la vida, forman parte del volumen II de las Obras Completas de Fabra publicadas por Jordi Mir y Joan Solà.
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